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Vinciane Despret, «A la salud de los muertos», un comentario

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Portada de A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan, edición de La Oveja Roja y fotografía de la autora, Vinciane Despret.

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Selección y comentario de José Pérez de Lama

Reseña de: Vinciane Despret, 2022 [2015], A la salud de los muertos: relatos de quienes quedan, La Oveja Roja, Madrid

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Extraño libro que me mantuvo intrigado, aunque en general me decepcionó.  O quizá era eso lo que pretendía la autora, que los lectores construyeran su contra-lectura… con sus propias experiencias y percepción sobre cómo mantenemos vivos a los muertos, sus diversos «modos de existencia» — Latour dixit — …

Ya decía Marx en el Brumario «La tradición de todas las generaciones muertas gravita como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos”.» Y por el lado positivo, entre otros muchos podemos citar a Newton, «vemos tan lejos porque estamos sobre hombros de gigantes», por mencionar dos historias conocidas. Los muertos, si bien de otro modo, continúan existiendo y afectando a los vivos, — eso dice Despret –. Y ocurre también,  y lo vemos cotidianamente, que la acción de los vivos también «afecta» al modo de existencia con que continúan presentes los muertos: les hace justicia, completa o destruye sus obras, o sus intenciones, desarrolla o reinterpreta sus pensamientos, reordena su recuerdo…

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Lo arriba expuesto es lo que la autora explica en la parte inicial del libro, y me resulta lo más interesante, en las formas relativamente más convencionales en que cuenta cómo sucede: gente que sigue conversando con sus muertos, que les escribe cartas, que los recuerda en ciertos lugares y circunstancias… Una amiga, Queti Naranjo, comentando sobre el libro me decía que siempre que está guisando y poner laurel se acuerda de su madre; ayer yo tuve un intenso recuerdo de mi padre al encontrar un sitio de desayuno dominical donde ponían unos churros maravillosos, algo que era una fiesta para él, como lo es para mí.

Una de las argumentos del libro efectivamente es en contra de la vigente teoría del duelo, que si no entendí mal, la autora califica de freudiana, según la cual un duelo saludable es el que se supera y permite olvidar al difunto. En contra de esto Despret defiende y expone otras prácticas de duelo que tendrían que ver con cultivar el recuerdo de una manera no dolorosa, o en la que el dolor no es la más importante; — al contrario, serían prácticas que hacen por mantener la presencia, la salud, de los muertos.

Hay varios temas, «diagonales» los llamaría, que en el desarrollo del libro parece que interesan más a la autora que lo que enuncia de partida, y que esto de los muertos le permite explorar. Uno sería una interpretación pragmatista de ciertos comportamientos «irracionales», quizás el más destacado. Y en cierto modo, a mí que soy persona racional y que me interesaba lo planteado inicialmente, es lo que me fastidió del libro: la mayor parte se dedica a cosas como las presencias tipo fantasmas o apariciones, los sueños, el espiritismo, ciertas prácticas populares de religiosidad… que en general me parecen formas extravagantes de hacer presentes a los muertos, frente a otras mucho más comunes y por eso, para mí, más interesante. La aproximación de Despret a estas «prácticas irracionales», no obstante, es interesante: trata de evitar las explicaciones y se centra en los efectos, en cómo generan y afectan los modos de existencia otro de los muertos, la continuidad de su presencia entre los vivos.

Una segunda cuestión, compleja para mí, sería la de una especie de «neoanimismo» — en la línea latouriana de las cosas que son actores en la medida que afectan lo que acontece.

Una tercera sería la de su interés por el contar historias o relatos, en este caso como manera fundamental por la que se mantienen presentes, y en cierto modo vivos, los que ya no están. Un contar historias que no sería mapa sino territorio, que sería la experiencia misma de la presencia. Un tema muy de mi interés que ando tratando de escribir sobre mi padre, sus padres y otros temas familiares en esta línea de mantener la presencia, cuidar la memoria… Dejo para acabar cita sobre esto de Despret, de las últimas páginas del libro. Los relatos son las experimentaciones donde se fabrica el ser, dice la autora.

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Cita larga del libro, pp. 175 y sigs.

[Sobre muertos y contar historias]

[…] el movimiento que imprime el relato. B. se basa en un presupuesto no cuestionado; que estas historias [las historias sobre muertos, presencias…] tiene la función de describir algo que sucedió. Conozco [sin embargo] pocas historias que correspondan a esta definición. Las historias hacen, y hacen que algo suceda. Crean. Son sensibles y conmueven. Hacen existir cosas y mundos.

Asumir que las historias describen acontecimientos […] es imaginar [p. 176] a las personas en la misma postura que asumen quienes las interrogan [antropólogos, investigadores], que van a describir y pensar a partir de descripciones. Por supuesto, en eso consiste su labor de investigación, al igual que consiste en no confundir el mapa y el territorio, sus descripciones y lo que éstas describen, las historias que ellos fabrican y eso a partir de lo cual lo fabrican. Pero aquí no hay mapa, la historia es el territorio.

[…] Las historias mantienen presente la presencia, mantienen vivo al muerto. Las historias insisten en su reformulación. Re-suscitan vacilaciones. Son performances.

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Por lo tanto, la historia que permite fabricar una presencia no relata el acontecimiento, la historia mismo es un acontecimiento. Se vive esa presencia, se la revive, es decir también, se la revivifica. Contar este tipo de historias compete a las artes de la experimentación. Los que escriben para descubrir o explorar lo que piensan, saben que la escritura es del mismo material que el pensamiento. […] Los relatos no están «después» de la experiencia, son plenamente parte de ella. Comienzan con ella, prolongan las vacilaciones y las reactivan. […] la historia es del mismo material que la experiencia. Se trata de un mismo lienzo que se pliega y se despliega al mismo ritmo.

Los relatos cultivan el arte de prolongar la experiencia de la presencia. Es el arte del ritmo y del pasaje entre varios mundos, el arte de hacer sentir varias voces. Vacilar, caminar en el medio, un verdadero medio, no el de una línea, sino el de líneas múltiples.

[P. 177] […] su forma de eficacia […] consiste en hacer sentir, es decir, en hacer existir. […] Son enunciados que actúan, o más precisamente, son relatos que transmiten las presencias que afectan y que hacen actuar. Daniel Bensaid escribía: «Los muertos convocan a los vivos para que despierten a los muertos». Aquí comienza y se prolonga un relato, Por el medio.

[P. 178] […] convocan siempre otras versiones; son deseos de continuar, deseo de otras historias, deseo de vitalidad, encantamiento. Estas historias no encantan el mundo, como se dice a menudo, sino que se resisten a su desanimación. No luchan contra la ausencia, sino que componen con la presencia. En sus mismas formas, en la enorme inventiva de sus formas. Los relatos que hacen hacer los muertos son historias sin fin, deliberadamente sin fin, siempre pueden volver a abrirse; reformulaciones. Son historias que acogen, que toman nota de algo que hace pensar, lo cual quiere decir dudar y fabular. Activamente. Los relatos son experimentaciones. Son los talleres donde se fabrica el ser.

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«Todo es un lab», comentarios sobre The Lab Book, de Wershler, Emerson & Parikka

Imagen: «Food lab» del programa de Economía doméstica de la Universidad de Manitoba, 1914 o 1915; fuente: https://news.umanitoba.ca/five-stories-105-years/

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Referencia completa del libro: Darren Wershler, Lori Emerson, Jussi Parikka, 2021, The Lab Book. Situated Practices in Media Studies, University of Minnesota, Minneapolis

Comentario de José Pérez de Lama [en construcción]

Hoy en día «todo es un lab» dicen las autoras. Yo, por ejemplo, tengo un lab con mi madre, en su casa –también participa mi hermana–, en el que hacemos reproducciones de piezas familiares usando fotogrametría, impresión 3D y moldes de silicona flexible (una técnica que aprendí en la Fab Academy). Nuestra principal obra hasta ahora son reproducciones de un busto de mi abuela-niña, esculpido por su padre en 1925 — para regalarlas a la familia. Eso aparte del «laboratorio de costura» y del de «hacer cosas con cuentas» de mi madre; de la cocina; o de la propia casa para los experimentos con la vida misma como decía un joven catedrático de mi departamento universitario (F. González de Canales). Bromas aparte, de eso más o menos trata el libro de Wershler, Emerson y Parikka: de la proliferación de los laboratorios más allá de los clásicos laboratorios científicos. ¿A qué se debe? ¿Qué puede significar? ¿Cómo son, qué hacen y que tienen en común todos estos «laboratorios» que encontramos por todos lados?

La aproximación que plantean las autoras la hacen desde los Science and Technology Studies (STS), los estudios culturales, tal vez, y más específicamente, desde la «arqueología de los medios» [media archeology], la disciplina que parecen compartir las autoras, sobre la que volveremos un poco más adelante. Con esto quizás quiero sugerir que no es lo que imagino que leerían la mayoría de mis colegas del fab lab, que son más de tutoriales de YouTube, máquinas, software, cosas de makers… Es un libro más bien teórico y especulativo. A mí, que soy un poco de ambos gremios –manuales y tutoriales de YouTube y «lecturas latourianas»–, la lectura me ha sido bastante interesante; a veces quizás un poco densa. Conviene aclarar que tampoco es un libro específicamente sobre fab labs, hacklabs y cosas del estilo. El foco de atención principal podría decirse que se sitúa sobre esa cosa no tan fácil de imaginar, al menos para mí, como son los llamados «laboratorios de humanidades digitales»…

La lectura en todo caso me hizo plantearme muchas nuevas preguntas, encontrar afinidades con situaciones que desconocía, sentirme acompañado en lo que pensaba como errores y fracasos y que, quizás, a la vista de lo que cuenta el Lab Book puede que no lo fueran tanto… Seguramente también me sugirió nuevas herramientas, incluso «armas» –en sentido metafórico, desde luego– para movernos por los mundos del saber/poder…

Traduzco a continuación algunos párrafos introductorios originales, para dar una idea del tono, y para dejar que l*s autor*s lo expliquen con sus propias palabras:

Introducción: Todo es un lab

Los labs están por todos lados y no podemos dejar de hablar de ellos.

Medialabs, zonas hacker, makerspaces, laboratorios de humanidades, fab labs, incubadoras tecnológicas, centros de innovación, hacklabs y laboratorios de arqueología de los medios: estos espacios híbridos, que a veces solo tienen un vago parecido con los laboratorios científicos de los que toman parte de su inspiración, son espacios fronterizos [liminal] pero cada vez más potentes. Aparecen en universidades y escuelas, encajados con ciertas dificultades entre departamentos y facultades tradicionales. También están en sótanos, almacenes, zonas comerciales y casas ocupadas. Son estables en grados variables, muchos tienen la misma dirección desde hace bastante tiempo y un elenco itinerante de ocupantes. Algunos aparecen en un lugar durante unos pocos días, y a continuación se trasladan a otro. A veces incluso están en vehículos móviles [mobile trucks] en las calles, llevando herramientas y experiencias a niños en colegios y al público en general. Cuando los administradores organizan clusters de herramientas y talento para producir valor económico, puede ocurrir que los laboratorios se alineen con los inversores capitalistas [venture capitalists] más duros; en otros casos son lugares abiertos para su uso libre por parte de cualquiera, desdeñosos de las motivaciones comerciales.

La primera dificultad para hablar de laboratorios con algo de precisión es que la metáfora del lab ha permeado la cultura contemporánea hasta el grado de que se puede aplicar a casi cualquier cosa. A lo largo de este libro, argumentamos que los laboratorios siempre fueron híbridos y que necesitamos una heurística [un método relativamente simple e intuitivo] para poder estudiarlos. Idealmente, esta heurística debería ayudar a todo tipo de labs para describirse a sí mismos, con especial atención a las cuestiones de cómo la composición específica de cada laboratorio los [p. 2] habilita para la tarea de producir conocimiento. Mientras reuníamos escritos sobre aquellos laboratorios que considerábamos más instructivos se iban repitiendo ciertas categorías analíticas : espacio, aparato, infraestructura y políticas, gente, imaginarios y técnicas. Cada una de ellas ofrecía una perspectiva potente, si bien parcial, de nuestro sujeto / objeto de estudio. Tras pensarlo un poco, y tras docenas de entrevistas con directores y participantes en laboratorios alrededor del mundo, empezamos a darnos cuenta de que las diferencias entre los tipos de análisis que estas categorías producían no eran un problema [liability]. Al consideralos conjuntamente, comparativamente, emergía una manera de cartografiar la indudable complejidad de las relaciones del mundo de los laboratorios. Como resultado, estas categorías se convirtieron en las componentes de nuestra heurística a la que llamamos el «modelo extendido de laboratorio». Finalmente, también se convirtieron en los principios estructurantes de este libro, con cada capítulo centrado en una categoría. Cada capítulo también incluye varios casos de estudio, algunos de los cuales usan materiales de nuestra colección de entrevistas, que ofrecen la posibilidad de pensar a través de las relaciones activas entre el aspecto del laboratorio objeto específico de estudio en el capítulo correspondiente  y algunos, si no todos, de los otros aspectos del laboratorio extendido. […]

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[1] Laboratorios híbridos. Como suelo hacer últimamente, comentaré unas pocas cuestiones que me llamaron la atención de la lectura. La primera tiene que ver con la condición de «híbridos» de los laboratorios que se menciona en las párrafos anteriores. Esto me tenía algo confundido al principio, y no fue hasta la segunda lectura de la introducción –tengo esa costumbre últimamente, volverme a leer la introducción una vez acabado el libro, muy recomendable, por cierto– que me parece que comprendí bien esto de los laboratorios híbridos o la condición híbrida de los labs. Resulta que es un término o un concepto latouriano bastante específico que es necesario explicar un poco. En Nunca fuimos modernos (1993), por ejemplo, lo explica Latour. Dice allí que la Modernidad se basó en separar con nitidez dos ámbitos diferentes, ámbitos que correspondían a este tipo de pares: naturaleza-sociedad, ciencia-política, objetos-sujetos, y algunos otros más. Pero dice también, que mientras ésta era la «historia oficial» la realidad se producía subrepticiamente mezclando estos pares en teoría nítidamente separados, produciendo híbridos, natur-culturas, cuasi-objetos-cuasi-sujetos… que constituían/constituyen la textura real del mundo. Éste sería el discurso de los sistemas sociotécnicos, las tecnopolíticas, etc. Puede verse en este mismo blog un post sobre el asunto en que creo que se explique esta cuestión bastante mejor (ver más abajo referencias). El diagrama a continuación del propio Latour quizás ayude también a comprenderlo.

