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«Apuntes sobre arquitectura bioclimática», entrevista para el Topo Tabernario

Entrevista realizada por Jose Sánchez-Laulhé  a José Pérez de Lama, «osfa» para la revista sevillana El Topo Tabernario, sobre el origen, evolución y actualidad de la arquitectura bioclimática en la emergencia climática — en homenaje a uno de sus promotores, el recientemente fallecido Jaime López de Asiain.

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¿Cómo definirías la «arquitectura bioclimática»?

AB es una denominación que surge a finales de la década de 1970 para describir una práctica arquitectónica preocupada por el ahorro energético, las relaciones más amplias entre medio construido y medio ambiente más en general y el desarrollo de unos modelos de vida más ecológicos, en mayor armonía con la naturaleza, o quizás los flujos naturales de materia y energía. El aspecto más destacado en los inicios era la intención de usar lo que se llamaba «sistemas pasivos» que consistían en tratar de lograr el acondicionamiento ambiental – temperaturas en verano e invierno, iluminación… – mediante el propio diseño arquitectónico y la selección de materiales y sistemas constructivos. Se trataba de recuperar en estos aspectos las prácticas de la arquitectura tradicional o «vernácula», actualizada con los nuevos materiales y recursos tecnocientíficos cuando fuera necesario.

¿Cómo se ha transformado el concepto de AB en estos cuarenta años?

En las publicaciones fundacionales del Seminario de Arquitectura Bioclimática (grupo de investigación de Jaime López de Asiain el promotor de todo esto en Sevilla y recientemente fallecido) el énfasis se situaba en dos cuestiones, el tema energético y el desarrollo de una arquitectura — y luego una ciudad — más ecológica, en mayor armonía con la naturaleza y la cultura local. El «bio» de bioclimática pretendía hacer referencia a eso, a otra forma de vida, podría haberse llamado climática solo y plantear soluciones ultratecnológicas, pero no era el caso. Desde la perspectiva actual me parece que el verbo «bioclimatizar» funciona mejor que el sustantivo: climatizar aprovechando, modulando, los flujos naturales, pero también en el contexto de las culturas locales.

Hoy en día con el cambio climático la cuestión se ha hecho mucho más urgente, y poco a poco se está generando una preocupación más general sobre el asunto, entre la gente y entre las autoridades. Ya no es un problema de ahorro o de recursos escasos en un futuro no demasiado preciso. Por otra parte, la crisis ambiental se ha revelado en estas décadas como mucho más multifacética: no sólo es el cambio climático, sino que hay otros ocho o diez procesos que están llevando la biosfera a posibles cambios cualitativos. Y, por no extenderme demasiado, creo también que en estas décadas se ha ido poniendo cada vez más de manifiesto las estrechas relaciones entre crisis ambiental y capitalismo y crecimiento.

¿Cómo fue recibido el tema del «bioclimatismo» en la Expo 92? Desde la perspectiva del olvido actual — hasta muy recientemente — parece que hubiera sido un tema menor.

En su día creo que fue objeto de bastante interés, tanto por parte de los gestores de la Expo, como del público y los medios de comunicación, como de los especialistas. Yo creo que frente a las críticas muy evidentes que se podían hacer a la exposición universal, aquello fue una gran contribución tanto a la escena científica como a la urbanística y ciudadana. Quizás el sector que lo recibió como más suspicacia fue el de los propios arquitectos consolidados, que lo veían, como era en parte, una crítica a su forma de hacer arquitectura.

Ocurrió que luego la cosa se difuminó bastante. Situándonos en Sevilla, incluso quizás Andalucía, — y me cuesta expresarlo — me parece que hemos carecido de liderazgo y audacia política y estratégica: tanto la Junta como el Ayuntamiento como la Universidad, las instancias que uno puede observar, se limitan a implementar normas, recomendaciones y políticas que vienen de fuera. Siempre detrás. El horror o la incapacidad de tomar la iniciativa y a la experimentación. ¡Una pena!

Ahora bien, resulta interesantísimo cómo está resurgiendo el interés en estas cuestiones con la creciente preocupación por el cambio climático. Me encanta la idea de que la presión de una asociación de madres y padres de estudiantes, «Escuela de calor», haya logrado estos últimos años la aprobación en el Parlamento Andaluz de una Ley de Bioclimatización, para el acondicionamiento térmico natural de colegios e institutos. Aunque me cuentan los responsables que la Junta no la está implementando debidamente…

¿Qué pasa con la emergencia climática y qué podemos esperar de las formas de abordarlas?

Uno tiende a creer en que efectivamente está sucediendo, principalmente como resultado de la acción humana, y que efectivamente se trata de una emergencia. La instancia que parece liderar todo esto, el IPCC ,es una institución que recopila y evalúa el trabajo de cientos o quizás miles de científicos y sus conclusiones actualmente son para preocupar, y que todxs más o menos conocemos… Es una situación rara, no cabe duda, ya que la mayoría de la población no podemos comprender los modelos computacionales en que se basa el diagnóstico. Pero tenemos que confiar en la comunidad científica.

