Ciclos: vida, ecosistemas, fiesta, capital, cibernética … y algunas ideas sobre «economía circular»

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S. Boticelli, 1482, Primavera (detalle); fuente: https://en.wikipedia.org (recorte inspirado por: https://copperbeechschool.com)

Algunas divagaciones sobre ciclos

Pueden apreciarse dos maneras de ver la forma en que se despliegan la vida y el mundo, la una lineal, la de la irreversibilidad, la de la Historia, y la otra cíclica, la de ciertas aproximaciones de la mentalidad mítica, pero también de la ecología, los estudios de los diversos metabolismos – biológicos o urbanos – o incluso de la economía y la cibernética…

Últimamente ando fascinado con esto de los ciclos. No se exactamente por qué, aunque en parte sin duda por cosas relacionadas con el llamado metabolismo urbano. También por la circulación del capital y por la cibernética… Haré entonces algunas divagaciones sobre esto, para luego comentar sobre el nuevo movimiento que se ha dado el nombre de economía circular.

Quizás de las primeras veces que me interesé por estas cosas fue una época en que leía sobre la mentalidad mítica – en particular a Mircea Eliade. Leo últimamente, – Graeber, creo recordar -, que en antropología su pensamiento se considera superado, o que ya no está de actualidad – pero nunca me afectaron demasiado esos juicios. La vida, en muchos aspectos tiene  que ver con ciclos: día-noche (estar despierto y dormir-quizás-soñar y la repetición cotidiana de nuestras actividades), la luna y las estrellas, destacadamente las estaciones – con el renacimiento anual de la vegetación -,  etc [0].; ciclo del agua (evaporación, lluvia, fertilización de la tierra, plantas y animales, ríos, océanos…), que la Permacultura, uno de los saberes de referencia para mí, toma como paradigma… También podemos ver la vida de una persona como repetición en cierto modo de la de sus padres – nacimiento, juventud, procreación, madurez, ancianidad y muerte, – para que la siguiente generación pueda volver a empezar… La fertilidad de las mujeres, el ritmo-repetición de las comidas, el descanso semanal… Los antiguos, con sus mitos y ritos, construyeron el sentido de la vida en torno a este eterno retorno; las fiestas, para los acontecimientos singulares como el nacimiento, las bodas, la muerte, y con motivo de los momentos especiales como el verano y el invierno (solsticios, cosechas) o la primavera (el nuevo comienzo de la vida…). – Meto aquí una digresión dentro de la divagación: la mentalidad dominante actual, algo simplona-positivista, con su incapacidad de conectar con estos aspectos más intemporales de las fiestas tradicionales, creo que se pierde mucho… o incluso nos está haciendo perder mucho a todos… Para pensadores como Eliade, efectivamente, las fiestas eran, entre otras cosas, una manera de dar sentido al mundo, a la muerte, a las relaciones entre cultura y naturaleza, que no parece que hayan sido superadas por la tv, el productivismo o el consumismo… Ni me parece a mí que tampoco por el laicismo más o menos socialista… [1]

Esta idea de los ciclos me sugiere a mí una cierta idea de equilibrio de fuerzas, o de necesidad de equilibrio, a la vez que de transformación de unas cosas en otras, que tiende quizás a la armonía, a la complementariedad y convivencia entre cosas heterogéneas, a un cierto orden, y a unos ciertos ritmos, a una cierta tendencia a la auto-estabilidad… y que percibo como propio o característico de la vida; al fin y al cabo, un cuerpo-mente sano adaptado a su entorno tiende uno asociarlo a esta idea…

Uno diría entonces que el desplegarse de la vida tiene esta doble dimensión, lineal, por un lado, como en el transcurrir de la historia, ya sea personal – del nacimiento a la muerte -, ya sea social y cultural, etc., y cíclica, según he tratado de evocar. El desarrollo lineal se produce mediante la sucesión y yuxtaposición de múltiples fenómenos de carácter cíclico… La idea de mímesis en el arte antiguo y clásico, la reflexión acerca de los patterns o patrones, o de la repetición y la diferencia en Deleuze – que aún no he logrado estudiar -, aluden a esta ambivalencia.