Diagrama: Bruno Latour, 1993, We Have Never Been Modern, Fig. 1.1, p. 11

La idea de los autores de que los laboratorios sean híbridos se refiere entonces a que los sitúan en este espacio en que se componen ciencia y política, cuasi-objetos y cuasi-sujetos, etc. El espacio donde se producen mundos, sujetos, etc. También un espacio en el que están bien presentes las relaciones saber-poder que el esquema oficial moderno trata de obviar con su pretensión de una ciencia objetiva, ajena a las cuestiones de los intereses y el poder. Continuando con el lenguaje latouriano, los labs, o los nuevos labs, para los autores, serían lugares en que se trabaja ya no con matters of fact (hechos objetivos), sino con matters of concern (cosas que nos preocupan, nos interesan) – y por qué no, con los matters of care (cosas que queremos cuidar) que decía María Puig de la Bellacasa… (ver también post en este blog sobre esto, en referencias).

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[2] Modelo extendido de laboratorio. Para analizar estos laboratorios híbridos, o donde se experimenta con las hibridaciones, proponen los autores el mencionado «modelo extendido de laboratorio», que compone seis categorías o perspectivas diferentes para tratar de entenderlos. Como decía en los párrafos traducidos estas perspectivas –«categorías analíticas» (sic)– son: espacio, aparato, infraestructura, gente, imaginarios y técnicas. Me produjo curiosidad esta estructuración; algo diferente de la que nosotros, por ejemplo, hemos venido usando cuando hemos tratado de explicar los fab labs, que suele hacer un mayor énfasis en las máquinas, aunque también trata de las personas, los procesos de aprendizaje, prácticas y conocimientos compartidos, las redes, las cosas que se producen… y, más o menos implícitamente, el discurso sobre su significado en el contexto cultural, histórico, productivo… En primera instancia podría decirse que no hay tanta diferencia. Pero ocurre que cuando las autoras empiezan a desarrollar sus categorías, teóricamente y sobre todo con multitud de ejemplos y casos de estudio, aquello en que se fijan y de lo que hablan es bastante diferente de lo que uno había imaginado –uno con mente arquitectónica-ingenieril, aunque con algunos estudios STS y de teoría crítica… Cuando tratan de los espacios, por ejemplo, dedican una parte importante a la situación de los labs dentro de los espacios administrativos, culturales, de financiación… en que se alojan o de los que forman parte, no cabe duda que un aspecto de lo más crítico. El capítulo de «aparato[s]» no habla tanto de máquinas o software como de la idea de composición o «agenciamiento»: los labs como composiciones de elementos heterogéneos, entre los cuales las máquinas son relevantes, como lo son las personas, los conocimientos y prácticas, etc. También la idea de lab como «agenciamientos de agenciamientos»… O en el capítulo de «infraestructura», en el que se usa un concepto antropológico o etnográfico de infraestructura, en lugar del que pensaría un arquitecto o ingeniero, y del que en algún momento se dice que –de esta interpretación de infraestructura– que podría ser equivalente a la idea de «cultura». Aquí se ofrece una muy interesante referencia, en la que parece que se propone esta acepción de «infraestructura» originalmente como es el artículo de Susan Leigh Star (1999) The Ethnography of Infrastructure, que está accesible en Internet y que me resultó de interesante lectura (ver referencias al final). La burocracia –tan querida de David Graeber, a quien no dejamos de echar de menos– y el talento en su gestión serían para las autoras un elemento fundamental de la infraestructura.

El adjetivo «extendido» nos dice que para entender los laboratorios es fundamental tratar de comprender los ecosistemas o ecologías más amplios de los que forman parte.

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[3] Los imaginarios de los labs. Mi capítulo preferido es posiblemente el que se dedica a los «imaginarios» de los labs, que trata de las ideas y discursos con que estos se promueven, se explican, se justifican así mismos, y que los propios labbers construyen y usan para situarse en el mundo, para explicarse a sí mismos qué hacen, por qué lo hacen, quiénes son… Habiendo participado del movimiento fab lab desde bastante temprano, y con el paso del tiempo habiendo desarrollado una cierta distancia crítica aunque manteniendo el entusiasmo, los ejemplos y argumentaciones de este capítulo me resultaron familiares y divertidos. En este y otros capítulos las autoras critican con dureza al MIT Medialab, que pareciera que fuese una de sus «bestias negras» particulares – con disculpas por la probablemente poco correcta expresión. Por un lado, en los primeros capítulos explican muy bien cómo la idea de un laboratorio de innovación tecnológica no es algo nuevo, salido de la nada, que los promotores del Medialab hubieran inventado, como parece deducirse de sus discursos. Los ejemplos que se presentan son múltiples, y entre los más interesantes, aunque no sea ni mucho menos el único, el de Menlo Park, el laboratorio de Thomas Edison, que también se discute con sus luces y sombras. La otra gran crítica que se hace del Medialab de MIT, y ésta si no recuerdo mal es en el capítulo de los imaginarios, es relativa a su carácter venal, podríamos decir, por debajo del discurso de la innovación y de los sabios extravagantes. Los autores no se perdonan en este respecto unos párrafos muy críticos sobre el caso de la implicación financiera, simbólica e institucional de Jeffrey Epstein con el Medialab de MIT.

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[4] Media archeology. Como mencionaba al principio, y si no lo entendí mal, el campo específico de trabajo de la/os tres autores/as es el de la «arqueología de los medios», y algunos de los laboratorios que comentan entre los casos de estudio trabajan en esto –Media Archeology Fundus –MAF– y el Signal Laboratory, ambos de la Universidad Humboldt en Berlín –universidad en la que trabaja mi querido profesor-amigo Francisco Jarauta–, el Residual Media Depot de la Universidad Concordia de Montreal o el Media Archeology Lab –MAL– de la Universidad de Colorado Boulder, dirigido por una de las autoras, Lori Emereson. En ocasiones los describen como parte de los laboratorios de humanidades digitales – lo que me hizo pensar en los colegas del Medialab UGR (Granada).

La verdad es que nunca había prestado demasiada atención a esta idea de la arqueología de los medios, asociándola sin particular reflexión a los entornos académicos o artísticos hiperespecializados –pensé que se dedicaban a rescatar los viejos juegos de ordenador y a conservar las antiguas máquinas tipo Atari o los primeros Apple y cosas así– pero leyendo aquí sobre el tema me ha resultado de mucho más interés. Como era fácil de imaginar el uso del término «arqueología» es de tipo foucaultiano aludiendo a asuntos históricos que se encuentran «enterrados» bajo las interpretaciones convencionales y que es necesario «excavar» y en ese proceso encontramos otras explicaciones de las cosas, con frecuencia más interesantes, otros posibles pasados y otros posibles futuros, etc.

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[5] Lab techniques. Otro capítulo que me gustó bastante es el que corresponde a la última categoría analítica del modelo extendido de laboratorio, la de las técnicas. Se trata aquí, hasta cierto punto, de una aproximación más convencional que la de las otras categorías, aunque tampoco tanto. Me limito a enumerar las técnicas que comentan las autoras. Uno se queda con ganas de un mayor desarrollo de cada una de estas técnicas. Todas se enuncian en gerundio, tiempo verbal de las acciones o acontecimientos que están ocurriendo, devenires que diríamos algunos; aunque en inglés también funcione como sustantivo, lo que no ocurre en español. Opté por traducir con infinitivos. La lista de técnicas es la siguiente: imprimir en 3D –la más sorprendente para mí por materialmente concreta, aunque desarrolla el tema como composición de diferentes tecnologías y prácticas–, colaborar, coleccionar, desmontar/montar, experimentar, fallar/fracasar (failing), living labs, prototipar, testear (probar, ensayar).

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6] Una enorme variedad de labs. En mi percepción del libro, finalmente, uno de las cuestiones más destacadas es la enorme y diversa colección de laboratorios que comenta los autores, tanto el par de casos que se desarrollan con mayor atención para ejemplificar cada una de las categorías / capítulos del libro, como los muchos otros que se comentan en menor detalle a lo largo del texto. Cabe señalar que aún siendo amplia y variada la selección se centra sobre todo en el entorno norteamericano y algo en Europa central, que los laboratorios científicos y ciertos casos paradigmáticos como el Medialab de MIT se discuten sobre todo como contrapunto de los laboratorios híbridos que interesan a los autores, y que, como ya dije al principio, los fab labs, hacklabs etc. tampoco son objeto del estudio.

Mis dos casos preferidos de entre todos estos labs son el de Economía Doméstica (Home Economics) de la Universidad de Manitoba en Canadá (aprox. 1910-1945), que imaginé como un laboratorio centrado en la reproducción social, la reproducción de la vida social y el mundo que constituye, tal vez el tema más crítico del presente (capítulo Lab Infrastructure). El otro la Tuskegee Agricultural Experiment Station, y proyectos derivados, de la Universitdad de Tuskegee en Alabama(1896-1942?) (también en el capítulo Lab Infrastructure) centrado en dar apoyo técnico-científico a los agricultores pobres afroamericanos, llevando a cabo análisis de suelos, testeo y recomendaciones sobre semillas y fertilizantes. Este caso me parece relevante como posible modelo o inspiración en la actual transición energética, tanto para temas de agricultura ecológica / soberanía alimentaria como de energías renovables. Estos dos casos preferidos contaban con dispositivos que extendían la actividad del laboratorio más allá de sus sedes institucionales, el primero contó hasta con un tren en el que llevaban sus innovaciones y propuestas a toda la región. El segundo, más modesto, contó primero con carruaje tirado por dos mulas (1906), y más tarde con una furgoneta o camión motorizado (1918), la llamada Booker T. Washington School on Wheels.

Entre la multitud de casos estudiados y comentados fui descubriendo muchas cosas relacionadas con mi propia experiencia poniendo en marcha y a continuación trabajando en el Fab Lab Sevilla (2009-2017). Con una cierta, y relativamente agradable sorpresa, fui leyendo cómo muchas cosas que yo había considerado errores o mala gestión o resultado de la falta de talento o trabajo por nuestra (mi) parte en el fab lab eran las mismas que comentaban los responsables o participantes en muchos de estos fab labs: la [pesada carga de la] burocracia como factor clave –«infraestructural»– para el funcionamiento básico de este tipo de proyectos, los conflictos más o menos evidentes con las estructuras de saber-poder preexistentes –y aunque no se explicite quizás en el libro, la centralidad de estas cuestiones en muchos de estos proyectos que en buena parte son instrumentos para cuestionar las instituciones o entornos en que más o menos milagrosamente llegan a prosperar–, la difícil interdependencia entre las situaciones más o menos institucionales y los proyectos y la energía de las personas que los intentan llevar adelante, la ambivalencia de la innovación, la lucha por el alma de estos proyectos… And so on, como diría Vonnegut.

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Un libro sin duda interesante para los que participamos de alguna manera en este «movimientos de los labs» en el sentido más amplio de la expresión, y tenemos una cierta preocupación teórica por el asunto. Una referencia, posiblemente –entre la historia, la crítica y la «arqueología de los medios»– sobre los labs para las próximas décadas…

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Agradecimientos: A Lori Emerson y la University of Minnesota Press por el envío del libro. Era nuestra intención tener en algún momento una conversación pública online sobre el libro con Marcos García, Alberto Corsín y alguna otra colega, aunque de momento no tenemos fecha.