En estos momentos se puede esperar cualquier cosa. Durante un tiempo me obsesionaba la idea de que técnicamente, incluso financieramente, parece ser viable, y desde luego deseable para la mayoría, hacer la transición energética, incluso civilizatoria. Pero los únicos que se toman el asunto como algo grave y urgente, jóvenes y una minoría de científicos, por ejemplo en torno a Extinction Rebellion son considerados como radicales. Por ello, el escenario más probable que imagino es uno en el que una minoría convertirá todo esto en un negocio, como están haciendo las energéticas, y se atrincherarán en sus guetos privilegiados y bien acondicionados, dejando que la mayoría de la población sufra los peores efectos del cambio.

Entre las propuestas recientes me atrae la que Donna Haraway viene haciendo con el término, un poco en broma, del Chthuluceno, donde se relacionan prácticas de hacer mundo – worlding dice la autora – y se componen de formas nuevas humanos, no humanos, máquinas, recursos, lugares… en experimentos locales que valen por sí mismos además de su posible valor general… Sin desesperación, aunque tampoco sin un exceso de esperanza. Nec spe, nec metu … La vida misma…

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Enlace al Topo 55, 11.2022: https://eltopo.org/wp-content/uploads/2022/11/eltopo55.pdf

Recientemente publicamos un artículo sobre López de Asiain y la Expo 92: José Pérez de Lama, José Sánchez-Laulhé & Rafael Herrera Limones, 2022, Recordando los trabajos para el acondicionamiento bioclimático de la Expo92 en Sevilla. Y a Jaime López de Asiain, su principal promotor, Revista Tiempo y Clima Vol. 5 Núm. 78: Octubre 2022 [Publicado: 2022-10-29] Edición digital. ISSN: 2340-6631 pp. 32-37 https://doi.org/10.30859/ameTyCn78p32

Sobre el «devenir digital» de las universidades; nuevos comentarios

Imagen tuiteada por Antonio Casilli sobre un popular basde de memes; 17 abril 2020: https://twitter.com/AntonioCasilli/status/1248913243407552512 __ en que se plantea una temática parecida a la que aquí se desarrolla; entonces sobra la pretendida magia solucionadora de las apps y las redes digitales en relación con la pandemia de al covid-19.

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Sobre el «devenir digital» de las universidades; nuevos comentarios

José Pérez de Lama

La hierba muere.
Los hombres mueren.
Los hombres son hierba.

El célebre silogismo / poema de Gregory Bateson, Men are grass.
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Siempre se trata de un devenir-con

El devenir del título sería un término más bien técnico, según lo usan Deleuze-Guattari, Donna Haraway y algunos más.

Por un lado, propone enfatizar la dimensión de cambio permanente o de acontecimiento en el estudio del mundo y la vida; en términos clásicos-escolares una aproximación tipo Heráclito en lugar de una aproximación tipo Parmenides. Algo de esto nos sugiere en parte el enigmático silogismo de Bateson con que se abre el texto. Somos lo que hacemos, y no tanto una esencia ideal que imaginamos ser.

Por otro, y este segundo aspecto es más relevante en el presente argumento, este devenir siempre será un devenir-con: nos componemos con otros seres, con otras cosas, – y lo hacemos en un medio o una situación concreta –, para producir el mundo; para hacer worlding como dice Donna Haraway.

No existimos en un vacío ideal, ajenos a los que nos rodea, sino que es con estos otros seres – humanos y no humanos dice Haraway -, con estos artefactos que fabricamos o que empleamos, con las estructuras y entornos de los que formamos parte, con los que nos construimos a nosotros mismos y construimos el mundo que habitamos. Para los arquitectos/as, el término habitar – también en su acepción técnico-filosófica – expresa algo parecido: plantea que no somos tanto usuarios de un medio, de la ciudad, o de un edificio, como habitantes de ese medio: el medio nos afecta y nosotros a su vez contribuimos a constituirlo de muchas maneras; algo así es a lo que llaman estos autores un devenir común.
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Devenires digitales o devenires cíborg

Algunos ejemplos: Uno de los clásicos de Deleuze-Guattari sobre esta idea de los devenires-con– para la producción del mundo, es el del agenciamiento o composición hombre-caballo-montura-arco – en el espacio de la estepa – que contribuye de manera decisiva a la emergencia del imperio mongol en el siglo XIII, que arrasa Asia llegando hasta las fronteras de Europa – literalmente la producción de un nuevo mundo. Seguir leyendo Sobre el «devenir digital» de las universidades; nuevos comentarios

Una buena película es una película libre. Sobre capitalismo de la vigilancia en tiempos del Coronavirus

Imagen: John Cassavetes explicando cómo hacer una buena película; captura del vídeo Faire un bon film selon John Cassavetes de 1965. Curiosamente, sólo soy capaz de encontrarlo en la red social fb.