Ciclos ecológicos y circuitos cibernéticos

La Teoría de Sistemas, que surge como tal en los años 50, en el contexto de la biología, y próxima a la ecología, ofrece una nueva aproximación a la perspectiva de lo cíclico. La versión de Gregory Bateson, que hace confluir lo vivo-ecosistémico-evolutivo, con lo que llama ecología de la mente, me parece de lo más sugerente – a la vez que actual [2]. Sobre este pensamiento, en parte, se construye el actual mundo de la computación y la comunicación… Bateson describe la unidad de mente como aquella formada por un circuito (ciclo) en el que un agente es capaz de percibir diferencias en su entorno, procesarlas, y en función de este procesamiento, actuar en un sentido u otro sobre/en el entorno en que se percibió la diferencia. La actuación también podría ser sobre sí mismo, modificando la relación del agente con el entorno – , por ejemplo, el aumento de la actividad metabólica de un cuerpo cuando percibe una bajada de temperatura. Esta relación entre percepción-acción-nueva percepción… es a lo que llamamos feedback. Este sistema-mente, para ser tal, y según Bateson, debe tener además propiedades de aprendizaje y adaptación; – quizás sea éste el aspecto crítico para definir una mente en el sentido batesiano. Los patrones (patterns) – que Bateson describe como forma – en oposición a sustancia -, son elementos fundamentales en esta teoría; ya sean patrones de conocimiento, ya sean patrones más estrictamente formales como la geometría de dos proteínas que hace que puedan conectarse entre sí en determinadas condiciones de contexto-entorno. El funcionamiento de un ecosistema para Bateson tendría entonces que ver con estos circuitos de intercambio de diferencias (información), feedback, aprendizaje y adaptación en un contexto dado – que no tienen que ver necesariamente con ninguna inteligencia humana o similar, según su acepción más tradicional, pero que según se definición constituyen una mente o ecología mental. – El arte, por cierto, para Bateson, como el humor, o lo sagrado, tendrían que ver con la capacidad de interpretar, relacionar y combinar patrones-formas entre diferentes niveles o ámbitos…
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Diagrama de unidad de mente / circuito cibernético según G. Bateson (Pérez de Lama, 2016)

Nos parezca o no nos parezca bien esta teoría de Bateson en su aplicación más extensa, lo cierto es que tiene mucho que ver con la práctica más concreta de la computación, y quizás más aún con la incipiente tecnología de control del mundo por medio de la computación urbana, los big data y todo lo que se engloba en la vaga idea de las smart cities…, – que para mí constituye la reedición del sueño de la primera generación de la Cibernética, en el que gente como Buckminster Fuller o Robert McHale (Wigley, 2000) imaginaban la gestión de los recursos globales, del mundo en su conjunto, por parte de un sistema informático de escala global, capaz de conocer en tiempo real lo que ocurriese y de tomar decisiones racionales óptimas en consecuencia… Me parece que Fuller llamaba Peace Game a uno de los prototipos de este constructo [3]… Pero a estas alturas ya hemos aprendido que la paz de unos es la guerra de otros, – por lo que la cosa no puede sino verse con algo de inquietud.