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Referencias

Darren Wershler, Lori Emerson, Jussi Parikka, 2021, The Lab Book. Situated Practices in Media Studies, University of Minnesota, Minneapolis

Bruno Latour [traducción de Catherine Porter], 1993 [1991], We Have Never Been Modern, Harvard University Press, Cambridge

Susan Leigh Star, 1999, The Ethnography of Infrastructure, American Behavioral Scientist, 1999; 43; 377; disponible en: https://www.imtfi.uci.edu/files/articles/Star.pdf | accedido 7/8/2022

Otros posts en este blog citados en el texto:

Latour: algunos diagramas de «Nunca fuimos modernos», 2021, disponible en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2021/08/18/latour-diagramas-nunca-fuimos-modernos/

Matters of care – asuntos de cuidados, de cariños, de sostenibilidad de la vida… Sobre el libro de María Puig de la Bellacasa, 2017, disponible en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2017/07/08/matters-of-care-asuntos-de-cuidados-de-carinos-de-sostenibilidad-de-la-vida-sobre-el-libro-de-maria-puig-de-la-bellacasa/

The Ministry for the Future, de Kim Stanley Robinson (2020): unos comentarios

Imagen: Walker Evans, 1928-30, Workers Loading Neon «Damaged» Sign into Truck,  New York City. Fair use / uso educativo y cultural. Fuente: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/272437

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Comentarios de José Pérez de Lama

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Referencia completa: Kim Stanley Robinson, 2021 [2020], The Ministry for the Future, Orbit Hachette Book Group, Nueva York

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Probablemente el libro de cli-fiction más importante de los últimos años … cli-fiction o cli-fi se viene llamando así a los libros de ciencia ficción centrados en la cuestión climática y posiblemente tampoco sea un género tan antiguo… aunque recuerda uno algunos libros de Ballard y seguro que habrá más.

Kim Stanley Robinson [KSR], conocido de muchos. José Luis de Vicente lo llevó a Barcelona hace pocos años. Me impresionó y me alegró ver a José Luis en los agradecimientos de Ministry.

Por mi parte había leído dos de los tres volúmenes de su serie sobre Marte (rojo, verde, azul – 1992, 1993, 1996): trilogía de muchas páginas sobre la colonización de Marte, que tenía como uno de sus temas principales el proceso de creación de una biosfera para hacer habitable el planeta para los humanos – término fetiche sería el de «terraformación», aunque como se trata de Marte, KSR también usa «marteformación» y «aresformación» (de Marte y Ares). Terraformación en el caso de KSR (leía hace poco al antropólogo Arturo Escobar que lo usaba en un sentido diferente) designaría el empleo de técnicas de «geoingeniería» y «geobiología», o quizás podrían llamarse también «ingeniería evolutiva», para dar lugar a la emergencia, donde antes no existía, de un medio que hace posible la vida, y a continuación de la vida misma – microorganismos, hongos, plantas… – emulando lo que suponemos que ocurrió hace millones de años en el planeta Tierra; una especie de evolución dirigida y acelerada… Y más allá de las cuestiones tecnocientíficas ya bastante interesantes, la serie trataba de los conflictos sociotécnicos y políticos, quizás también subjetivos, de las «economías del deseo», podría decirse, en torno a estos procesos a lo largo de sucesivas generaciones. Una historia que en ocasiones y en muchos aspectos hacía recordar la historia del origen de los Estados Unidos (aunque sin indígenas). Obra muy interesante desde el punto de vista tecnocientífico y político, aunque literariamente, seguramente, algo menos.

Tras otras dos novelas más que trataban del cambio climático (2312 y New York 2140) –que aún no leí– en 2020 KSR publicó este Ministry for the Future, que diversos amigos, en especial Pablo DeSoto, me instaban con insistencia a leer. Y tenían razón. (En mi opinión) la novela está muy-muy-muy bien. Muy interesante para los que estamos preocupados por el cambio climático. Pero también me parece que está bastante bien desde el punto de vista literario, particularmente el primero tercio de la novela – que me pareció notablemente mejor desde este punto de vista que mis anteriores lecturas del autor.

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El libro tiene 563 páginas de letra más bien pequeña (mi edición es la de paperback de Orbit). Imagina las próximas décadas de emergencia climática y los esfuerzos desde diversas instancias para responder a la emergencia. Aunque no se especifican las fechas, mi estimación es que los hechos objeto de la narración se extenderían entre el casi-presente y la década de 2040, los años críticos según se estima actualmente, para detener, o no, el cambio climático, antes de que se produzcan cambios irreversibles en la biosfera. Años que muchos de nosotros probablemente viviremos. ¿Se producirá en 2025 el peak (el máximo) de las emisiones como estima el IPCC que será necesario para no superar los 1.5 (¿o son 2ºC?) de calentamiento global? ¿Se habrán reducido la emisiones en un 45% para el 2030 como recomienda con mucha seriedad el IPCC? Como son fechas que están a la vuelta de la equina los jóvenes y las personas de mediana edad podremos ver qué pasa – si es que recordamos estas previsiones y advertencias en el maremágnum informativo que cada vez más parece dominar el mundo.

Dedicado a Fredric Jameson. Ha llamado la atención que el volumen esté dedicado a Fredric Jameson, el profesor y autor marxista (autor de Postmodernism, or, the Cultural Logic of Late Capitalism, 1991), cuya afirmación tal vez provocativa suele citarse con frecuencia, «[Hoy en día] es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo». Según leo, Jameson fue el director de tesis doctoral de KSR. Y en cierto modo, pensé leyendo Ministry que era una respuesta simpática a la afirmación de Jameson. Hasta cierto punto. Al final volveré sobre esto.

¿Un grupo de lectura sobre este libro? Estas notas me costaron más de la acostumbrado… Al final los comentarios que siguen son sobre algunas de las cosas que me llamaron más la atención y sobre otras que me plantean preguntas y dudas. Algún buen colega viene hablando desde hace un tiempo de montar un grupo de lectura/estudio sobre este libro; pienso que podría estar muy bien. Yo tendría que volverlo a leer otra vez, más atento a las cosas que plantea, en lugar de la lectura más gozosa y despreocupada que hice en la primera ocasión, y a partir de la que hago estos comentarios.
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Spoilers. A partir de ahora todo serán spoilers para l*s que aún no hayáis leído el libro.
Pues eso, a partir de aquí voy a discutir cosas sobre la trama y el final. O sea, que l*s que aún no lo hayáis leído el libro y os guste la intriga, dejad esta lectura para cuando lo hayáis leído.

Se centra el libro en torno a dos personajes, lo que ya es una cierta proeza narrativa: que una narración sobre el planeta y el mundo, pueda desplegarse con bastante verosimilitud a partir de la vida de dos personas. Pero me parece que sí que funciona, planteando así, incluso, la tensión entre el cambio «estructural» y el papel de los individuos en estos cambios.

Todo comienza con una ola de calor letal en la India. Uno de estas personajes es Frank May, un trabajador de una ONG, que en una fecha no muy clara, que uno tiende a pensar que podría ser el año que viene, o dentro de dos o tres años, está en el norte de la India cuando se produce la primera gran ola letal de calor – estos días de mayo de 2022, precisamente, se está produciendo una extraordinaria ola de calor en el norte de la India que l*s lectores de KSR percibimos con aprensión… En la novela, las temperaturas suben tanto durante unas semanas que dan lugar a la muerte de decenas de miles de personas. May es uno de los pocos, si no el único, que se salva. Pero queda profundamente afectado por la experiencia … Intenta incorporarse a un grupo activista, quizás terrorista, surgido en la India tras el holocausto climático, los Children of Kali, pero no lo aceptan. Poco después lo encontramos en Zurich, Suiza, con sus problemas de salud mental. Colabora allí en un centros de acogida de refugiados climáticos.

La ministra del Futuro. El otro personaje, tal vez más importante que May, es Mary Murphy, ministra del Futuro para la ONU. El Ministerio del Futuro que da nombre a la novela es una entidad creada por Naciones Unidas para tratar de impulsar el cumplimiento de los Acuerdos de París (el IPCC, las COP, etc.), para dar respuesta al escaso compromiso de los países y los grandes actores internacionales en relación con la emergencia climática. Además de una figura literaria-narrativa esta idea de un Ministerio del Futuro me parecería una propuesta tremendamente sugerente «más acá de la ficción»: tanto a nivel Naciones Unidas como de cada país, o quizás incluso región y ciudad… Es cierto que en España, por ejemplo, tenemos una Vicepresidencia que es ministra para la Transición Ecológica, pero también es cierto, como vemos con el tema de la energía, que tiene una capacidad de acción muy modesta, por decirlo de manera prudente… En realidad hay muchas cosas que me parece que funcionan así en el libro: figuras de la narración que podrían tomarse a la vez como propuestas políticas o de otro tipo para aplicar en la realidad.

Resulta interesante y actual que la protagonista principal sea una mujer madura, se la imagina uno al principio con 50+ años (al final de la historia se jubila). Había personajes así en la trilogía de Marte (mujeres maduras, poderosas y carismáticas), pero aquí la figura de Mary Murphy es aún más destacada.

Como suele ocurrir en la vida real, – ya decía de España–, el Ministerio es una entidad relativamente modesta para su misión: tiene pocos recursos y escasa autoridad para la tarea que se le encomienda: nada menos que cambiar el mundo…. Sí que tiene especialistas en múltiples áreas, y esa idea de transversalidad en un «ministerio» también es bien interesante. Se asume que la transformación del mundo que pretende impulsar no es algo sólo técnico, político, jurídico o económico, etc., sino que tiene que ser una composición de todas estas cosas y algunas más. Entre otras el Ministerio tiene áreas tecnológico-energética, económico-financiera, legal-jurídica, política-geoestratégica, digital, de comunicación, filosófica…

Mary Murphy, la ministra se encarga fundamentalmente de las relaciones, –el trabajo relacional que decía en algún momento–. Hacia el interior de su equipo, en le conexión, la comunicación y la coordinación entre las diferentes áreas de trabajo; y hacia afuera, con los países, agentes financieros, grupos de poder económico, incluso movimientos sociales y grupos activistas… En este sentido, me resulta interesante, que la configuración del Ministerio pretendería tener una cierta homología con los grandes procesos de transformación del mundo. Se intuye que si lo que queremos transformar es un sistema-red o una máquina socio-técnica, tecno-política, etc., los medios para impulsar estos cambios deberían tener una cierta «homología» con aquello que se quiere cambiar…Podría pensarse que su organización se habría concebido como una máquina para generar procesos, o para intervenir en procesos ya existentes… procesos de un carácter más bien emergente. Y aunque sea una observación más bien trivial por mi parte, KSR nos invita a imaginar un ministerio-monstruo más bien ajeno a la burocracia – y también a la práctica tan habitual de «¡El agua es mía! ¡La vivienda es nuestra!» que experimenté las últimas veces que intenté ayudar a «partidos progresistas» con sus programas. KSR no entra en muchos detalles organizativos, sólo hace sugerencias; pero uno tiende a imaginar este tipo de cosas.

Y a pesar de este buen planteamiento, las cosas no avanzan. Me parece reconocer aquí lo que contaba Bifo hace unos años sobre la impotencia, incluso ocupando las supuestas sedes del poder político: Obama, siendo presidente del país más poderoso del mundo, no fue capaz de cerrar Guantánamo aunque había sido uno de sus destacados compromisos de campaña… «El sistema-red», «la megamáquina» o como lo queramos llamar era más poderosa.

Asesinato, secuestro & … Así las cosas, ocurren algunos de los episodios clave del libro. Una fiesta en Zurich, junto al lago, invitados de todo el mundo, coches de lujo, champagne, quizás fuegos artificiales. Alguien desde la playa no deja de observar, sin moverse, durante largo tiempo; algunos en la fiesta se sienten molestos. Cansado de la situación, y algo ebrio, uno de los invitados baja a la playa y se aproxima al hombre que sin mediar palabra le dispara y lo mata. Para desaparecer a continuación, sin más explicación. Los lectores van intuyendo que el asesino es Frank May, quien pasa a vivir oculto en los bosques de los alrededores de Zurich, como una sombra.

En su siguiente aparición, May secuestra a Mary Murphy, la ministra, una noche en que está volviendo a casa de una cena con los colegas de trabajo. A Murphy le parece un hombre enajenado. May le dice que no le hará daño pero quiere toda su atención Quizás cuenta a la ministra su experiencia en la India, y le dice, amenazante, que el Ministerio no está haciendo lo suficiente. La ministra pasa miedo. Frank es finalmente detenido cuando se va de la casa. Pero el acontecimiento afecta mucho a Mary Murphy. Reconoce que el loco tenía razón en lo que le planteaba. Ella ya lo sabía, pero el shock del secuestro hace que ese saberlo se convierta en algo más.

Unas recientes declaraciones nada más y nada menos que de Antonio Guterres, el secretario general de Naciones Unidas me hicieron pensar en este episodio de KSR. Decía así, en Twitter: «A veces nos presentan a l*s activistas climáticos como peligrosos radicales. Pero lo radicales verdaderamente peligrosos son los países que están incrementando la producción de combustibles fósiles. Invertir en nuevas infraestructuras de combustibles fósiles es una locura moral y económica.» ( https://twitter.com/antonioguterres/status/1511294073474367488).