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«Una buena película es una película libre». Sobre el capitalismo de la vigilancia en tiempos del Coronavirus

José Pérez de Lama

Estos días ando entre preocupado y enfadado por el debate – que algún periodista dice que ya no existe – sobre si queremos o no una aplicación de móviles que nos rastree cuando nos movemos por la ciudad, que recoja si nos hubiésemos contagiado o si ya nos hubiéramos curado, y que rastree con quién nos encontramos o nos cruzamos en el transporte público o el trabajo, intercambiando información automáticamente con otros usuarios, y quizás, en ocasiones dicen, también con alguna instancia centralizada del sistema, etc. – de momento en relación con el Coronavirus y la epidemia. Pero, ¿quién sabe para qué pensarán que sería razonable usar algo así en el futuro…? Seguir leyendo Una buena película es una película libre. Sobre capitalismo de la vigilancia en tiempos del Coronavirus

Covid-1984: un extracto de la conversación entre Shoshana Zuboff y Renata Ávila sobre el capitalismo de la vigilancia

Imágenes de Shoshana Zuboff durante su conversación con Renata Ávila el pasado 18 de abril de 2020 en Diem25 Tv

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Selección y traducción José Pérez de Lama

El pasado sábado 18 de abril (2020) organizada por Diem25 TV tuvo lugar una interesante conversación entre Shoshana Zuboff (profesora de Economía de Harvard y autora del libro The Age of Surveillance Capitalism, 2019) y Renata Ávila, activista global por los derechos digitales, también parte de la red de apoyo a Julian Assange, conversación en que la trataron sobre el capitalismo digital en tiempos del Coronavirus, y más indirectamente sobre los proyectos de apps para el seguimiento de ciudadanos en relación con los contagios. La conversación fue de un gran interés y la recomiendo entera; con una marcada visión crítica, pero también propositiva (enlace al vídeo completo al final del post).

Pero como ando bastante enfadado con los defensores de la Covid-surveillance-app y la supuesta ineluctabilidad de la vigilancia cuasi total en nuestro futuro inmediato – ¡oh, la servidumbre voluntaria! – pues me animé a traducir y reproducir aquí los primeros minutos de la intervención de Zuboff que me dejaron muy admirado por la claridad y rotundidad de su punto de vista, con el que me identifico mucho.

La transcripción empieza en el minuto 38 del vídeo que se encuentra actualmente online — ahora mismo hay media hora sin acción, seguida de la presentación de Renata Ávila; seguida por la primera intervención de Shoshana Zuboff que se reproduce a continuación:

[min 38:18]
Quiero empezar con Orwell, si puede ser…
Una de las títulos de esta sesión es Covid-1984…
¡Qué titulo más brillante!

Entonces, Orwell está aquí con nosotros,
está por todos lados en nuestras mentes…

Pero quiero empezar con Orwell de una manera diferente,
no con 1984.
Sabéis que cuando escribió 1984
no era porque esperaba que 1984, aquella pesadilla
fuera a producirse… [*]
Era porque estaba dispuesto, literalmente, a sacrificar su propia vida…
— saben que pasó aquellos últimos años, cuando estaba escribiendo 1984
en las isla Hébridas
en una pequeña casa que no tenía calefacción
y tenía tuberculosis
y estaba cada vez peor
y tenía otros trabajos que entregar —
y literalmente sacrificó su vida para acabar este trabajo.
¿Por qué lo hizo?
Porque quería lanzar una llamada de atención…
al mundo, a Inglaterra, a Europea, a todo el mundo,
una llamada de advertencia,
diciendo, «Esto es lo que puede pasar,
si dejamos de prestar atención,
si no estamos movilizados.»
Era en un cierto sentido el negativo
de la foto del futuro
que el deseaba.

En otros ensayos que Orwell escribió —
era un escritor prolífico,
así era como se ganaba la vida –.
Mi texto favorito de entre todos los suyos
Era una poco disimulada reseña de un libro
titulado The Managerial Revolution (La revolución de la gestión o la organización),
escrito por un individuo llamado James Burnham.
[40:23] Este libro, entonces, había sido originalmente escrito en 1940…
Y aquí encontramos a Orwell en uno de sus mejores momentos
Despellejando a James Burnham.
Puro desprecio…
por el despreciable autor y sus despreciables conclusiones.
¿Por qué?
Porque Jame Bunrham se fijó en el Tercer Reich
y quedó impresionado con las capacidades administrativas del Tercer Reich …
al fin y al cabo estaban administrando el asesinato
dentro de sus propias fronteras …
como más adelante lo haría por toda Europa.
James Burnham estaba tan impresionado con sus capacidades organizativas (managerial)
que predijo, «¡Por supuesto, los alemanes van a ganar esta guerra!»
Porque tenían capacidades organizativas superiores.

Pero luego, unos cuantos años después,
publicó una nueva edición.
Y en la nueva edición los Aliados
habían empezado a mostrar su fuerza …
Y entonces, ¿qué pensáis que hizo Burnham?
Pues cambio su interpretación completamente.
Ahora decía que los Aliados eran los que probablemente ganarían.

[41:40] Bueno, Orwell vio esto y dijo,
“James Burnham es mi definición de cobardía.”
Es un cobarde.
Y lo que lo hace un cobarde es que agacha la cabeza (bows down)
ante cualquiera que sean las fuerzas que estén dominando en el momento,
y se rinde exageradamente a estas fuerzas [And he exceeds to those forces]
y traza una línea recta
del presente al futuro,
como si el futuro estuviera ya determinado
por quien quiera que sea el más fuerte en el momento,
o el que le parece que sea el más fuerte en el momento.
Esto es cobardía.
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Entonces, os planteo esta noche,
que estáis leyendo textos, editoriales, artículos de prensa …
todos los días …
que son cobardes.