Y sin embargo, aunque el imaginarnos a gente como Eric Schimdt o el presidente de turno de Goldman Sachs o del BCE determinando los algoritmos de la paz y la igualdad nos produzca escalofríos a la mayoría, algo de seducción sí que tiene la visión de Bateson; aunque esta seducción quizá resida, más bien, en su idea de mente distribuida capaz de aprender y de adaptarse/evolucionar/devenir permanentemente…

La circulación de capital

El tercer (o cuarto) ámbito en que no dejo de ver últimamente ciclos es el de la economía. Esto fue quizás a partir de la lectura de Marx, y de su explicación de la circulación del capital (y de los ciclos asociados de la producción y la mercancía, y de la reproducción social). La economía en general, y el capitalismo en particular, funcionan de nuevo como una sucesión de ciclos: se produce una inversión de capital para iniciar un proceso de producción, las mercancías se ponen a la venta para ser consumidas – posibilitando así la reproducción social -, completado el ciclo, si todo ha funcionado bien, – desde el punto de vista del capitalista -, el capital se incrementa con las plusvalías generadas, que vuelven a ser invertidas (al menos en parte) para iniciar un nuevo ciclo. Lo peculiar posiblemente de esta circulación es que es expansiva, – sería propiamente una espiral, en la que el capital va incrementando progresivamente – contrapuntado el constante crecimiento , eso sí, por las crisis -; y en la que también van aumentando la producción y los medios que se ponen en juego – además de los ámbitos geográficos y existenciales que son incorporados a este proceso. En ocasiones Marx describe este proceso como permanente metamorfosis, y también explícitamente como metabolismo; – (Stoffwechsel en alemán, literalmente cambio de sustancia, especie o materia).

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Diagrama de la circulación «simple» del capital según Marx (Pérez de Lama, 2015)

Lo interesante de percibir el proceso económico como un ciclo que tiene que ser completado, es que el consumo (y la reproducción social) aparecen como la otra cara necesaria de la producción, y del propio capital; es decir, el ecosistema económico sólo puede funcionar si lo producido es consumido por alguien. Expresado a la inversa, al menos en el esquema de Marx, los que consumen contribuyen a cerrar el ciclo tanto como los que producen o los que invierten… Una intuición inmediata es que no debería ser tan difícil hacer que estos ciclos funcionasen mejor… si el objetivo prioritario no fuera tanto extraer valor de la circulación como hacer que ésta pueda cerrarse como ciclo y lograr un cierto estado de equilibrio y sostenibilidad… Se le ocurre a uno que a esto sí que podría ser interesante aplicar los modelos computacionales… Pero como ocurre siempre, hay que preguntarse, ¿más interesante para quién? De momento, las killer apps de este campo parece que se centran más en el HFT (High Frequency Trading)…

Entre las definiciones clásicas de la economía, siempre me llamó la atención aquella que decía que era la ciencia de la distribución de los recursos escasos… Y me sigue llamando la atención porque resulta que ahora los recursos ya no son tan escasos – o como dicen mucha quizás ni siquiera sean ya escasos para que toda o la mayor parte de la población pudiera vivir con bastante dignidad…

Economía circular

Quizás pudiera tener algo que ver con todo esto el nuevo paradigma emergente de la economía circular… Aunque en realidad, de momento, tiene que ver más específicamente con la extensión de la metáfora o el modelo del metabolismo de lo vivo al ámbito de la producción industrial, el consumo y el reciclaje. Aún así no deja de tener interés. Inspirada en gran parte en la teoría-movimiento cradle-to-cradle, lo que recientemente ha empezado a llamarse economía circular pretende efectivamente transformar de forma radical los procesos de producción industrial – energía y materia – para reorganizarlos en ciclos cerrados -; con la única aportación externa de la energía procedente del Sol – el Spaceship Earth de Fuller que inspira a Ellen MacArthur, la fundadora del movimiento.

