Anna Tsing es una de las investigadoras más destacadas de la actualidad sobre el llamado Antropoceno, que podríamos describir como la era geológica del cambio climático. En uno de sus libros más conocidos escribe unas líneas bastante críticas sobre la investigación en las universidades actuales, que traduzco y comento.
Clasificación de matsutakes; fuente: http://mushroom-collecting.com/
José Pérez de Lama
Cita de Anna Tsing, 2015, The Mushroom at the End of the World. On the Possibilities of Life in the Capitalist Ruins, Princeton University Press, Princeton y Oxford; pp. 285-286:
Uno de los más extraños proyectos de privatización y mercantilización del principio del siglo 21 ha sido el movimiento para mercantilizar el estudio y la investigación. Dos versiones han resultado sorprendentemente poderosas. En Europa, los administradores imponen prácticas de evaluación que reducen el trabajo de los investigadores a un número, una suma total para una vida de intercambio intelectual. En los Estados Unidos, se pide a los investigadores que se conviertan en emprendedores, produciéndonos a nosotros mismos como marcas, persiguiendo el estrellato desde el principio de nuestros días de estudio, cuando aún no sabemos nada. Ambos proyectos me parecen estrafalarios __ y asfixiantes. Mediante la privatización de lo que es necesariamente un trabajo colaborativo, estos proyectos tienen el objetivo de extraer la vida de la investigación.
Cualquiera que se preocupe por las ideas se ve forzado, entonces, a crear escenarios que escapen a la “profesionalización”, esto es, a las técnicas de control y vigilancia de la privatización. Esto significa diseñar investigaciones que requieran de grupos de juego y clusters colaborativos: no sumas de individuos calculando costes y beneficios, sino más bien investigaciones que emergen a través de su colaboración. Pensar a través de las setas (*), de nuevo, puede ser de ayuda. ¿Qué pasaría si imagináramos la vida intelectual como un bosque rural, (una dehesa diríamos quizás en nuestro entorno, n. del t.), una fuente de muchos productos útiles que emergen de un diseño no intencionado? La imagen invoca a su contrario: En las prácticas de evaluación, la vida intelectual es una plantación; en el emprendimiento investigador, la vida intelectual es puro robo, la apropiación privada de productos comunes. Ninguna de las dos es atractiva. Consideremos, en su lugar, los placeres del bosque. Allí hay muchos productos de utilidad, desde frutos y setas, a leña, vegetales silvestres, hierbas medicinales, incluso madera para carpintería. Un recolector puede elegir qué recoger y puede aprovechar los manchas (parche sería el término técnico, del ámbito de la ecología, usado por Tsing) de bosque de riqueza inesperada. Pero el bosque requiere de un trabajo continuado, no para convertirlo en un jardín, sino más bien para mantenerlo abierto y disponible para una gama diversa de especies. La poda, el ganado pastando y el fuego mantienen esta arquitectura; otras especies se congregan para hacerlo suyo. Para el trabajo intelectual esto parece muy adecuado. El trabajo en común crea las posibilidades para que se den proezas particulares de investigación individual. Estimular el potencial desconocido de los avances en el conocimiento _ como con los tesoros inesperados de un grupo de setas – necesita del mantenimiento del trabajo común del bosque intelectual.
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Comentario: El libro que Tsing que comento se dedica a estudiar los ecosistemas o ecologías y economías políticas globales en torno a unas curiosas setas llamadas matsutake, especialmente estimadas en la cultura japonesa. Se da la circunstancia de que estas setas crecen sobre todo en bosques arruinados, destruidos por la sobre-explotación capitalista, y que lo hacen como parte de agenciamientos simbióticos con determinados árboles, suelos, paisajes y poblaciones. En torno a ellos ha emergido una economía global, informal, que en determinado momento se conecta con el sistema mercantil capitalista. Tsing la interpreta como una economía del naufragio, un anticipo de las formas en que será posible sobrevivir en las ruinas del capitalismo… Este salvage capitalism, que traduzco como capitalismo del naufragio, es uno de los conceptos propuestos por la autora, y describiría el sistema en el que los capitalistas se especializan en convertir en mercancía los restos producidos autónomamente por comunidades que sobreviven distribuidas por todo el planeta, estableciendo interfaces capaces de traducir entre unos y otros entornos, sin la necesidad de organizar ni controlar los procesos concretos de producción.
El paralelismo con el mundo de la investigación me pareció bastante sugerente; además del duro juicio que hace sobre el actual sistema de investigación hegemónico. Tsing ha recibido recientemente una beca de la universidad de Aarhus, de cinco millones de dólares, para continuar con sus investigaciones.