[42:21] Porque lo que están haciendo es observar
el poder de la empresas tecnológicas,
el poder del imperio del capitalismo de la vigilancia,
cada vez más, oportunistamente, aliados,
no sólo con gobiernos autoritarios
sino también con los velados anhelos autoritarios
de gobiernos elegidos democráticamente.
Y vemos a escritores y observadores
mirando a estos grandes poderes
y rindiéndoles pleitesía,
diciendo “Esto va a ser el futuro …
esto va ser el futuro después del COVID-19 …
después del COVID-19 todo va a ser diferente.
Va a haber bio-vigilancia,
vigilancia completa,
todos nos habremos entregado
para ser objetos de seguimiento permanente y total …
y todo lo demás.

Yo digo
que eso es ser cobardes.
Por la misma razón que Orwell lo decía.

Porque no podemos conocer el futuro.

Pero si que podemos saber esto:
hay un factor decisivo que determina el futuro.
¿Sabéis cuál es?
Es cada uno de vosotros que nos está escuchando ahora mismo;
y es toda la gente que nos estará escuchando más adelante.
Y son todas las conversaciones que vais a tener con vuestros amigos.
Y los grupos de discusión que vamos a poner en marcha en vuestras comunidades.
Y son las cosas que vais a escribir; son los blogs y los posts y los vídeos que vais a hacer
y las conversaciones que vais a tener en la esfera pública y en vuestra esfera local.
!Eso! Lo que vosotros hagáis, lo que nosotros hagamos, si nos movilizamos o no, — eso es lo que determinará el futuro.
Y hasta que no sepamos esa historia, nadie puede saber lo que va a pasar en el futuro.
Depende de nosotros.
Así es como quiero empezar [esta conversación].
[45:02]

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[*] Aquí creo que hay diferentes interpretaciones, y siendo una advertencia contra los totalitarismos en general, no es difícil identificar en la historia rasgos del comunismo de la URSS con Stalin con el que Orwell había tenido algunas experiencias en la guerra española. Sobre esto, acabo de encontrar un texto de Thomas Pynchon que siempre será curioso… https://elpais.com/diario/2003/06/21/babelia/1056152350_850215.html

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Vídeo:

20 años desde la fundación de Indymedia y no vamos ganando…

Indymedia: 1 – GAFAM: 42. (1999-2020)
20 años desde la fundación de Indymedia y no vamos ganando…

José Pérez de Lama, aka osfa

Anda estos días Tim Berners-Lee promoviendo lo que llama un nuevo contrato [social] para la Web. ¿Qué está pasando para que al «inventor de la Web» se le ocurra ahora plantear un asunto así? Pues ocurre algo que, aunque a Millennials, Generación Z, quincemayistas, pedros-sánchez y jóvenes varios pueda «sonarle a chino», muchos y muchas de los que participamos en la construcción de los primeros diez o quince años de la Web sí que entenderemos.

Tal vez, una de las (pocas) cosas buenas de tener ahora más de cuarenta años de edad, – y habiendo estado atento al mundo de la cultura digital durante las últimas décadas –, es la de haber conocido de primera mano un proceso de cambio tecnológico bastante radical, comparable al que pudo haber sido la aparición de la máquina de vapor a finales del XVIII y principios del XIX. Durante aquellos años de la emergencia de la Web parecía que había un mundo nuevo lleno de nuevas posibilidades y oportunidades. Aunque más adelante también pudimos ir viendo cómo se hacían realidad algunas de las opciones, hasta llegar a convertirse en «monstruosas», y cómo otras se quedaban en nada, como si hubieran sido abortadas. Todo aquello que observábamos y que en parte nos pasaba se parecía un poco a cuando se lee un libro de historia o una novela de ciencia ficción, pero estando ahí en medio de todo, aunque fuera como protagonistas secundarios – o, a lo peor, como figurantes… o como espectadores de gallinero.

Pudimos ver cómo el período culminó hacia mediados de la década de 2000 con el triunfo de las lógicas capitalistas que hicieron suyas todas las virtualidades y oportunidades que habíamos podido vislumbrar; usándolas, incluso, como medio para volver a insuflar los decaídos espíritus animales del capitalismo a un nuevo ciclo aún más intenso; que eso parece ser lo que ahora vivimos; – o, más bien, padecemos.