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Fuente: Ellen MacArthur Foundation

Este (de arriba) es el diagrama que explica la economía circular. Los bienes materiales, elaborando el modelo cradle-to-cradle [4], se separan en dos ámbitos independientes, el de los materiales biológico-naturales, que pueden reciclarse naturalmente – como el árbol que muere que es transformado por los microorganismos del suelo en alimento para una nueva generación -; y el de los materiales técnicos, cuya transformación radical es la que proponen los economistas circulares. En este ámbito la transformación pasaría, entre otros campos, por la eco-química (eliminación y sustitución de los múltiples productos tóxicos que forman parte de nuestros entornos por nuevos materiales saludables), el diseño industrial y la arquitectura (desarrollo de productos/artefactos fácilmente desmontables que permitan recuperar todos sus elementos o sus materiales para ser reutilizados), la organización empresarial (implementación de nuevos conceptos de mantenimiento/reutilización/reciclaje y paso de la economía del consumo/obsolescencia a la de los servicios – por ejemplo, uno alquilaría una alfombra durante x años, que al final de su período de vida útil sería devuelta a la empresa que presta el servicio para su reciclaje), y finalmente las políticas públicas (que deberían estimular el cambio). Como digo cuando explico en clase estos asuntos, si lo pensamos, hasta el advenimiento de la revolución industrial-capitalista era así como funcionaba el mundo: había muy pocos residuos aparte de los biológicos; poco consumo energético de tipo fósil, – y ninguno nuclear; y una gran duración y reutilización de los bienes técnicos, desde los ladrillos y la piedra labrada, a los muebles y herramientas… Y no existían los plásticos. Pero claro, no fue eso lo que hizo explosionar la economía mundial…

¿Cómo se plantea entonces la viabilidad económica de la economía circular… cuando, al menos desde los núcleos que lo vienen promoviendo, parece que no se cuestiona el capitalismo como fundamento de la economía? ¿O cuando más precisamente se piensa que serán las grandes corporaciones capitalistas las que puedan impulsar esta transformación? La verdad es que no lo he estudiado mucho… Tenemos la hipótesis de Rifkin, que he comentado en posts anteriores, que se centra en el cambio del sistema de comunicación-energía basado en el petróleo y el automóvil al de las renovables e Internet, y que sostiene que la construcción de estas nuevas infraestructuras durante los próximos 50 años podría ser el nuevo motor de la economía… La idea que avanzan McDonoudgh y Braungart (autores de Cradle to Cradle, y Upcycle) es que el ahorro en materiales que dejan de tirarse a vertederos para ser utilizados de forma permanente y el cambio de los modelos de negocio basados en la venta a los basados en el acceso, el alquiler y los servicios podría dar lugar a mayores beneficios para la economía – además de las evidentes externalidades positivas relacionados con el medio ambiente… Creo que es éste el principal ámbito en que se están centrando las diversas fundaciones internacionales de la economía circular… Habrá que estudiar lo que van produciendo (ver enlace con listado de Publicaciones de la EMF en referencias).

Open Source Circular Economy (OSCE)

Por concluir esta ya extensa historia, mencionaré la penúltima incorporación al elenco de teorías y aproximaciones, que sería la que supone añadir la adjetivación del código abierto (Open Source) a la economía circular. ¿Moda, oportunismo o aportación relevante? Dependerá de lo que hagan, realmente, sus promotores y de las fuerzas que sean / seamos capaces de comprometer…

Frente a la iniciativa de la circular economy oficial, de momento liderada sobre todo por las corporaciones, la aproximación Open Source es de presumir que plantee que los nuevos diseños – de materiales, de procesos, etc., sean accesibles a todo el mundo, tanto para favorecer la innovación distribuida, como, más importante, para que cualquiera, – pequeñas comunidades, empresas locales, grupos de amigos… -, puedan aplicarlos en su actividad cotidiana: por ejemplo, producir energía renovable, cultivar y distribuir alimentos ecológicos, fabricar nuevos materiales saludables o reciclar eficientemente viejos productos…[5] Y aquí aparece la relación de la OSCE con la también, más o menos nueva, cultura fabber y maker – heredera de la cultura DIY (Do It Yourself) de los años 60 y de la cultura hacker de los 70 en adelante.

La cuestión clave para mí en relación con todo esto es la que vengo planteando últimamente en este blog y en otros contextos: ¿cómo lograr que estas iniciativas puedan llegar a alcanzar una verdadera relevancia social, más allá de constituirse en un hobby más o menos benigno, en una práctica económica marginal y precaria, o, en el peor de los casos, en banco de pruebas y fuente de innovación baratos para las grandes corporaciones?