También la evocación de Greta Thunberg que hacían David Bollier y la recientemente fallecida Silke Helfrich en su último libro, Fair, Free, and Alive. The Insurgent Power of the Commons (2019): «No podemos salvar el mundo siguiendo las reglas [actuales]. Tenemos que crear unas nuevas reglas.» Y: «Tenemos que cambiar nuestro marco de pensamiento y pasar a preguntarnos ¿Qué es lo que podemos hacer juntos? ¿Cómo podemos hacerlo fuera de las instituciones convencionales que nos están fallando?» (https://freefairandalive.org/read-it/)

En el proceso de recuperación de su secuestro, hablando con uno de sus más próximos colaboradores Murphy descubre que gente del propio Ministerio, sin su conocimiento, ha venido apoyando acciones violentas. Desviando dinero… Dentro del propio ministerio había personas que sentían como Frank, y como los Children of Kali – nosotros, en el mundo no literario, podríamos pensar en los más modestos Extinction Rebellion. Mary prefiere no enterarse demasiado, dando así su apoyo tácito a este brazo secreto y violento. Lo que todos imaginamos que hacen la CIA, la KGB o como se llame ahora, y tantas organizaciones. Hmm. Poco tolstoiano o gandhiano el asunto… El lado oscuro de la novela…

Con esto quedaría planteado el drama: la catástrofe de la India, la inoperancia de los Acuerdos de París y la creación del bienintencionado pero relativamente inoperante Ministerio del Futuro, la «caída del caballo» – si usamos el símil de San Pablo – de la Ministra del Futuro, además de la intuición de la emergencia de una militancia climática violenta…

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Un «final feliz». A partir de aquí, la narración va tejiendo las acciones de unos y de otros, los conflictos, las dificultades … hasta que finalmente, y quizás sea esto parte de la buena recepción del libro, el mundo, la sociedad global, consigue, en algún momento de la década de 2040, controlar, parar y devolver a un cauce saludable, los principales procesos causantes del cambio climático: recorte drástico, casi total, de las emisiones de CO2 y gases equivalentes, y como consecuencia de esto, de la proporción de CO2 y gases equivalentes en la atmósfera, principales causantes del calentamiento.

El proceso y la articulación de los diferentes elementos que hacen posible este «final feliz» resultan moderadamente verosímiles. Y en cualquier caso, para mi al menos, resultan del mayor interés como forma de visualizar cómo podría ser un proceso así. Produce una cierta alegría, que sin embargo no invita a pensar, «ah, pues entonces ya no hay que preocuparse», sino que es otra cosa. Como pistas para pensar y hacer señalaré algunas cuestiones que me llaman la atención y algunas preguntas que el Ministry me ha hecho que me haga.

La principal pregunta, que ya avancé, es la de ¿cómo se produce un cambio histórico del calibre que sería necesario para afrontar con éxito la emergencia climática?

Lo cierto es que muchos autores vienen tratando de ayudarnos a imaginar cómo podrían ser este proceso. Algunos que he estudiado, e incluso comentando en este blog, son Rifkin (2011, 2014), Raworth (2017), Pettifor (2019), Mike Berners-Lee (2021), … Y es de imaginar que los instituciones que se toman en serio esta cuestión del cambio climático, y que vienen estableciendo políticas con este fin tendrán una idea de cómo imaginan que se producirá el cambio. No cabe duda, también, de que hay proyectos diferentes… El del capitalismo verde y los oligarcas digitales, o el de los decrecentistas (por ejemplo, Latouche, 2009), por mencionar dos casos bastante diferentes…

Pensar desde las relaciones de poder reales. El interés de la propuesta de KSR, en mi opinión, es que toma como referencia fundamental las actuales relaciones de poder, el capitalismo financiero y digital. Todo planteamiento que no parta de eso, y se base principalmente en la razón, lo que sería razonable hacer, o en los buenos sentimientos me parece de muy poco valor práctico – aunque se triste decirlo. Lo interesante adicionalmente en KSR es que no plantea una solución basada en el capitalismo verde, algo tipo Bill Gates o Unión Europea. Su propuesta, eso me parece a mí, sería más bien poscapitalista… Y sería en ese sentido en el que responde a su «director de tesis» Jameson, me parece. Lo que plantea KSR sería una revolución, pero una revolución diferente de las clásicas leninistas, maoistas o castristas, o del otro lado, fascistas. Más sobre esto más adelante.

Parte de las condiciones reales que no pueden obviarse al plantearse esta transición son los conflictos geopolíticos, y los cambios a esta escala que serían necesarios, derivados tanto de la asimetría entre países en cuanto a responsables y afectados del cambio climático, como de la que se deriva de las diferencias en cuanto a la disponibilidad de recursos fósiles (algunos de los países más ricos durante el último siglo gracias a esto quizás dejarían de serlo) o de las condiciones diferenciales para la producción de renovables (superficie, sol, viento, etc.). Tal vez, algunos de los aspectos más creativos del Ministry tengan que ver con estas cuestiones, destacando por ejemplo el papel de liderazgo que asume primero la India, en respuesta a la gran catástrofe en su territorio, y más adelante, China, no se sabe del todo bien por qué, cuando se transforma el sistema financiero global. Suiza, finalmente, para mi de forma un poco incomprensible, es para KSR otro de los modelos de racionalidad ilustrada, podría decirse, que contribuye a que se hagan posibles los grandes cambios globales.

Una recomposición de los mundos ya existentes. La transformación sería el resultado de cambios en múltiples aspectos del mundo. Aunque a la vez, quizás todos los cambios que KSR imagina son cosas que ya existen, no sólo en cuanto a las ideas, sino en su mayoría en cuanto a las prácticas. Esto se ve en un bonito capítulo de la parte final, en que típicamente se muestran las buenas prácticas, y la propia Mary Murphy se da cuenta de que tantas cosas que pasan en el mundo, y ni ella misma, en su posición de observadora privilegiada tenía una conciencia clara de la importancia y la magnitud de todo aquello. Tal vez esté pasando eso mismo ahora, eso es lo que creo que siguere KSR a los lectores. Lo que sí que ocurre es que actualmente todavía son prácticas minoritarias o relativamente marginales o poco visibles: la agricultura ecológica o la permacultura, la producción más o menos distribuida de energías renovables, los estilos de vida más austeros, los sistemas de monedas alternativas, las aplicaciones de la llamada Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés), las organizaciones comunales para la gestión de los recursos y la reproducción social, la economía cooperativa, la relocalización de partes de la economía, la arquitetcura y el urbanismo «bioclimáticos» o «regenerativos», y tantas otras.

Lo que plantea KSR que la sociedad mundial consigue llevar a cabo son recomposiciones, nuevas modulaciones relativas de las prácticas, las instituciones, las subjetividades… y también, claro, limitaciones drásticas en las actuales prácticas oligárquicas y monopolísticas… y la reducción drástica o la eliminación radical de otras que son ya hoy obviamente insostenibles.

También, la aceleración del desarrollo de ciertas tecnologías en el sentido más tradicional del término, tecnologías que parecen ya viables pero que aún tardan en ser usadas de manera generalizada: la captura de CO2 atmosférico, la producción y el uso de hidrógeno verde para el almacenamiento de energías renovables, y algunas otras menos evidentes. KSR dedica bastantes páginas a los trabajos para frenar la velocidad de los glaciares en la Antártida, que parece ser un factor fundamental del aumento del nivel del mar – pero no tengo el conocimiento suficiente para valorar si esto funciona como una ilustración del tipo de trabajos de geoingeniería que habría que acometer, y de los procesos de prueba y error con que se parece que habría que llevarlos a cabo, o qué exactamente.

La violencia. En contraste con otras visiones más técnicas de la transición verde –pienso ahora mismo en Raworth y Mike Berners-Lee, que comenté anteriormente en este mismo blog–, en el Ministry todo esto no sucede como si fuera un cuento de hadas, en el marco de una Humanidad racional y más o menos iluminada. La parte más oscura e intrigante para mí de la novela, como para otros comentaristas, es que en paralelo a la diplomacia, las negociaciones, la persuasión, las alianzas, el miedo de los más afectados, etc., como ya dijimos, hay una guerra más o menos subterránea: lo normal hasta cierto punto; casi lo raro es que en la novela no sea una guerra más visible como lo es desde hace décadas en Asia Occidental / Oriente Próximo.

Es éste uno de los aspectos más llamativos de toda la historia, pues el Ministerio para el Futuro, vamos descubriendo, y Mary Murphy sólo se entera tras su secuestro, parece que tiene una línea de trabajo secreta en la que apoya a grupos a movimientos que llevan a cabo acciones violentas como ataques a centrales térmicas y al transporte marítimo de contenedores, tal vez incluso asesinatos de ciertos personajes clave del mundo que se resiste a cambiar. También hay alguna acción mediática singular, como el secuestro de todo el Foro de Davos, obligando a los asistentes ver una serie de vídeos sobre las situaciones más graves de la emergencia climática. O ataques informáticos a los sistemas financieros globales, en particular a la banca suiza –que en la versión de KSR, guiada por su pragmatismo histórico opta por apoyar con mayor firmeza las demandas de los activistas climáticos. Se trata pues de un clásico de la «guerra sucia», que hace pensar en el Marx que decía algo así como que «sólo hay un camino para acortar, simplificar y concentrar la agonía asesina de la vieja sociedad y los dolores de parto de la nueva sociedad, y este camino es el terror revolucionario». Como contrapartida… en la novela, el equipo del Ministerio es también objeto de atentados terroristas, una bomba en las oficinas centrales, Mary Murphy pasa bastante tiempo escondida y rodeada de guardaespaldas y una de sus principales colaboradoras y amigas, la directora del área jurídico-legal del Ministerio, que se dedicaba entre otras cosas a pleitear contra países y corporaciones, muere asesinada.

Toda esta trama que discurre en un segundo plano en la novela es su parte más oscura… Y a la vez la que la distancia de una visión simplista y edulcorada del asunto. Y nos deja a muchos en suspense… Yo personalmente, que quiero creer en el derecho, la ley, la paz, etc., no se qué pensar. Tal vez, presentar así el asunto en una novela pudiera tener un efecto psicológico interesante…

Las finanzas: el dinero como dispositivo tecnopolítico clave. Otro tema. En la línea de las sorpresas, quizás la mayor para mí, es que uno de las principales palancas de cambio la pone en juego el consejo de los principales bancos centrales del mundo: EEUU, Europa, China… quizás también algunos de los BRICS. Se trata de la introducción de una moneda ecológica, una carbon coin, que podemos imaginar que sustituye al dollar USA como principal moneda global y cuyo valor es garantizado en el plazo de la transición necesario, el 2050 quizás, por la federación de bancos centrales mundiales. Se trata de nuevo de un plan discutido en términos generales por múltiples autores, la refundación del sistema monetario mundial para crear una nueva forma de dinero que no favorezca la especulación financiera, el crecimiento indiscriminado… Mucha literatura y algunos experimentos interesantes sobre el tema. El valor de la carbon coin de KSR, Mary Murphy y sus expertos, sería el propio valor de la reconstrucción medioambiental del mundo… (véase por ejemplo un post sobre Ann Pettifor en este mismo blog). La creación de una nueva moneda verde sería algo parecido a un Bretton Woods verde, quizás pudiera decirse, el acuerdo hacia el final de la II Guerra Mundial en el que se rediseña la economía mundial basándose en el dollar USA entre otras cosas. Para los detalles, que ahora no soy capaz de poner en pie, tendréis que ir al libro.

¿Y cómo explica KSR Robinson que pudiera llegar a producirse ese cambio? La tenacidad de Mary Murphy, la viabilidad de la propuesta, el apoyo de China, que no se entiende bien si es algo personal, – es una mujer la directora y parece establecer una cierta relación de confianza o simpatía intelectual con Murphy– o geopolítico; tal vez, incluso, KSR podría imaginar que la gravedad de la situación, la razón y la empatía pudieran haber influido en la decisión de los bancos centrales. KSR no lo explica y nos deja a los lector*s imaginar, tratar de explicar por qué podrían haber sucedido así las cosas.

Comunicación y nuevas subjetividades. Aunque KSR no profundiza demasiado en el asunto, no quiere dejar de mencionar, otros dos elementos del cambio global que aparecen en el libro. Por un lado, el Ministry genera una nueva red social digital, cuyos datos son propiedad de los usuarios y cuyos algoritmos de gestión de la información son más transparentes, y quizás favorezcan la organización, la autorganización en múltiples escalas para la transición verde. Lo que uno siempre imaginó que los estados o las instituciones públicas tendrían que promover en cuanto a la digitalización: software y redes libres, etc. De nuevo la red, tiene dificultades en su inicio, ataques diversos… pero con el tiempo se convierte en un componente relevante del cambio.