Indymedia, –estos días recién hicieron veinte años de su aparición fulgurante (diciembre de 1999 en Seattle) y de ahí la presente reflexión–, representaba algunos aspectos de aquella Web (1.0 la llamaron en algún momento) que muchos de aquella generación imaginamos: ¿abierta?, ¿descentralizada?, ¿democrática?, ¿liberadora?, ¿emancipadora? Algunos o algunos lo recordaremos, y otros, la mayoría, no tendrán idea de qué fue aquello; 20 años son muchos años… e incluso a los que estuvimos allí creo que a veces nos parece más un espejismo que algo «real». De forma muy sintética, Indymedia era una red de redes – se decía así también de Internet entonces –, distribuidas globalmente para producir información independiente, bottom-up, etc. pero que en su proceso de desarrollo o de «emergencia» se constituyó también en una red de lo que algunos llamábamos «producción biopolítica», esto es, de producción de otras formas de vida, relaciones sociales y de poder, subjetividades y esas cosas… Cabe señalar algo más que hoy resulta bastante sorprendente: que Indymedia en aquel momento era de las cosas más avanzadas, la vanguardia conceptual y tecnológica de Internet. Durante algunos, pocos años, el software libre, la proliferación de la cooperación y lo que se llamó la «ética hacker», las «contracumbres» y los foros sociales mundiales, la globalización de la comunicación y las luchas, la prosperidad pre-crisis… a muchos nos parecía que algo de verdad diferente estaba (casi) a punto de ocurrir…

20 años después, tristemente, el escenario es bien diferente. La crisis, la austeridad y el disciplinamiento asociado, por un lado, y el éxito arrasador del capitalismo digital, por el otro, hacen que lo de aquellos años nos parezca hoy más un sueño, o un espejismo, como decíamos, que otra cosa. Entre las muchas descripciones de la situación actual, la del Stack de Benjamin Bratton (2015), me parece que es una de las más acertadas: una nueva hegemonía planetaria que tiene entre sus pilares fundamentales los grandes proyectos tecnológicos de control social y de extracción del valor de la cooperación. El subtítulo del libro de Bratton es precisamente «software y soberanía». El equipo que representarían los Berners-Lee, Stallman, Swartz, Indymedia, Wikipedia y tantos otros sufrimos una derrota estrepitosa… Y aún cabe preguntarse, incluso, si los activistas del software libre, la cooperación sin mando y las redes descentralizadas, en realidad, sólo estábamos «haciendo la cama» al capitalismo digital. O si, por el contrario, aquello constituía verdaderamente una alternativa truncada, malograda, que fue capturada o comprada, o lo que fuera, por los que ahora tienen la sartén por el mango (de la nube).

Esta es la pregunta que planteaba Franco Berardi Bifo, tan buen amigo de Indymedia, en su libro Futurabilidad (2017): en cualquier presente existen múltiples futuros posibles; la potencia sería la energía subjetiva que despliega las diferentes posibilidades y hace que sucedan unas u otras, lo que convertiría lo posible-virtual en actual; el poder serían “las selecciones (y las exclusiones) que están implícitas en la estructura del presente, la selección y la ejecución de una de las posibilidades, y simultáneamente la invisibilización (y la exclusión) de las otras muchas posibilidades”.

Llegados al 2020, podría decirse que en este juego tecnopolítico de las tres «Ps», – posibilidad, potencia y poder –, el equipo GAFAM, o como lo prefiramos llamar, está arrasando al equipo de Berners-Lee, Indymedia y «hippies» varios. A ver cómo se da la década que ahora comienza. ¡Salud y convivencialidad!

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* GAFAM, para los no familiarizados, es el acrónimo por el que se refiere en ocasiones al cuasi-monopolio de las 5 grandes tecnológicas.

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Franco Berardi Bifo, Futurability. The Age of Impotence and the Horizon of Possibility, Verso, Londres Nueva York

Tim Berners-Lee et al, 2020, Contract for the Web. A global plan of action to make our online world safe and empowering for everyone, https://contractfortheweb.org/

Benjamin Bratton, 2015, The Stack. On Software and Sovereignty, The MIT Press. Software Studies Series, Cambridge

You don’t have to be cool: sobre ministros, camisetas y dandismo…

You don’t have to be rich to be my girl
You don’t have to be cool to rule my world
Ain’t no particular sign I’m more compatible with
I just want your extra time and your …

Prince, Kiss, Art of Noise, 1988…

Imagen: Prince, en el Coachella Festival en 2008 (a la edad de 50 años). Foto de Scott Penner; fuente: Wikipedia & https://www.flickr.com/photos/penner/2450784866

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Selección y notas de José Pérez de Lama

Siempre me llamó la atención el estilo o la imagen de las personas, y el debate sobre el look del ministro Castells estos días me hizo pensar un poco sobre si era una cosa mía, una afición, como al que le gustan el Románico o los libros de detectives, o era algo más… Los antropólogos tendrán que decir, en fin, todo el mundo… Otra cosa es que sea más o menos interesante lo que podamos decir unos y otros.

La cosa me hizo acordarme de esto de Foucault que reproduzco más abajo; —- me llamaron la atención hace un tiempo estos párrafos suyos sobre el «dandismo» en un contexto que me resultaba sorprendente y divertido; su célebre – para algunos – comentario al texto de Kant ¿Qué es la Ilustración? — en unos párrafos sobre Baudelaire y la Modernidad. Foucault lo evocaba como una rasgo del ethos de la modernidad: la idea, o su representación, de que podemos hacernos a nosotr*s mism*s… ___ A mí además me hacía echar de menos los años 80-90 que yo recuerdo — en que la gente, al menos la que yo conocía, trataba efectivamente de tener un cierto estilo o una imagen, diferente, personal… Aunque tampoco estoy del todo seguro, e igual no eran los 80-90 sino simplemente que es algo que hacíamos por ser más jóvenes… Pero es que hoy no lo veo en los jóvenes, en la Universidad… o lo veo poco…

En la foto de arriba: Prince – Roger Nelson — como decía, a los 50 años de edad –uno de los iconos del estilo durante mi juventud…

Siguen ya los pasajes de Foucault; espero que no queden demasiado descontextualizados… En cualquier caso la lectura  de los textos, tanto del original de Kant como el de Foucault, es interesante y entretenida (ambos se encuentran en Internet; algunos enlaces al final).