La respuesta no la se. Se me ocurre que una cosa que habría que hacer es dotar a este nuevo modelo de más poesía política… Una poesía política que incluyera, por ejemplo, el ciclo del circulación y acumulación de capital en la ecuación, según nos sugiere, por ejemplo, Harvey (2006): «La circulación de dinero y de capital debe ser construidas como variables ecológicas tan importantes como la circulación del aire y del agua…». Que pusiera en primer plano el desarrollo de la economía, la producción y las comunidades locales, como hacen por ejemplo los teóricos del modelo DIDO-FabCity (Díez, 2016), o de la moneda social (Hallsmith, Lietaer, 2011) [6], o como hacía Iván Illich con su complejo concepto de convivialidad, que cifraba la bondad de una herramienta o sistema – de la bicicleta a los sistemas de transporte o energía – en su capacidad integral de mejorar la vida de las personas y las formaciones locales, su autonomía y sus posibilidades de producir su propio mundo. También poesía en un sentido más próximo al tradicional… Citaré de nuevo la conocida descripción de McDonough y Braungart del árbol del cerezo  como un modelo para la (re)construcción de nuestro entorno que me resulta más inspirador que los ciclos más bien mecánicos de la economía circular:

Consideremos el cerezo: miles de flores crean frutos para los pájaros, los humanos y otros animales, en orden a que un hueso pueda finalmente caer a tierra, echar raíces y crecer. Quien miraría el suelo lleno de flores y se quejaría “¡Qué ineficiente y qué gasto más inútil!” El árbol genera copiosas flores y frutos sin agotar los recursos del medio ambiente. Una vez que caen al suelo, su materia se descompone en nutrientes que alimentan a los microorganismos, insectos, plantas, animales y suelo. A pesar de que el árbol hace más producto del que necesita para su propio desarrollo en un ecosistema, esta abundancia ha evolucionado (a través de millones de años de acierto y error, en en términos de negocio, I+D), para servir a ricos y variados propósitos. De hecho, la fecundidad del árbol alimenta a casi todo lo que lo rodea. ¿Cómo sería el mundo humano si lo hubiera producido un cerezo? (2002: 72-73)

Y ¿cómo sería si el secreto de la naturaleza pudiera ser conocido y puesto en práctica por todos?, sería la pregunta que se hacen los defensores del conocimiento libre. Un poco más adelante continúan McDonough y Braungart:

Observemos el cerezo más de cerca. Mientras que crece, persigue su propia abundancia regenerativa. Pero este proceso no tiene un único propósito. De hecho, el crecimiento del árbol genera una serie de efectos positivos. Produce alimento para animales, insectos y microorganismos. Enriquece el ecosistema, secuestrando carbono, produciendo oxígeno, limpiando el aire y el agua, y creando y estabilizando el suelo. Entre sus raíces y sus ramas y sobre sus hojas, da cobijo a una gama diversa de flora y fauna, que depende de él y unos de otros para las funciones y flujos que hacen posible la vida. Y cuando el árbol muere, vuelve al suelo, soltando, al irse descomponiendo, minerales que alimentarán nuevos crecimientos saludables en el mismo lugar.