El segundo aspecto… me gustó especialmente, también en la parte final, una fiesta-ritual global simultánea, que era como una celebración del planeta y a la vez de la mente-corazón global que compondrían todos los humanos, y por qué no, también los no-humanos… Siempre me interesaron la fiesta y los ritos como modos de producción de mundo y de subjetividad… Ecologías de la mente, podríamos decir, rescatando el concepto de Bateson, aunque aquí la emoción compartida parece ser más importante. Por otra parte, la propia Mary Murphy y sus amigos, Frank May entre otros, también ejemplifican la nueva subjetividad que haría posible este otro mundo: además del secuestro, Murphy tiene singulares «epifanías» en medio de la naturaleza, en los Alpes, por ejemplo, cuando trataba de escapar de las amenazas. O cuando se jubila, pasa a vivir en una especie de comuna, vivienda compartida, no es una celebrity tipo los expresidentes que tod*s conocemos que van dando conferencias y consejos que nadie pide, o de consejo en consejo de administración de grandes corporaciones. Murphy se dedica a nadar en el lago, pasear por la montaña, ayudar a refugiados como había hecho su amigo Frank, en su cooperativa de vivienda todos viven según la regla de los 2.000 W diarios (bien interesante por otra parte, otro proyecto real más que recoge KSR, la 2000 Watts Society: https://www.2000-watt-society.org/). O va de una parte a otra del mundo … pero usando barcos y trenes, o en zepelín con un antiguo amigo de Frank, y en lugar de hacer el viaje en unas horas, se extiende durante meses, y el consumo energía, mucho menor, en su mayor parte renovables, claro… y la conexión con la geografía y el paisaje, la extensión de la Tierra…

¿Qué clase de revolución? ¿Qué fin del capitalismo? Con estas preguntas acababan mis comentarios. Lo estoy pensando, no lo tengo muy claro. No se hasta qué punto KSR responde a su profesor Jameson. O quizás sugiera que su declaración no era del todo correcta… Lo que sí me parece claro es que un mundo dominado de manera tiránica por los valores del capitalismo es un mundo difícilmente viable. Quizás la diferencia entre «capitalista» y «capitalístico» que hace en alguna ocasión Félix Guattari (Las tres ecologías) sea oportuna aquí. El capitalismo en cuanto a proceso por el que se componen y circulan dinero, trabajo, tecnologías y mercancías, en un cierto marco empresarial, puede que siga siendo una forma práctica de producir algunas cosas necesarias; incluso otras no tan necesarias pero deseables para algunos; pero el dominio de su lógica del beneficio, el crecimiento y la aceleración, sobre el resto de aspectos que constituyen la vida social y biológica parece tremendamente absurdo. Mi pregunta es si es posible poner límites al capitalismo. Hacerlo compatible con otros modos de producción; con el buen vivir de la mayoría. Lo bueno es que posiblemente vayamos a tener bastantes respuestas a estas preguntas en las próximas décadas. Parar el cambio climático, con la mayor probabilidad, sólo será posible si logramos poner importantes límites al capitalismo. Esto por supuesto, da para mucho más. La gente viene discutiendo y pensando sobre estas cosas desde hace ya tanto tiempo. Pero aquí lo dejo… Será más bien la práctica, y no la teoría o el bla-bla-bla, de la que aprendamos qué vaya a ser posible, qué hacer, qué esperar… Pero aun así, en mi opinión, libros como este del Ministry for the Future nos ayudan… aunque no sepa bien a qué… A tratar de entender mejor lo que está pasando. Y a tener algo de esperanza, quizás.

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Principales referencias

Mike Berners-Lee, 2021, There Is No Planet B. A Handbook for the Make or Break Years. Updated Edition, Cambridge University Press, Cambridge

Félix Guattari, 2000 [1989], Las tres ecologías, Pretextos, Valencia

Serge Latouche, 2009, Pequeño tratado del decrecimiento sereno, Icaria, Barcelona

Ann Pettifor, 2019, The Case for the Green New Deal, Verso, Londres

Kate Raworth, 2017, Doughnut Economics. 7 ways to Think Like a 21st Century Economist, Chelsea Green, White River Junction

Jeremy Rifkin; 2014, The Zero Marginal Cost Society: The Internet of Things, the Collaborative Commons, and the Eclipse of Capitalism, Palgrave MacMillan, New York

Jeremy Rifkin, 2011, The Third Industrial Revolution. How Lateral Power is Transforming Energy, The Economy, and The World, Palgrave MacMillan, New York

Kim Stanley Robinson, 2021 [2020], The Ministry for the Future, Orbit Hachette Book Group, Nueva York

«The Dawn of Everything» –de Graeber & Wengrow– unas notas urgentes tras acabar la lectura

Imagen: Wengrow (izq.) y Graeber, collage publicado en el sitio web occupy.com: https://www.occupy.com/article/dawn-everything-graeber-and-wengrow-place-imagination-center-humanity-s-journey

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Reseña de José Pérez de Lama

Referencia bibliográfica: David Graeber & David Wengrow, 2021, The Dawn of Everything. A New History of Humanity, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York

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Para el próximo martes 22 de marzo de 2022, de 17:30 a 19:30 h [lo trasladamos del 15 inicialmente programado] hemos convocado una conversación sobre el libro en la que de salida creo que intervendremos Marcos García, Alberto Corsín y yo mismo, y a la que estáis todxs invitadxs. Próximamente espero que podamos anunciar los detalles de la convocatoria.

En enlace para acceder a la conversación en la fecha indicada es éste: https://zoom.us/j/98899781825

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Ayer terminé de leer The Dawn of Everything, como muchxs sabréis, es el último libro de David Graeber, publicado ya póstumanente – con su amigo David Wengrow –hace unos pocos meses. Uno es muy fan de Graeber, un pensador provocador, divertido y de la estirpe de Kropotkin, Murray Bookchin y algunos otros también preferidos. Para los que no estén familiarizados, Graeber fue uno de los animadores del movimiento Occupy – el equivalente neoyorkino de las Primaveras Árabes y el 15M-Esp. Ya antes había escrito un libro muy interesante y de gran éxito, sobre el dinero en tanto que construcción social, titulado en castellano, La deuda. Los 5.000 primeros años. Publicado al hilo de la crisis financiera que estalló en 2007 y que quizás aún no hayamos superado. Después escribió un par de libros más sobre lo que él mismo había bautizado como bullshit jobs, idea que a mí me afectó profundísimamente… [1]

Con Dawn parece que los dos David se propusieron algo parecido a lo que Graeber había llevado a cabo en Debt, pero enfocado ahora sobre la historia del Estado y de las relaciones de dominación, desigualdad y violencia que el discurso hegemónico pretende consustanciales al mundo contemporáneo. Graeber y Wengrow se proponen demostrar que estos son mitos interesados, que han contribuido históricamente a sostener el orden occidental, colonial y patriarcal. Creo que lo consiguen demostrar, y la hipótesis posiblemente sea bastante más fina de lo que yo he expresado.

Desbancar el mito del buen salvaje

Los mitos fundacionales serían el de Rousseau, en principio más progresista, y el de Hobbes, más reaccionario. Se parecen ambos al mito judeo-cristiano del paraíso y su pérdida, diría. Rousseau en el que termina centrándose Dawn, suponía la existencia de un «buen salvaje», inocente, que quizá, dice algún crítico actual – espantando a los autores – se parecería mucho en su estar en el mundo a nuestros parientes próximos los primates. Unos buenos salvajes que con la aparición de la agricultura, las ciudades y los estados perderían su condición de felicidad inocente y tendrían que pasara a vivir sometidos a reyes o gobernantes y guerras periódicas, a cambio de poder disfrutar de los avances de la cultura y la civilización. Y ese sería el mito de desbancar: sería falso este pretendido intercambio de progreso y bienestar a cambio de aceptar dominación, desigualdad y la amenaza de la violencia. Tan actual hoy con la nueva versión del complejo tecnológico-financiero-militar… Habría que decir, no obstante, que Graeber y Wengrow no caen en ningún tipo de actitud «conspiranoica» ni nada del estilo… Eso me parece.

El mundo es algo que hacemos…

Uno de los más célebres axiomas o eslóganes de Graeber ayuda a entender sus planteamientos, traduzco un poco libremente: «la verdad definitiva, y escondida, es que el mundo es algo que hacemos y que por tanto podríamos hacer de otro modo».[2] Y el método consiste en demostrar eso, como me parece recordar que también hacía en Debt – y como leía recientemente en su prólogo a la edición por el 50 aniversario del libro de su profesor Marshall Sahlins, Stone Age Economics, que tan presente me parece que está en Dawn.

Graeber y Wengrow multiplican los casos de estudio arqueológicos y antropológicos, basándose en trabajos de las últimas décadas que según nos cuentan cuestionan radicalmente las grandes narrativas el origen del Estado, de las «desigualdades», de las sucesivas revoluciones – agrícola, urbana, de la aparición del Estado, con mayúsculas, incluso como sabemos que se escribe formalmente. Los argumentos son prolijos y los casos numerosos, lo que hace que a lectores como yo, no demasiado familiarizados con este tipo de literatura, se nos haga a veces algo difícil de seguir, más por lo aburrido que por lo conceptualmente difícil – a uno quizás le gusta más el vértigo de los conceptos o de las emociones que la lentitud de las descripciones algo repetitivas que son necesarias cuando se trata de demostrar precisamente eso que son norma más que excepción. Aún así, la cosa, siendo el equipo Graeber, no deja de estar puntuada por momentos deslumbrantes, incluso de ocasionales carcajadas.

Una ciencia ficción retrospectiva

Esto del método arqueológico, – y en parte también el antropológico – que a partir de huellas muy parciales tiene que reconstruir mundos, me ha llamado la atención, recordándome mucho a la ciencia ficción, como si fuera una especie de ciencia ficción retrospectiva, que a la vez, extrañamente, se proyecta sobre el presente y hacia el futuro.

Una de las ideas más deslumbrantes de esta «ficción retrospectiva» es la de que las discusiones sobre libertad e igualdad de la Ilustración en Europa estuvieron muy influenciadas por las noticias e historias que llegaban de los encuentros con los nativos americanos. Y ya sabemos cual fue el siguiente episodio, «libertad, igualdad y fraternidad». Estos indígenas, defienden muy bien los autores recurriendo a múltiples y variadas fuentes históricas no eran los inocentes «buenos salvajes» que se quiso imaginar, sino pueblos acostumbrados a pensar filosófica y políticamente sobre cómo organizar sus sociedades, sobre las libertades, sobre cómo evitar las concentraciones de poder, sobre el autogobierno, etc. Esta parte del libro es fascinante, y las análisis a mi me resultan de gran verosimilitud. La reacción a esta ilustración indígena y a su recepción por parte de una parte de la intelectualidad europea que describen los autores también es de gran interés, y es la que daría forma duradera a los mitos que Graeber y Wengrow se proponen deconstruir. Hablaba estos días con Pablo DeSoto, que está familiarizado con el pensamiento reciente brasileño, sobre figuras como Viveiros de Castro, Arturo Escobar o Ailton Crenak – y muchxs otrxs – que representan ahora este reencuentro con las culturas indígenas, ya no como «buenos salvajes», sino de una manera mucha más parecida a la que describen Graeber y Wengrow en diversas situaciones en los siglos XVII y XVIII.

La pregunta equivocada por el origen de la desigualdad

Graeber y Wengrow proponen que preguntarse por el origen de la desigualdad es una pregunta equivocada, porque en cierto modo supone asumir que la desigualdad es parte necesaria de nuestro mundo. La pregunta que ellos plantean en su lugar tiene relación con tres libertades, como son, 1/ la libertad de irnos de un lugar en que no nos encontramos bien; 2/ la libertad de desobedecer las órdenes que puedan impartirse en las comunidades de las que formamos parte; y 3/ la libertad de experimentar con las relaciones sociales. En aquellas situaciones en que se han construido estas libertades, dicen, es en las que se dieron sociedades «igualitarias» – nos es más fácil imaginar estas libertades en los mundos antiguos, más «vacíos» y relativamente más abundantes, quizás, que los actuales. Y lo que demuestran en este sentido los autores es que efectivamente se han dado muchas situaciones en la historia de la humanidad en que han existido sociedades que disfrutaban razonablemente de estas libertades. Y que esto no sólo fue en los períodos originarios de las pequeñas bandas de cazadores-recolectores; sino en muchos otros momentos históricas, más tempranos y más tardíos – la idea de una evolución social consistente y progresiva, no es cierta, nos dicen Graeber y Wengrow –, y en muy diferentes partes del mundo: Medio Oriente, Norte, Centro y Sur América, diversas partes de Asia y de África… ciertas zonas de la actual Europa, incluso. Y más importante: la existencia de esta multiplicidad de casos que no encajan en los esquemas narrativos que solemos asumir, según parecen demostrar los autores, era principalmente el resultado de la producción intencionada, consciente y reflexiva de las sociedades que se auto-construían a sí mismas según sus aspiraciones e ideales; o también a veces, por el rechazo a otros modelos conocidos o experimentados.

Desbancar el mito del Estado como necesidad histórica

La segunda parte del libro se centra en lo que podríamos llamar la cara contraria de las «sociedades igualitarias»: ¿cómo se torció aquello?, se preguntan los autores, ¿qué ocurrió para que en la actualidad se hayan impuesto los estados como algo que damos por supuesto, con sus relaciones de dominación, respaldadas por la amenaza, nunca demasiado lejana, de la violencia? ¿Y que las «sociedades igualitarias» nos parezcan un sueño imposible más allá de los pequeños grupos de afines?

Los autores argumentan que la actual percepción de los estados como resultado evolutivo necesario es un segundo mito que es necesario desmontar. Para tratar de hacerlo, proponen hacer el experimento de pensar la historia de las formaciones sociales suponiendo la emergencia que la emergencia de los estados se produce como composición de tres principios independientes: 1/ el de la soberanía basada en la violencia; 2/ el del control del conocimiento que suele declinarse como burocracia en tanto conjunto de técnicas de de gobierno; y 3/ el del liderazgo y la autoridad carismática (de la que participaría la competencia política contemporánea). El método con el que pretenden explicar que el Estado no es el destino natural, necesario que se presume, sino una composición coyuntural de diferentes elementos que podrían componerse de diferentes maneras, es constatar cómo a lo largo de la historia estas composiciones fueron efectivamente diferentes, y que lo que se tiende a presuponer como la historia cuasi-sagrada del origen de este Estado con mayúsculas puede muy bien interpretarse de otras maneras. Como ocurría con la sociedades igualitarias, los proto-estados, reinos o imperios, convivieron y se sucedieron históricamente con ciudades libres, federaciones de pueblos, «anfictíones» – eso os lo dejo que lo busquéis en el diccionario o enciclopedia. Más bien al contrario del destino único, el panorama que nos ofrecen Graeber y Wengrow es el de una gran diversidad y variabilidad, y el de una extraordinaria capacidad de inventar y experimentar con diferentes formas de vida en común. Un panorama que invita al optimismo, aunque sea un optimismo moderado y escéptico.