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Foucault:

»Haciendo referencia al texto de Kant, me pregunto si no se puede considerar la modernidad más bien como una actitud que como un período de la historia. Con “actitud” quiero decir un modo de relación con y frente a la actualidad; una elección voluntaria que algunos hacen; en suma, una manera de pensar y de sentir, una manera, también, de actuar y de conducirse que marca una relación de pertenencia y, simultáneamente, se presenta a sí misma como una tarea. Un poco, sin duda, como aquello que los antiguos griegos denominaban un «ethos».  […]

»Para caracterizar brevemente esta actitud de modernidad, me referiré a un ejemplo que resulta casi necesario: se trata de Baudelaire, y ello porque su consciencia de la modernidad es generalmente reconocida como una de las más agudas en el siglo XIX. […]

[Comienza con una enumeración de cuestiones, pero nos quedamos sólo con la tercera.]

»3. No obstante, para Baudelaire la modernidad no es simplemente una forma de relación con el presente; es, también, un modo de relación que hay que establecer consigo mismo. La actitud voluntaria de modernidad está ligada a un ascetismo indispensable. Ser moderno no es aceptarse a sí mismo tal como se es en el flujo de momentos que pasan; es tomarse a sí mismo como objeto de una elaboración ardua y compleja; es lo que Baudelaire llama, según el vocabulario de la época, el «dandismo». No recordaré aquí pasajes bien conocidos y referidos ora a la naturaleza «vulgar, terrenal, inmunda», ora a la rebelión indispensable del hombre contra sí mismo, ora a la «doctrina de la elegancia» que impone «a sus ambiciosos y humildes discípulos» una disciplina más despótica que las más terribles de las religiones; pasajes, en fin, sobre el ascetismo del «dandy» que hace de su cuerpo, de su comportamiento, de sus sentimientos y pasiones, de su existencia, una obra de arte. El hombre moderno, para Baudelaire, no es aquel que se lanza al descubrimiento de sí mismo, de sus secretos y de su verdad escondida; es aquel que intenta inventarse a sí mismo. Esta modernidad no «libera al hombre en su propio ser», lo obliga a la tarea de elaborarse a sí mismo.

[Y algo de conclusión de esta parte del texto.]

»He querido hacer énfasis, por una parte, en el enraizamiento en la Aufklärung de un tipo de interrogación filosófica que problematiza, de modo simultáneo, la relación con el presente, el modo de ser histórico y la constitución de sí mismo como sujeto autónomo.

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Comentario: Por supuesto que esta constitución de sí mismo, no sólo pasará por el dandismo; o de otra manera, el dandismo no sólo puedo imaginarlo como una estética sino que también lo puedo imaginar como algo intelectual, existencial, etc.  Ain’t no particular sign I’m more compatible with…  Pero… en fin, a mí, y se que no es importante, — y aunque vea la parte de resistencia, de rebeldía o de provocación –, no me acaba de convencer este nuevo estilo de ir al Parlamento y lugares similares… You don’t have to be cool… pero si alguien tiene un aspecto así medio cool, sin pasarse, pues tampoco está mal… ¿O qué?

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#referencias

El texto de Foucault (de 1983-84) que reproduzco aquí, de una versión disponble on line; traducción de los editores de la web según me parece entender [con alguna pequeñísima modificación] — ¡muchas gracias!:
* http://www.catedras.fsoc.uba.ar/mari/Archivos/HTML/Foucault_ilustracion.htm

Otra en pdf aquí traducción de Jorge Dávila (Actual, No. 28, 1994 ):
* http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/15889/davila-que-es-la-ilustracion.pdf;jsessionid=AEBB128363D41D1DDA246C9936452631?sequence=1

La primera vez que lo leí fue en la edición de las Obras esenciales de Foucault en edición y traducción de Ángel Gabilondo (2010; pp.975-990), Barcelona: Paidós.

 

Comentario Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización


Escena bobo con libro.

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Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización

José Pérez de Lama, versión beta

Comentario de: Christophe Guilluy, 2019, No society. El fin de la clase media occidental, Taurus, Barcelona

Leí estos días No society, el libro de Guilluy, geógrafo (aunque también me parece sociólogo) francés que viene recibiendo una cierta atención en los medios por las tesis o hipótesis que se presentan en este volumen y en otro anterior. Éste, me ha parecido en efecto bastante interesante; aunque más en el análisis que propiamente en las conclusiones y propuestas.

El interés por Guilluy viene de lo que viene planteando para explicar el movimiento de los gilets jaunes en Francia y más en general lo que pueden llamarse populismos de derecha (Le Pen en Francia; que en este nuevo libro extiende a nuevos ámbitos: Trump en EEUU, el Brexit en RU, y algún comentario más puntual sobre Italia, Grecia, España o Cataluña).