El árbol no es una entidad aislada separada de los sistemas que lo rodean: está inextricable y productivamente implicada en ellos. Ésta es una diferencia clave entre el crecimiento de los sistemas industriales y el crecimiento de la naturaleza. [McDonough, Braungart, 2002: 78-79]

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Por acabar; entre las lecciones que nos ofrecen el movimiento y la economía del software libre, según los analiza Kelty (2008), está la de que el mundo es mucho más foucaultiano y latouriano que marxiano o fulleriano – podríamos decir; – la textura de  su desplegarse está más hecha de contingencias, tácticas, estrategias, alianzas y composiciones, que de grandes principios, ideas o descubrimientos científicos… Es bueno contar con las grandes ideas, pero hace falta todo lo demás…

Aunque quizás también haya que pensar según ha sugerido recientemente el papa Francisco : una pequeña acción es sólo una gota de agua, pero el mar está hecho de gotas de agua… Tal vez tengamos que empezar siendo agua, – lo cual, podríamos decir, que sería algo bastante permacultor

# Entre el 9 y el 13 de junio de 2016 se celebrarán por segunda vez los Open Source Circular Economy Days (https://oscedays.org/), una red global de eventos, que tendrá un nodo en Sevilla (España), coordinado por Guadalupe García y el Fab Lab Sevilla (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla), y en el que colaboraremos l*s editor*s de este blog.

#notas

[0] Estas cosas son bellamente evocadas en los textos clásicos, entre otros, Los trabajos y los días, de Hesíodo, uno de los primeros textos escritos de la tradición occidental, cuya lectura me recomendara hace ya muchos años mi buen amigo Juan Lacomba.

[1] Tengo pendiente pensar y escribir sobre esto, entre otras cosas en relación con las fiestas y las polémicas laica y animalista; también con la relación entre ritos y movimientos sociales y su poco atendida dimensión dionisíaca – en tanto que procedimiento para dotar de sentido a la vida y de producción de una cierta verdad; finalmente, para tratar de relacionarlo con Spinoza, cuando escribe sobre la relación entre ciertas formas de conocimiento y el infinito gozo de existir y las situaciones que nos hacen sentir que somos eternos… Aunque todo esto probablemente son palabras mayores que igual no son propias de un blog…

[2] Un destacado científico español Ramón Margalef, también hace esta conexión información (forma)-materia-ecosistema de manera brillante. Otra cosa que tengo pendiente de lectura – en la mesa desde hace tiempo gracias a otro buen amigo, Sergio Rodríguez. 

[3] Véase por ejemplo aquí: https://bfi.org/about-fuller/big-ideas/world-game

[4]  El arquitecto William McDonough y el eco-químico Michael Braungart fueron los autores de una nueva síntesis que recogieron bajo el nombre de Cradle-to_Cradle (a veces llamada c2c) que fue de gran inspiración para la comunidad global preocupada por la ecología a principios de la década de 2000. Sin embargo, su posicionamiento poco claro en cuanto el estatus de su proyecto, – ¿la ambigüedad entre planteamientos empresariales y socio-políticos? – perjudicó, en mi opinión, su posible influencia.  De alguna manera una cuestión aparentemente contradictoria y muy estadounidense, del tipo Tesla, o incluso Google, que no deja de causar una cierta perplejidad a formas de ver el mundo más tradicionales… «Queremos salvar el mundo, pero, señores, esto no deja de ser un negocio.»

[5] En realidad como saben mis admirados amigos hippies, casi todas estas cosas pueden hacerse ya. Lo que ocurre es que no son actividades competitivas frente a los procesos industriales, y que, como es conocido, llevar una vida estrictamente ecológica hoy en día es difícilmente compatible con formar parte del mundo contemporáneo… 

[6] Hallsmith & Lieataer son, entre otros libros, autores de una de las mejores introducciones a las monedas sociales, complementarias y locales (2011), que se subtitula «Cultivando economías locales con monedas locales». Me llamó la atención de la lectura de su manual que comenzara  con una reflexión sobre la riqueza de las ciudades. Esta conexión entre monedas locales y ciudades es una que merecería la pena ser desarrollada desde el punto de vista de la circulación de capital y la ecología que sugiere también David Harvey. ¡A ver quién la hace!