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No todo en las redes son elogios

Además de elogios, el libro también viene recibiendo bastantes críticas. Algunas he leído. Una de las más evidentes es la que puede hacerse a una nueva historia universal, que no puede sino ser algo muy general, una selección muy reducida de ejemplos que se pretenden representativos, algo de una cierta «brocha gorda»… Ya no nos creíamos estas cosas. O ya no las leemos, al menos en ciertos ámbitos. Explican lo autores que lo saben, pero que aún así el imaginario colectivo y el político está dominado por esas otras narraciones míticas que sí que plantean grandes narraciones – y parecen estar algo preocupados con la proyección de personajes como Yuval Noah Hariri o Jared Diamond – y estiman que es necesario, cuestionar y desbancar estos discursos tan al servicio de la confirmación de la realidades hoy dominantes.

Cada cual, como es normal, hace críticas en su ámbito de interés o mayor conocimiento. En este sentido, como aficionado a Foucault, no dejaba de pensar en lo esquemático de la teoría del poder del libro. Aunque entiendo que éste es posible definirlo y analizarlo a múltiples escalas de aproximació o niveles, por lo que el thought experiment de los tres elementos de que se compondría el estado no deja de parecerme interesante. Uno que se considera «composicionista» ha usado en alguna ocasión el método propuesto por Graeber y Wengrow para cuestionar el carácter monolítico del estado — por ejemplo para intentar repensar las relaciones entre globalización, capitalismo financiero y tecnologías digitales: aquello era precisamente una de las hipótesis clave del «proyecto de hackitetcura» al que dediqué bastantes años. Y de algún otro.

Un boceto de 526 páginas

Por otra parte, si comparamos Dawn con las típicas obras superproducidas de la academia actual, en particular la estadounidense, tan cerradas, tan apabullantes, me parece como un boceto, una obra muy abierta, algo fragmentaria, en la que se esbozan, efectivamente, ideas, hipótesis, sin que se lleguen a desarrollar completamente. Algo que veo como una virtud, en cuanto que invita a lxs lectores a hacerse preguntas, – mejores preguntas de las que se hacían  insisten los autores – , a no creernos las historias heredadas… Esto carácter de boceto se observa bien en la hipótesis que se enuncia a diez páginas del final, – aunque ya se ha ido mencionando a lo largo del libro – dejándola como una pregunta flotando en el aire.  Graeber y Wengrow nos cuentan que esta pregunta que parece inquietarlos se inspira en el pensador judío de entreguerras Franz Steiner y aquí no me puedo resistir a recordar el dramático final de su vida: dos días después de que Iris Murdoch, la escritora, aceptara su propuesta de matrimonio Steiner murió de un infarto al corazón, a los cuarenta y tres años de edad. Y la hipótesis lanzada al aire en la últimas páginas no es baladí: propone que el domino actual de la forma estado pudiera estar relacionado con el vínculo entre violencia y cuidados; cuidados – como el que ciertas autoridades antiguas daban a las viudas y los huérfanos, o a los prisioneros de guerra, y que fácilmente se traducía en dominio despótico – o se intuye sin demasiada perspicacia, como el cuidado que nos otorgaban a sus ciudadanos las modernas sociedades del bienestar… Disculpen lxs lectores estas últimas líneas que tal vez hayan sido una digresión desproporcionada…

Escribir con prisa

El carácter boceto, las ideas deslumbrantes que deja como regalos para que lxs lectorxs nos quedemos rumiándolas, las historias que se multiplican, pareciera, a veces, que con una cierta superficialidad, las exclusiones para algunos tremebundas, los saltos mortales de unos temas a otros… Me hacían pensar que Graeber escribía con una cierta prisa, que sabía – como a veces sabemos todos – que no le quedaba tanto tiempo, y que era importante dejar por escrito todas estas ideas… Y como sabemos bien sus seguidores, resultó que murió de repente, no tan joven como Steiner, pero sí bastante joven, a los cincuenta y nuevo, el pasado 2020, pocas semanas de dar el libro por terminado. El libro me parece un hermoso testamento intelectual que nos dejó David Graeber. Sirvan estas líneas también un poco más rápidas de lo que quizás convendría, como un nuevo modesto homenaje al autor querido. Enhorabuena y agradecimiento también por tan sugerente trabajo a su colega David Wengrow.

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Posdata: Sobre los rituales como laboratorios sociales

Un tema relativamente lateral que me interesó mucho es el de la aproximación que hacen los autores a la cuestión de los rituales en las culturas antiguas. Quizás los rtiuales y el juego. Proponen que en ocasiones tenían una importante dimensión de experimentación de otras formas de relación social, de otras maneras de hacer mundo. Aunque el tema creo que atraviesa el libro en su conjunto, lo presentan en las páginas 116-117: «Los momentos rituales verdaderamente potentes son los de caos colectivo, efervescencia, ritos de paso («liminalidad») o juego creativo, de los cuales pueden surgir nuevas formas sociales […] permiten a la gente imaginar que otras composiciones y distribuciones son posibles  […] fomentando la auto-conciencia política […] como laboratorios de posibilidades sociales». Tengo que repasarlo y quizás pueda hacerlo con algunos amigos que vienen pensando y experimentando con estas cuestiones.

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Referencias

David Graeber & David Wengrow, 2021, The Dawn of Everything. A New History of Humanity, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York

Es de destacar un artículo de 2018 donde los autores avanzaban sus ideas: es una buena introducción al libro. Hay traducciones de este texto a varios idiomas, pero no al Esp: igual podíamos montar un equipo colaborativo y hacerla, ¿alguien sea anima?

David Graeber y David Wengrow, 2018, How to change the course of human history (at least, the part that’s already happened), disponible en: https://www.eurozine.com/change-course-human-history/ | accedido 12/02/2022

Wengrow con motivo de la COP26:

David Wengrow, 31/10/2021, Humanity is not trapped in a deadly game with the Earth – there are ways out, en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2021/oct/31/man-not-trapped-in-deadly-game-with-earth-there-are-ways-out | accedido 12/02/2022

Y estas dos reseñas que me gustaron en su momento y me animaron a leer el libro:

William Deresiewicz, 18/10/2021, Human History Gets a Rewrite. A brilliant new account upends bedrock assumptions about 30,000 years of change, en: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2021/11/graeber-wengrow-dawn-of-everything-history-humanity/620177/ | accedido 12/02/2022

David Priestland, 23/10/2020, The Dawn of Everything by David Graeber and David Wengrow review – inequality is not the price of civilisation, en: https://www.theguardian.com/books/2021/oct/23/the-dawn-of-everything-by-david-graeber-and-david-wengrow-review-inequality-is-not-the-price-of-civilisation | accedido 12/02/2022

No le des al Like al leer este artículo – reseña: Peirano, El enemigo conoce el sistema


Imagen: red de cables submarinos de propiedad exclusiva de Google, Amazon, Facebook o Microsoft [0], 2019
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No le des al Like al leer este artículo

José Laulhé

Reseña sobre el libro «El enemigo conoce el sistema. Manipulación de ideas, personas e influencias después de la Economía de la atención» de Marta Peirano (Editorial Debate, 2019).

Cuando publique esta reseña, gracias a la invitación de Arquitectura Contable, mi siguiente paso será publicar un link al post en Facebook. Parece una incongruencia, pero la lógica de publicar en un blog es compartirlo y la vía de que los «internautas» encuentren el post enlazando páginas o blogs amigos, es inconcebible a día de hoy. Solo podría caber la esporádica situación de que alguien, curioseando otro post de este mismo blog, llegara al mío. Sin embargo, la proposición de Peirano va en otra línea. Quizá si le hubiéramos preguntado en 2010, nos hubiera dicho que no compartiéramos en Facebook- ay, N-1 dónde quedaste…-, pero ahora entiende como inevitable que compartir para una mayoría, o para un público que exceda el peer-to-peer, depende de las grandes redes sociales. En lo que incide Marta Peirano en «El enemigo conoce el sistema» es en lo que pasa después de que linkemos: en la ansiedad del autor en ver reconocido su trabajo en la RRSS- actualizando cada 5 minutos, con esa acción aprehendida de arrastrar hacia abajo («push») replicada de las máquinas tragaperras-, pero también en la construcción tribal de esas personas que al dar al Like exponen que este libro y sus lecturas refuerzan su identidad. Es posible que esta reseña no os interese a ninguna. Pero, en caso de que sí, ¿qué os parece si utilizamos el sistema de comentarios del propio blog para el feedback?

«El enemigo conoce el sistema» es una composición actualizada de varias publicaciones que muchas manejamos como referencias: desde Stallman o Foucault hasta Snowden o James C. Scott. En mi opinión también es el intento por desvelar- o, al menos, poner luces sobre- el dispositivo en que se ha convertido el internet actual- internet de plataformas-. A partir de las herramientas que nos proporcionó Deleuze [pág 11, 2012] podemos discernir gracias a Peirano líneas de visibilidad (qué se ve- nuestros perfiles- y qué no- las empresas que analizan y venden nuestros datos-, y sobre todo cómo se decide), líneas de subjetivación (donde la actitud respecto a estas RRSS ha cambiado), líneas de fuerza (como la que se da entre multinacionales y gobiernos, y muchas más),…

Un libro sobre el cambio climático

Dice Marta Peirano que su libro en realidad habla del cambio climático. Y es cierto. Sitúa el foco en el peso de tres grandes corporaciones (Facebook, Google, Amazon) respecto a nuestro día a día. A Amazon le dedica un estudio particular puesto que «ha sido sin duda el más discreto. No tiene eslogan ni lema, no dice que vaya a hacer del mundo un lugar mejor o mejor conectado», pero en sus servidores está alojado aproximadamente un 46% de la red. Y, sobre todo, cada vez sectores más críticos, los primeros los bancos. Como sabemos, las administraciones están valorando- si es que no lo han hecho ya como EEUU- la opción de que Amazon aloje toda la información digital pública de naciones enteras.[1] Se pregunta Snowden en su libro [pág 12, 2019] qué tipo de respeto a las reglas que nos hemos dado (Derechos Humanos, Constituciones,…) podemos esperar de este tipo de plataformas globales.

Amazon es también uno de los principales cooperantes de Palantir. Todo dispositivo conectado a Internet está conectado a Palantir: «sirve para monitorizar a distancia a cualquier sujeto, organización o sistema, tirando de cualquier hilo: un nombre, un lugar, un número de teléfono, una matrícula de coche, una tarjeta». Y todo está alojado en AWS (Amazon Web Services) y utiliza su algoritmo de reconocimiento facial Amazon Rekognition. Y no queda ahí:

«El Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas, cuya función es distribuir alimentos para refugiados, inmigrantes y víctimas de crisis y desastres naturales, ha cerrado un acuerdo con Palantir para analizar datos. Noventa millones de refugiados que servirán de entrenamiento para predecir y controlar los movimientos de futuros refugiados.»

Pero al final, ¿qué es la nube? La nube es una aglomeración de silicio, cables y metales pesados que se concentra en determinados, y no siempre conocidos, lugares . Y consumo una cantidad extraordinaria de electricidad. En 2008 producía el 2 por ciento de las emisiones globales de CO2, y durante 2020 lo habrá multiplicado- o más, el Coronavirus habrá frenado otros tipos de emisiones, pero no los derivados del uso de servidores-. Por tanto se ubican en territorios de electricidad y mano de obra barata, con fiscalidad amistosa y una flexible política en torno a la gestión de los datos

La cuestión del algoritmo

Hace poco tuvimos la suerte de participar en una publicación bajo el sugerente nombre de Algoritarismos, coordinada por Jesús Sabariego y Augusto Jobim [Sabariego, 2020]. Decía Deleuze que, a diferencia de la sociedad disciplinaria con una superposición de módulos que operaban sobre la sociedad de manera discontinua, en la sociedad control el «ordenador [algoritmo] señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera una modulación universal» [Deleuze, 1992]. Estas plataformas ejercen una vigilancia continua sobre nosotros, todo el tiempo y en todo lugar. Es terrible pero, sorprendentemente, aceptado popularmente en la sociedad post 11-S. Actualmente lo vivimos en nuestros encierros cuando el Gobierno nos indica que va a utilizar un sistema de geolocalización con todos los ciudadanos. Nos recuerda Peirano que, a principios del siglo XX, Holanda contaba con un censo con las preferencias religiosas para adecuar recursos al número de fieles. Esa base de datos fue usada por los nazis para afinar su búsqueda y que solo el 10% de judíos holandeses sobreviviese al Holocausto. La cuestión esencial con la geolocalización de las personas durante la crisis del Covid-19 no es la razón puntual por la que se ha hecho, sino la vía a través de la cual se ha hecho- norma- y el tipo de consenso necesario para hacerlo- nada de 2/3 de la Cámara, referéndum o algún tipo de legitimación popular-.