Señalaré a continuación tres o cuatro ideas que me llamaron más la atención. Seguir leyendo Comentario Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización

Imaginando el futuro tras la catástrofe climática – William Gibson en «Peripheral»

Imagen: ¿No Future? Pegatina / sticker de 1977; diseño de james Reid / Sex Pistols; fuente: https://www.beatbooks.com/pages/books/37921/the-sex-pistols/no-future-maximum-penalty-5-sex-pistols-gummed-sticker-c-january-1977

«Ya le he contado del malestar y la confusión que producen el viajar en el tiempo.» H.G. Wells; epígrafe que encabeza la novela de W. Gibson.

Introducción y traducción de José Pérez de Lama

El próximo viernes 27 de septiembre hay convocatoria global – incluida Sevilla – para llamar la atención sobre el cambio climático. Con ese motivo, y también, porque me ha gustado mucho el libro, traduzco un capítulo de Peripheral, creo que la última novela de William Gibson (2014), en que se presenta un interesante y a mi juicio bastante verosímil escenario de catástrofe climática y de cómo podría ser mundo, más bien distópico, que surgiera después.

La novela, y trato de no hacer spoiler, va de viajes en el tiempo entre unas fechas próximas a las actuales y finales del siglo XXI; la acción se va configurando poco a poco hasta irse centrando en cómo los personajes del futuro tratan e evitar su propio presente… en fin… y más en particular en sus aspectos eco-tecno-sociales… El final… no cuento más, es más interesante que en los armagedones típicos de otras novelas del género…

En la escena que sigue están hablando dos de los personajes principales, por un lado Flynne Fisher, habitante de nuestro presente, más o menos, y Wilf Netherton, nativo del futuro, pero que está tele-tempo-presente en su pasado. Wilf está explicando a Flynne lo que llaman el Jackpot, la catástrofe climática. Jackpot, significa algo así como «cuponazo» o premio gordo de la lotería… típicamente en Gibson sugiere el espíritu de casino que parece qie nos está llevando por el camino del cambio climático.

Quizás sea lioso el tema del tiempo en el texto que traduzco: hay fundamentalmente tres momentos que se deben tener en cuenta: el presente de Flynne, más o menos 2020 o 2025, el presente de Wilf (posterior al Jackpot, hacia 2090 o 2100, y el tiempo del Jackpot, la etapa más crítica de la catástrofe climática, que estimaría sobre 2050-60).

Referencia: William Gibson, 2014, Peripheral, Penguin; pp. 319-22

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El Jackpot

[…] Y entonces empezó a explicarle lo que llamaba el Jackpot.

Y lo primero de todo es que no había sido una sola cosa. Que fue algo multicausal, sin un comienzo en particular y sin un final. Más un clima que un acontecimiento, no como en las típicas historias apocalípticas en las que hay una gran catástrofe, después de la cual todo el mundo sale con armas […] o tras la que son devorados vivos por algo causado por la catástrofe. Nada parecido.

Fue algo androgénico, dijo, y ella sabía de [los programas de] Ciencia Loca y del National Geographic que significaba causado por la gente. No es que hubieran sabido lo que estaban haciendo, que lo hubieran hecho a posta, que hubieran querido crear los problemas, pero los causaron de todas maneras. Y fue en efecto el propio clima, el tiempo, debido a que había demasiado carbono, lo que impulsó muchas de las cosas. El que siempre fuera a peor y nunca a mejor, y que se considerase normal que fuera así, – algo que estaba pasando. Porque la gente en el pasado, que no tenía ni idea de cómo aquello funcionaba, se lo cargó todo, no fueron capaces de organizar cómo hacer algo, incluso cuando ya sabían que estaba pasando, y luego, ya, pues era demasiado tarde. Seguir leyendo Imaginando el futuro tras la catástrofe climática – William Gibson en «Peripheral»

Nietos de Keynes. Buenas y malas noticias sobre la economía de la abundancia

Imagen: J.M. Keynes con la bailarina rusa Lydia Lopokova. Foto: Cortesía de Wiedenfeld & Nicolson. Fuente: Bloomberg Business

 

José Pérez de Lama / publicado en LABlog 01/06/2015

Las buenas noticias

En su último libro, The Zero Marginal Cost Society, Jeremy Rifkin, recuerda un texto escrito por J.M. Keynes en 1930 en el que preveía que, hacia el año 2030, si se daban unas ciertas condiciones en el desarrollo de la civilización, la generación de sus nietos no tendría ya que trabajar. El problema económico se habría acabado, habríamos entrado en lo que se viene llamando una economía de la abundancia; los asuntos económicos serían resuelto de manera profesional y rutinaria como si fuese la tarea de un dentista. El desarrollo técnico o tecnológico sería la clave principal para este logro. A pesar de que el trabajo no sería realmente necesario, Keynes planteaba que la mayoría de la población trabajase 3 horas al día / 15 a la semana para satisfacer la necesidad cultural, acunada durante siglos, de hacer cosas como forma de sentirnos útiles y valiosos – aquello del homo faber; también por las dificultades que imaginaba que tendríamos para saber llenar el tiempo sin el trabajo al que estamos tan acostumbrados.