#referencias

Open Soruce Circular Economy Days, https://oscedays.org/

Ellen MacArthur Foundation, http://www.ellenmacarthurfoundation.org/

Publicaciones sobre economía circular de la EMF: http://www.ellenmacarthurfoundation.org/publications

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Gregory Bateson, 1970, Form, Substance, and Difference; en G. Bateson, (edición original de 1972), Steps to an Ecology of Mind, The University of Chicago Press, Chicago & Londres

Tomás Díez, 2016, Fab City Whitepaper. Locally productive, globally connected self-suficient cities, disponible en: http://fab.city/whitepaper.pdf

Mircea Eliade, 2000, El mito del eterno retorno, Alianza Editorial, Madrid

____, 2014, Lo sagrado y lo profano, Ediciones Paidós, Barcelona

Gwendolyn Hallsmith, Bernard Lietaer, 2011, Creating Wealth. Growing Local Economies with Local Currencies, New Society Publishers, Gabriola Island

David Harvey, 2006, Notes towards a theory of uneven geographical development, en: David Harvey, 2006, Spaces of Global Capitalism, Verso, Londres-Nueva York, pp: 69-116

Ivan Illich, 2012, La convivencialidad (edición original: 1973, Tools for Conviviality), Virus Editorial, Barcelona; disponible en: http://www.ivanillich.org.mx/convivencial.pdf

Christopher M. Kelty, 2008, Two Bits. The Cultural Significance of Free Software, Duke University Press, Durham and London

Ramón Margalef, 1993, Teoría de los sistemas ecológicos, Publicacions Universitat de Barcelona, Barcelona

William McDonough, Michael Braungart, 2013, Upcycle. Beyond Sustainability – Designing for Abundance, North Point Press, Nueva York

____, 2002, Cradle to Cradle. Remaking the Way We Make Things, North Point Press, Nueva York

Jeremy Rifkin, 2014, The Zero Marginal Cost Society. The Internet of Things, the Collaborative Commons, and the Eclipse of Capitalism, Palgrave MacMillan, New York

____, 2011, The Third Industrial Revolution. How Lateral Power is Transforming Energy, The Economy, and The World, Palgrave MacMillan, New York

Marc Wigley, 2000, Man Plus, en: Fisuras de la cultura contemporánea, núm. 8, ¡Cuesta mucho ser auténtica!, enero 2000, Madrid; pp: 18-44

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3 comentarios en “Ciclos: vida, ecosistemas, fiesta, capital, cibernética … y algunas ideas sobre «economía circular»

  1. Yo creo que estos planteamientos de los ciclos virtuosos y economías circulares son algo ingenuos. Eso necesitaría tiempo. El eterno retorno, necesita paciencia para saber esperar al comienzo otra vez, que el sol vuelva a alcanzar el mediodía, hay que esperar un año para que la fiesta vuelva. Hoy no tenemos ese tiempo. Los ciclos económicos basados en los largos períodos de acumulación son ya imposibles porque todo es obsoleto en poco tiempo. Por un lado dilatar el tiempo hiperbólicamente hacia adelante en una medida imposible (el mercado de futuros). Por otra parte el eterno presente de la innovación compulsiva: reinventarse en un ahora-siempre instantáneo y sin horizonte futuro.
    En otro lado, el antropoceno. El ser humano como agente geológico que terminará con el planeta básicamente porque no puede seguir el ritmo lento de los tiempos de la naturaleza. Necesita más y lo necesita ahora. La ecología es demasiado lenta para abastecer el ritmo de consumo necesario para mantenernos a flote.

    Alternativas. ¿El decrecimiento? ¿Es posible una ralentización? ¿Llevaría eso a una falta de afluencia de mercancías al mercado y al colapso?

    El eterno retorno ecológico es un tiempo virtuoso: un tiempo para sembrar y otro para recoger. Pero nosotros vivimos en una época en la que «the time is out of joint».
    Algunas traducciones dicen que «el tiempo está fuera de quicio» y tú, como arquitecto, debes saber que si la puerta no está perfectamente ajustada en el quicio no cerrará bien¡¡¡¡

    ¿O no? Me quedo pensando.

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