Ya que la vigilancia, en general, no es el único objetivo sino también el control y, sobre todo, la manipulación. Voviendo al libro de Marta Peirano, nos dice que «YouTube presume de que su algoritmo es responsable más del 70 por ciento de los vídeos que se ven en la plataforma». El algoritmo de YouTube se basa en proponer vídeos cada vez más extremos para que multipliques tu tiempo de engagement [2] y, con ello, incrementar tu grado de satisfacción con la app. Su objetivo es únicamente ese: no buscan radicalizarte o generar traumas entre los niños que ven vídeos sin control, toda su inversión se centra en buscar la manera de maximizar tu engagement. En el libro la gama de ejemplos es larga, desde los olores de nuestra idealizada infancia hasta las apps de contactos, o como dice Hammerbacher: «las mejores mentes de mi generación se dedican a pensar cómo hacer que la gente pinche en un banner».

En otra línea de argumentación en torno al algoritmo, habla del papel de las organizaciones gubernamentales y el papel que ciertos dispositivos, como el dinero digital, va a tener en la constitución de estos algoritmos. Nos enseña el modelo chino y su sistema de «crédito social», el cual nos retrotrae a capítulos que querríamos inverosímiles de Black Mirror. Pero nos recuerda que de alguna manera el resto de países están desarrollando su propio sistema de crédito social. La diferencia es que las condiciones del mismo son secretas.

«Un algoritmo es un conjunto de instrucciones diseñadas para resolver un problema concreto. Pero cuando los algoritmos son opacos, ya no sabemos cuál es el problema que intentan resolver.»

Volviendo al caso de las grandes plataformas digitales, las Primaveras árabes, el 15-M, Occupy Wall Street, etc reconfiguraron sus algoritmos. En 2010 las iniciativas populares alcanzan el carácter de acontecimiento en el seno de estas plataformas, produciendo un engagement muy alto tanto por el momento histórico, por el lenguaje (con el suicidio de Mohamed Bouazizi), como por la novedad. Posteriormente el mismo algoritmo, actualizado, era el principal aliado de los nuevos regímenes autoritarios surgidos tras el derrocamiento por parte de las Fuerzas Armadas de algunos líderes elegidos democráticamente o el que alza proyectos populistas en todo el mundo. El dispositivo internet -de plataformas- ya ha incluido en su ser el elemento disruptivo que se da entre 2010 y 2011. Recuperando a Tiqqun, «tras el primer instante de conmoción por la inexorable tarea de la potencia, [el dispositivo] se reforma: SE incluye, desactiva y reterritorializa el acontecimiento, SE le asigna una posibilidad, una posibilidad local» [pág. 114, 2012].

¿Es un libro sobre la pertinencia del uso de Internet?

Aclara en alguna de las entrevistas y charlas que su libro no trata de ser una enmienda a la totalidad a Internet. Dedica un extenso capítulo a lo que denomina la Revolución, incluyendo sus personajes tóxicos como O’Reilly y el papel dudoso de ciertos medios como Wired. Reivindica el espíritu de los hackers de los 70-80, a Perry Barlow- «sacad vuestras sucias manos del ciberespacio»- o el modelo TCP/IP como elementos válidos a partir de los cuales podría plantearse una refundación. La transición del internet freak, heterogéneo, descentralizado (al menos aparentemente) de los primeros 2000s- aunque hubiera voces críticas como Álex Galloway [2007]-, a este modelo de plataforma y con una concentración del poder, quizá sea la parte menos desarrollada o, en mi opinión, peor estructurada.

Frente a eso, nos dibuja de manera mucho más ordenada todo el proceso de gestación de Internet. Explica a través de Yasha Levine, autor de Surveillance Valley, que el primer proto Internet desarrollado para fines militares «parecía una idea progresista, en lugar de bombardear gente, con una cantidad suficiente de datos podías arreglar el mundo sin derramar sangre». Sin embargo esas herramientas nunca se han limitado a su uso primigenio. Es una historia recurrente: tecnologías que se presentan para resolver una coyuntura concreta respecto a un tercero, finalmente son usadas para nuevos modos de control respecto al espacio doméstico. Pese a la ingente superposición de referencias que usa Peirano en su libro, inicia y acaba con la misma cita de Audre Lorde, escritora LGTBI feminista afroamericana:

«Las herramientas del poder nunca servirán para desmantelar el poder».

Una lectura muy recomendable que creo es apta para iniciados y no iniciados en los entresijos de Internet. Para empezar podíais plantearos dónde lo vais a adquirir, ¿de verdad vais a acudir a Amazon? Hoy por hoy nadie es sospechoso/a de nada por leer a Peirano, Snowden o Assange… es así, ¿no? O quizá lo ideal es dudar de dónde va esa información. Y hacer llegar tu petición a alguien de confianza. Podéis llamar a Luis de La Fuga, que él haga la petición como uno más de los libros que la librería adquiere y cuya base de datos por la LOPD no es accesible para terceros. Ahí sí, disfrutad del libro aprovechando que hay iniciativas amigas que interceden y que limitan lo que se sabe de nosotros.

O también podéis, cuando acabe la cuarentena, hacer caso a Tiqqun e intervenir en los dispositivos a través del robo de uno de los ejemplares en una gran superficie.[3] Vuestra es la decisión.
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PD: Teniendo el borrador de la reseña se ha cruzado la noticia sobre la asociación de Google y Apple para preparar una app intrusiva, instalada simplemente mediante la actualización del sistema operativo- entre una y otra compañía copan el 99% del mercado [4]. En el libro de Marta Peirano aparecen suficientes menciones a ambas empresas como para desconfiar. Snowden [pág 248, 2019] nos define el concepto Eliminar en Informática como una herramienta para usuarios para sentir que tenían el control «sobre todo en lo que respectaba a cualquier cosa que hubiesen creado ellos mismos […] sin embargo, lo cierto es que la eliminación nunca ha existido tecnológicamente del modo en que la concebimos». Básicamente nos indica que la eliminación es en realidad una forma de permiso intermedio de escritura: el archivo original queda intacto.

Siendo así con un archivo común producido por nosotros, ¿qué hemos de esperar de una app instalada automáticamente en nuestros dispositivos por compañías que basan un alto porcentaje de sus ingresos en la venta de datos a terceros?

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#notas

[0] International Health Report [2019] Los nuevos inversionistas de cables submarinos: https://internethealthreport.org/2019/los-nuevos-inversionistas-de-cables-submarinos/?lang=es . Información complementaria en relación a la afección climática de la Nube.

[1] Noticia sobre el uso de geolocalización, por supuesto en Twitter: https://twitter.com/sanchezcastejon/status/1189970366761963521?lang=es

[2] Engagement es un término importante en el libro: «En español no hay una palabra exacta para engagement. La traducción literal es «compromiso para el matrimonio», como si abrir una cuenta de usuario implicara una relación íntima entre el usuario y el servidor. Y no es una descripción descabellada porque entre las dos partes se interpone un contrato prenupcial que el usuario debe aceptar como una «novia agradecida», sin modificaciones ni anexos, llamados Términos de Usuario».

[3] Según Tiqqun [Pág. 89. 2010]: «El robo sólo es transgresión desde el punto de vista de la representación: se trata de una operación sobre la presencia, de una reapropiación, de una reconquista del sí mismo como cuerpo en el espacio […] Al robar me desdoblo en presencia aparente, sin espesor, en alguien absolutamente del montón, y en una segunda presencia íntegra, intensa e interna, para la que se anima cada detalle del dispositivo que me rodea…».

[4] Datos sacados del artículo de Jordi Pérez Colomé (2020.04.10) en El País «Apple y Google se alían para facilitar que las apps para rastrear el coronavirus estén en todos los móviles»: https://elpais.com/tecnologia/2020-04-10/apple-y-google-se-alian-para-crear-un-sistema-de-rastreo-del-coronavirus-que-no-necesite-descargar-una-app.html?ssm=TW_CM

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Sobre Marta Peirano he utilizado otras fuentes aparte del libro, como su charla en Fundación Ruiz Funes [https://www.youtube.com/watch?v=LyyPUe9SnAw], la entrevista en eldiario.es [https://www.eldiario.es/murcia/entrevistas/Marta-Peirano-periodista-Internet-manos_0_917958267.html] o sus dos charlas en TEDx Madrid que podéis encontrar también en YouTube.

El concepto dispositivo se basa en Gilles Deleuze [¿Qué es un dispositivo?, 1989] y Tiqqun [Podría surgir una metafísica crítica como ciencia de los dispositivos…, 2010]. Aunque ambos textos fueron recogidos inicialmente en otras publicaciones, la editorial Errata Naturae los combinó en una publicación bajo el título «Contribución a la Guerra en Curso» [Errata Naturae 2012]. Tenéis la oportunidad de rescatar estos textos digitalmente gracias a que la editorial ofrece una serie de sus maravillosas publicaciones gratuitamente en su web [http://erratanaturae.com/8805-2/]. También se cita Posdata sobre las sociedades de control (Deleuze, 1992).

También me ha parecido interesante para esta reseña la entrevista a Álex Galloway realizada por Pau Alsina para la 9ª edición de ZEMOS98 [2007]: http://publicaciones.zemos98.org/entrevista-alex-galloway

Actualmente me puse a leer el libro de Edward Snowden «Vigilancia Permanente» [Editorial Planeta, 2019]. El libro Algoritarismos aún no se ha publicado- estamos deseando-. Para introducir, aportamos este artículo de Jesús Sabariego para El Salto: https://www.elsaltodiario.com/tecnopolitica/algoritarismos-politica-tecnologia-negocio-algoritmo

Pettifor: Green New Deal y finanzas públicas – o cómo vamos a pagar por una transición energética justa

Green New Deal y finanzas públicas
o cómo vamos a pagar por una transición energética justa

Reseña del libro de Ann Pettifor, 2019, The Case for the Green New Deal, Verso, Londres

José Pérez de Lama / versión beta, revisado 15/03/20

Como otras veces, os dejo unas notas más o menos rápidas tras la lectura del libro, con las primeras impresiones; un libro que me gustaría que leyera mucha gente… entre otras cosas para poder comentarlo…

Aunque hice unas cuantas revisiones, me quedé con la sensación de que esta reseña ha resultado una de las más caóticas que he escrito… Le echaremos la culpa al desasosiego ocasionado por el Coronavirus. Jeje.. Queda el post por aquí, en cualquier caso, como unas notas de trabajo … que espero animen a algun*s a leer y comentar el libro … y/o a tratar de profundizar en el tema por otros medios.
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Pettifor: pensando en el asunto desde 2007

El libro de Ann Pettifor, en esta ocasión sobre el Green New Deal, tiene múltiples aspectos de interés. Uno, quizás el primero, es que Pettifor es una de las promotoras iniciales de este idea del Green New Deal: desde 2007; habiendo publicado con su equipo uno de los primeros documentos rigurosos sobre el asunto (The Green New Deal Group, 2008). No es alguien que se ha subido al carro porque se haya puesto recientemente de moda. Es una de las que lo han promovido desde el principio hasta llegar adonde ahora estamos. Seguir leyendo Pettifor: Green New Deal y finanzas públicas – o cómo vamos a pagar por una transición energética justa

Comentario Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización


Escena bobo con libro.

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Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización

José Pérez de Lama, versión beta

Comentario de: Christophe Guilluy, 2019, No society. El fin de la clase media occidental, Taurus, Barcelona

Leí estos días No society, el libro de Guilluy, geógrafo (aunque también me parece sociólogo) francés que viene recibiendo una cierta atención en los medios por las tesis o hipótesis que se presentan en este volumen y en otro anterior. Éste, me ha parecido en efecto bastante interesante; aunque más en el análisis que propiamente en las conclusiones y propuestas.

El interés por Guilluy viene de lo que viene planteando para explicar el movimiento de los gilets jaunes en Francia y más en general lo que pueden llamarse populismos de derecha (Le Pen en Francia; que en este nuevo libro extiende a nuevos ámbitos: Trump en EEUU, el Brexit en RU, y algún comentario más puntual sobre Italia, Grecia, España o Cataluña).

Señalaré a continuación tres o cuatro ideas que me llamaron más la atención. Seguir leyendo Comentario Guilluy: populismos (de derechas), periferias e ideología de la metropolización

Comentario a ¿Quién quiso la Guerra Civil? de Ángel Viñas

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Francisco Franco y el general José Sanjurjo en Melilla en 1921. Fuente: El confidencial (21/7/2018), https://www.elconfidencial.com/espana/2018-07-21/sanjurjo-franco-exhumacion-abogados-valle-caidos_1595055/

David Patiño Rodríguez

Leí el último libro de Viñas (2019) que analiza cómo se organizó el complot contra la II República que propició la Guerra Civil y la Dictadura franquista. Aprovechando que se acaban de cumplir 83 años del golpe, he escrito algunos comentarios sobre la obra en los que destaco los aspectos que más me han llamado la atención y vierto algunas reflexiones que me ha sugerido su lectura.

El libro se desarrolla a partir de los famosos contratos que el autor presentó hace unos años en los que los monárquicos adquirían a una empresa italiana un montón de aviones último modelo totalmente equipados y una cantidad ingente de armas, todo ello a un coste desbaratado (que el autor cuantificó en unos 400 millones de euros actuales) y pagado a tocateja, lo cual nos hace una idea de la dimensión y la premeditación del complot.

La principal conclusión que me ha dejado la lectura es que avanza un paso más en el proceso de acabar con los mitos justificadores del franquismo que en mi generación habían adoptado, grosso modo, la siguiente forma: la II República fue un descontrol gestionado por inútiles que, si bien mantenían una apariencia democrática, sea por buenismo exacerbado, o por intereses, produjo el germen del inevitable desastre. Este determinismo del desastre ha gobernado las actuaciones políticas, sobre todo de la izquierda, en la etapa de la Constitución de 1978 alertando contra el ritmo de las reformas y sobre todo estableciendo límites materiales a las mismas (con la Iglesia hemos topado) para no volver a caer en los errores de los años 30.