El planteamiento de Keynes creo que no es demasiado extraño o raro. Paul Lafargue, uno de los yernos de Marx, que por cierto pasó algunos años de su vida en Madrid, ya había escrito un libro sobre este asunto del final del trabajo, publicado en 1880, y titulado El derecho a la pereza. Lo que a mi me resulta llamativo es que fuera Keynes el que lo plantease, probablemente el que fuera el economista más importante del siglo XX, un hombre estrechamente implicado en las realidades políticas y económicas de su tiempo, un hombre sin duda idealista, pero también muy pragmático.

El reciente debate sobre la renta básica universal (RBU) volvió a poner de actualidad este asunto de la relación entre ingresos y trabajo, aunque en la opinión pública el énfasis se situó más en la cuestión de la justicia social y la redistribución de la riqueza, que en la de la innovación tecnológica o el cambio civilizatorio tal como planteaba Keynes. Franco Berardi Bifo, esta misma semana en Sevilla, recordaba también al Rifkin de mediados de los 90 cuando éste empezaba a escribir sobre el final del trabajo (The End of Work, 1995). Para Bifo lo que Rifkin señalaba es que existía y existe la posibilidad de que efectivamente se acabe la necesidad de trabajar para ganarse la vida, para la mayor parte de la población. Aportaba el dato reciente de una entrevista, – 2014 -, con Larry Page y Sergey Brin, los patrones de Google, en la que éstos estimaban que su empresa sería capaz, actualmente, de automatizar el 45% del trabajo global. Bifo señalaba como principal obstáculo, sin embargo, que tenemos grabado en nuestro sistema neurológico, en nuestro firmware, la relación salarial como medio para obtener el dinero para poder vivir. Como sociedad no somos capaces de imaginarnos el que seamos capaces de organizarnos y sobrevivir más allá de la existencia de esta relación. Seguir leyendo Nietos de Keynes. Buenas y malas noticias sobre la economía de la abundancia

La administración del miedo; Virilio, Polanyi


Imagen: Bunker en la costa atlántica francesa, fotografía de Paul Virilio. Fuente: https://www.uberkreative.com/blog/war-architecturebunkers-paul-virilio-monuments-or-icons

José Pérez de Lama

La administración del miedoThe Administration of Fear – es el título de una larga entrevista a Paul Virilio publicada en la mítica – al menos para mí – editorial Semiotext(e). La entrevista, junto con una estupenda introducción, se la hace Bertrand Richard; es tremendamente inquietante a la vez que fascinante, como es propio de Virilio. Trata del miedo, efectivamente, de la guerra, de las tecnologías y la aceleración, algunos de sus temas preferidos. Me centraré aquí en el tema del miedo, de la administración del miedo, que da título al pequeño volumen gris oscuro.

Según cuenta Virilio nada más empezar, el título se lo de debe a Graham Greene y su novelita The Ministry of Fear, que trataba de un grupo de quintacolumnistas, (espías/infiltrados), alemanes en el Londres de la Segunda Guerra Mundial. (Me gusta mucho esa novela a mí también).

Pero antes de tratar de lo que propone Virilio comentaré algo que leí hace unos años en Polanyi, en su célebre The Great Transformation, y de lo que me acuerdo mucho últimamente. Señalaba Polanyi que el gran dilema de las sociedades occidentales modernas habría sido el que se da entre libertad y seguridad. En su día me llamó la atención porque no era el que yo había acostumbrado a pensar, que era el dilema entre libertad e igualdad. Pensando sobre el asunto me di cuenta de que éste último había sido propuesto por (el liberal) Karl Popper, atribuyendo la libertad (individual sobre todo) al liberalismo, y la igualdad – que el autor pensaba como opuesta a la libertad – al socialismo. En virtud de su análisis de esta oposición Popper, – La sociedad abierta… -, concluía que era preferible el liberalismo frente al socialismo.

Polanyi con su oposición «libertad-seguridad» lo ve de otra manera. Asocia «la libertad» al capitalismo – libertades individuales, de propiedad, empresas, etc -, que se opone para él a la seguridad de la población en general, que tendría que ver con la supervivencia, el empleo, la vivienda, el poder tener una vida digna… En estos términos y en nuestras sociedades esta seguridad la podríamos oponer a la precariedad – y a la pobreza – en cuanto inseguridad o incertidumbre vital. Para Polanyi la intervención del estado – con sus leyes, su cierta acción redistributiva, los servicios públicos, etc. – representaría el impulso social hacia la seguridad. Polanyi, que como se suele recordar se consideraba un socialista no marxista, planteaba el estado como el principio que compensaba y moderaba las libertades del capitalismo – que incluía según el autor la dudosa transformación de trabajo, tierra y dinero en mercancías. La seguridad de Polanyi era fundamentalmente contra el avasallamiento de la vida por parte del capitalismo. Quizás como en «seguridad social.» También es bastante conocida la crítica que Polanyi hacía de «las libertades del capitalismo» – las libertades de explotar, de apropiarse de la riqueza producida socialmente, de destruir el medio ambiente, etc. Seguir leyendo La administración del miedo; Virilio, Polanyi