La tesis de Viñas genera la sensación de que, lejos de ser inevitable, había pocas posibilidades de que la sublevación se produjera y si lo hizo fue, posiblemente, porque Calvo Sotelo, principalmente, trazó una estrategia inteligente y la puso en práctica de forma efectiva. Y llegado a este punto, es imposible no apenarse porque se desplegara tanta inteligencia para organizar el peor acontecimiento de la historia de España.

En los preparativos de la sublevación destacan varios protagonistas, pero también destaca que no se encuentre Franco entre ellos. Esta cuestión es también uno de los temas más llamativos del libro que cuenta, de modo muy efectivo, su aportación y cómo acabó siendo el Caudillo de España por la G. de Dios, proceso en el que el azar tuvo más importancia que sus méritos o arrojo. Los principales protagonistas de la historia fueron los monárquicos que desde el mismo 14 de abril, literalmente, intrigaron para acabar con el régimen republicano. Esta senda de acontecimientos parece indicar que el exrey más que dejar el país para evitar la guerra civil como alegó, en realidad lo hizo porque no contaba con apoyos suficientes para provocarla. No obstante, su entorno, por encargo suyo o por motu proprio, desde ese momento comienza la tarea de organizarla pues los monárquicos no organizaban una asonada decimonónica sino una guerra cruenta. En sus planes no estaba que fuera a durar 3 años, pues nunca imaginaron una resistencia tan fuerte como la que opuso la República, pero sí querían una guerra breve que permitiera eliminar físicamente a sus principales enemigos a la vez que invertía en terror.

Viñas también ha conseguido destapar aspectos desconocidos de la sublevación. Entre ellos, destaca la injerencia de la Italia fascista en una nación soberana extranjera como era la República Española. El hecho ya es suficientemente grave, pero además dicha injerencia fue continuada pues existe un acuerdo explícito para apoyar una revuelta que data de 1934 y que saltó a la luz ya en plena guerra. Viñas pone de manifiesto contactos anteriores incluso. Los acuerdos con los conspiradores se materializaron en diversas acciones como la formación de un grupo de milicianos carlistas, la financiación de Falange y sobre todo los contratos citados que se articularon a través de una empresa para esconder la participación gubernamental. La participación extranjera también es destacada desde la perspectiva española. Los monárquicos que emplean la etiqueta de “nacionales” desde el principio y que justificarán el golpe de estado con los argumentos patrióticos, estaban, ellos sí, vendiendo el país a una potencia extranjera que prestaba su apoyo guiada por sus intereses estratégicos en la forma de la alineación de la Nueva España con ella en el Mediterráneo. Viñas elocuentemente cita, de manera reiterada, la figura psicológica de la proyección para describir las acusaciones al gobierno por parte de los conspiradores, conscientes de que eran ellos los que vendían la patria a los intereses extranjeros.

También destaca la estrategia de los monárquicos, auténticos protagonistas de la conspiración. Viñas describe una estrategia brillante y bien elaborada, que únicamente falló por dos circunstancias extraordinarias que descabezaron la sublevación. Calvo Sotelo esconde su participación en la trama italiana por su condición, desde las elecciones de la primavera del 36, de líder de facto de la derecha parlamentaria, pero no parece que haya dudas de que ideó la estrategia que finalmente derrocó la República aunque no tuviera el final que esperaba. Su propio asesinato, días antes del golpe, y sobre todo el accidente mortal del general Sanjurjo, que era el líder indiscutido de la conspiración, la descabeza y trastoca totalmente los planes monárquicos. Destaca que la estrategia electoral monárquica se limitaba a garantizar la presencia de sus líderes en el Parlamento conscientes de que sus posiciones nunca serían mayoritarias por lo que no tuvieron interés en gastar demasiado. Sin embargo, no faltaron fondos para financiar a los pistoleros de Falange para generar inestabilidad en la calle que luego permitían denunciar la incapacidad del gobierno para mantener su control. El asesinato de Calvo Sotelo se usó extensamente como justificación del golpe, incluso en la actualidad se sigue haciendo. Viñas indica que no modificó absolutamente nada en unas acciones planificadas desde hacía tiempo. La conspiración monárquica habría aguantado esta muerte, pero no pudo aguantar la muerte del bilaureado general que falleció el 20 de julio en un accidente provocado por la ineptitud y el afán de protagonismo del capitán Ansaldo, otro de los protagonistas de la conspiración. Con la documentación que se posee, no están muy claro los objetivos de los conspiradores por aglutinar a diferentes grupos con intereses contrapuestos, pero parece que los planes originales situaban a Sanjurjo como jefe de estado, al menos de forma temporal para reestablecer, en un momento posterior, la monarquía en la figura del exrey o de su hijo Juan. Calvo Sotelo ocuparía la presidencia del Gobierno en un Estado que tendría una estructura organizativa inspirada en la Italia fascista.

El relato del papel que jugó Franco en los preparativos es otra de las cuestiones que tiene mucho interés en el libro. Franco se implicó desde el principio, pero sus aspiraciones se limitaban a ser el gobernador del Protectorado del Norte de África. No hay dudas de que la cabeza de la sublevación era Sanjurjo que encargó su organización a Mola y tampoco las hay de que su autoridad moral fue aceptada por todos los conspiradores, civiles y militares, de manera unánime. La oportunidad para Franco surge con el descabezamiento de la sublevación por los fallecimientos de Calvo Sotelo y de Sanjurjo. Las muertes provocaron el desconcierto en Italia durante algunos días. Los monárquicos se movieron rápido entrevistándose con el propio Mussolini para asegurar que se enviaran los aviones contratados que ahora eran especialmente necesarios para que las tropas africanas pudieran llegar a la Península dado que la armada no se había sublevado. Y efectivamente los aviones llegaron, excepto un par de ellos que se accidentaron. Viñas cuenta la rocambolesca historia de uno de ellos que se acabó estrellando en el África francesa. Las autoridades galas interrogaron al piloto, que era militar, y se produjo el consiguiente escándalo diplomático y periodístico con negativa cínica por parte del gobierno italiano incluida. Por supuesto acabó en nada. A la vez, Franco realiza una afortunada gestión que consigue implicar a Hitler en el apoyo a la rebelión, por la que, a diferencia de Mussolini, nunca había estado interesado y posiblemente ni enterado. El paso de las tropas y las dificultades que encontró Mola en el frente norte encumbraron a Franco a la Jefatura del Gobierno del Estado en septiembre, nombramiento que se traslada a la gaceta en forma de Jefatura de Estado. Durante la guerra la prioridad de los grupos que habían apoyado el golpe fue derrotar al enemigo común y no se cuestionó la jefatura del Nuevo Estado y cuando terminó la contienda ya no fue posible modificar nada. Los monárquicos que habían organizado la sublevación fluctuaron entre las posiciones críticas de Sainz Rodríguez y Ansaldo y la colaboración entusiasta de Goicoechea que abandonó sus posiciones y fue premiado con el cargo de Gobernador del Banco de España. Viñas relata con detalle las vías a través de las que Franco se encargó, posteriormente, de reescribir la historia eliminando a Sanjurjo del relato, minimizando el papel de Mola, del que se encargó de hacer desaparecer sus papeles y encumbrándose como cerebro y jefe de la organización, desde el principio. Sin duda también llama la atención que la documentación de figuras del periodo tan imprescindibles como Alfonso XIII o el propio Franco y de buena parte de la actividad del ejército, hayan desaparecido o estén fuera del escrutinio público 80 años después.

En definitiva, ¿Quién quiso la guerra civil? da un giro importante al acontecimiento más importante de la historia del país de los últimos 200 años y sugiere que aún queda mucho por saber sobre el mismo. La guerra y posterior dictadura cortaron de raíz el progreso y las reformas estructurales que la sociedad española había empezado a acometer a través de un programa que un autor como Fontana ha calificado de moderado pero que a un grupo de aristócratas, financieros y militares les pareció lo suficientemente lesivo contra sus intereses como para iniciar una aventura que, era probable que provocaría una carnicería, como de hecho, sucedió. Como todas las obras de Viñas, llama la atención el celo tomado en la contrastación de cada una de las afirmaciones. Pero posiblemente, lo que más destaco es una afirmación que, a pesar de no ser la primera vez que hace el autor, a mí me llama especialmente la atención: lo que condenó a la II República española fue adelantarse en el tiempo. La democracia española tuvo que enfrentarse al fascismo antes que ninguna otra nación y Reino Unido, Francia y Estados Unidos, que deberían haber acudido a socorrerla, la dejaron a su suerte en una lucha totalmente desigual que no podía ganar. No podremos saber qué habría pasado en un universo paralelo en el que las cosas hubieran sucedido de otro modo, en España y en el resto del mundo, pero da que pensar y también provoca la reflexión visualizar el efecto que tiene el azar en nuestras vidas y en la evolución de los acontecimientos históricos.

Viñas, Ángel (2019), ¿Quién quiso la guerra civil?: Historia de una conspiración, Crítica, Barcelona

Reseña: Mezzadra y Neilson: sobre extracción, logística y finanzas


Imagen: Central de Abastos de la Ciudad de México; fuente: http://turismoculturalcm.blogspot.com/2016/01/hisoria-de-la-central-de-abasto-ciudad.html

Reseña: Mezzadra y Neilson: sobre extracción, logística y finanzas; soberanías, geografía, valor…

Sandro Mezzadra & Brett Neilson, 2019, The Politics of Operations. Excavating Contemporary Capitalism, Duke University Press, Durham & London

Notas de José Pérez de Lama __ 06/2019 >>versión beta

“Es una cuestión de realismo político reconocer que, hoy en día, el estado no es suficientemente poderoso para confrontar las formaciones establecidas y emergentes del capitalismo.” (Mezzardra & Neilson, 2019: 238)

Siguiendo con mi práctica de hacer un comentario de los libros que leo justo al acabarlos, para dejar constancia de la primera impresión que me causan, recojo aquí unas notas provisionales sobre el último de Sandro Mezzadra – con Brett Neilson -, The Politics of Operations (Las políticas de las operaciones. Excavando el capitalismo contemporáneo).

Conozco a Sandro desde hace unos 15 años, como colega de Negri y su grupo de pensadores-activistas que, al menos durante algunos años, se llamaban Universidad Nómada. Sando, más o menos de mi generación, era dentro de aquel grupo la persona que más había pensado sobre migraciones – su libro Derecho de fuga (2005) era una referencia para la mayoría de la gente que formamos parte de Indymedia Estrecho, el proyecto en torno al cual nos conocimos, hacía 2004 o así. Este libro más reciente creo que supone un cierto desplazamiento de los intereses de Mezzadra. Coincidimos este año en Sevilla y después en Málaga, y me contó un poco, y me entraron ganas de leerlo en cuanto saliese. ¡Y aquí estoy con la lectura hecha! __ Trata, al menos en primera instancia, sobre las nuevas geografías del capitalismo – reciente, actual. Y de cómo en la producción de estas geografías encontramos claves importantes para entender qué está pasando en el mundo grande y en nuestros entornos más próximos, __ ya que como sabemos, ambas escalas están cada vez más estrechamente enmarañadas… Tangle (maraña) es un término que Mezzadra y Neilson usan en el libro, – quizás deudores de Bifo (2017) -, en lugar del más habitual redSeguir leyendo Reseña: Mezzadra y Neilson: sobre extracción, logística y finanzas

El debate sobre el valor – comentarios sobre el nuevo libro de Mariana Mazzucato

El debate sobre el valor – comentarios al hilo del nuevo libro de Mariana Mazzucato

José Pérez de Lama, versión beta

Reseña de: Mariana Mazzucatto, 2018, The Value of Everything- Making and Taking in the Global Economy, Allen Lane – Penguin Random House

Something is rotten in the theory of value.

Un libro sin duda muy interesante, de una de las grandes economistas globales ¿emergentes?, ¿de moda? -, que como se subraya en su portada recibió el premio Leontieff al Avance de las fronteras del pensamiento económico en su edición de 2018 [1] – es de suponer que por su anterior libro, El estado emprendedor, que también reseñamos en este blog hace unos meses (David Patiño, 2018).

Como sugería la cita introductoria y también el título, el libro trata del valor (económico…) en la economía digital y global actual. La autora da cuerpo a lo largo del libro de forma rigurosa a la sospecha más o menos general de que algo no funciona del todo bien con cómo se considera el valor en nuestras economías. Los ejemplos de la extraña consideración del valor son múltiples, pero citemos para empezar algunos ejemplos: cuando el gasto en arreglar un desastre ecológico se considera como producción de valor (esto es, hace aumentar el PIB, o GDP en inglés); o cuando las actores económicos que obtienen mayores beneficios son, entre otros, los financieros, cuya contribución a la creación de valor – en la crisis, en la burbuja inmobiliaria, o cuando apuestan con sus productos financieros contra la recuperación de un país en crisis, como ocurriera con Grecia o España hace pocos años – resulta bastante inexplicable para la mayoría de la gente – (algo más detallado sobre esto más adelante). Seguir leyendo El debate sobre el valor – comentarios sobre el nuevo libro de Mariana Mazzucato