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Carta de apoyo a la Casa Invisible de Málaga, nov 2021

Captura de pantalla de la web del Diario Sur, fotografía de Ñito Salas de la manifestación de apoyo a la Invisible, en circunstancias similares a las de hoy, en 2018. Fuente de la captura: https://www.diariosur.es/malaga-capital/fotos-manifestacion-para-conservar-sede-casa-invisible-malaga-20180310164046-ga.html

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José Pérez de Lama

Llegan las noticias de una nueva amenaza de desalojo del centro social la Casa Invisible en Málaga. Compañer*s de allí envían la carta que sigue, y que reproduzco, además de para dar mi apoyo, por el interés sobresaliente que tiene el escrito, a mi juicio, como reflexión sobre la ciudad y el habitar.

La carta:

Carta de apoyo a la Casa Invisible, que afronta el cuarto intento de desalojo

Las arquitectas y arquitectos cuyo nombre aparece al final de este texto, manifestamos nuestro apoyo a la permanencia de la Casa Invisible, con ocasión de los hechos y reflexiones que a continuación se exponen.

El pasado mes de octubre el pleno del ayuntamiento de Málaga aprobó el desalojo de urgencia de la Casa Invisible, rompiendo unilateralmente el dialogo para reabrir el proceso de cesión en uso al proyecto actual al que se comprometieron en 2018, y rechazando el proyecto de rehabilitación integral por fases que se le propuso en 2016. Utilizando como excusa una ITE desfavorable que no obstante no genera nuevas medidas cautelares, pretenden desalojar con el fin de sacar a concurso la rehabilitación integral del edificio y su posterior cesión, sabiendo que será el criterio económico el que prevalezca sobre cualquier otra consideración.

La Casa Invisible, desde hace más de 14 años, en un proceso continuado de abajo a arriba, proporciona el ámbito, la logística, difusión, poder de convocatoria y agregación que contribuye al desarrollo de las potencias locales. Es un instrumento de desprecarización que acoge y promueve actividades que de otra manera no se darían en esta ciudad, iniciativas invisibilizadas en una ciudad tematizada y expuesta a los intereses de unos pocos. Con ello demuestra que la mediación mercantil no es imprescindible para la creación y sostenimiento de la cultura. Es un verdadero equipamiento del común, gestionado por sus propios usuarios, con una efectiva autonomía.

En este proyecto social y cultural es fundamental la dimensión arquitectónica y urbana. No se nos ocurre mejor modo de expresarlo que recordando a M. Heidegger cuando explica qué es el habitar y lo pone en relación sustancial con el construir, concluyendo que construimos en la medida que habitamos. Construimos en un proceso permanente de interacción con el espacio de habitación que es a su vez nuestro proceso personal de crecimiento en anhelos, obras y modos de estar en el mundo. Pero de un modo concreto: cuidando las cosas y criaturas que nos acompañan. Si reinventarnos es esencial en nuestro devenir humano y ese camino se realiza en un entorno físico y social, ¿por qué deberíamos relegar las decisiones sobre este proceso a los expertos?

El edificio fue construido en 1876 y necesita ser rehabilitado. El modo de actuación se ha ido gestando desde el año 2007, con la cooperación de numerosos profesionales, conscientes de su responsabilidad social. Ha tomado forma definitiva bajo la dirección de expertos solventes en el ámbito de la rehabilitación del patrimonio, con la colaboración de estudiantes y jóvenes titulados de la Escuela de Arquitectura de Málaga. Bajo la premisa de «máximo conocimiento-mínima intervención», y en una colaboración permanente con los habitantes/usuarios de la casa, han elaborado un plan de actuación para poner gradualmente al servicio de la ciudadanía los maravillosos espacios de este edificio sin necesidad de paralizar las actividades que acoge.

Este proyecto ejemplar, especialmente oportuno para el centro histórico de Málaga, se presentó al ayuntamiento en 2016, y por su rigor y validez contó en su día incluso con el apoyo de la Gerencia de Urbanismo de Málaga que no puso objeciones a su ejecución en fases, permitiendo el uso del resto del edificio y que la actividad de la Casa Invisible no sufriera interrupciones; además fue premiado en 2018 por el ministerio de Cultura por su innovación, cuidado de la sostenibilidad y participación de los usuarios.

El Proyecto de rehabilitación del edificio forma parte de una serie de requisitos jurídicos y técnicos acordados con el Ayuntamiento para la cesión del edificio en 2015 y 2018, que han sido cumplidos en su totalidad por la Casa Invisible, por lo que el desalojo debería ser paralizado, que el Ayuntamiento cumpla su parte de dicho acuerdo y que sean retomadas las negociaciones para la cesión de su uso, garantizando así la continuidad de la Casa Invisible.

20 años desde la fundación de Indymedia y no vamos ganando…

Indymedia: 1 – GAFAM: 42. (1999-2020)
20 años desde la fundación de Indymedia y no vamos ganando…

José Pérez de Lama, aka osfa

Anda estos días Tim Berners-Lee promoviendo lo que llama un nuevo contrato [social] para la Web. ¿Qué está pasando para que al «inventor de la Web» se le ocurra ahora plantear un asunto así? Pues ocurre algo que, aunque a Millennials, Generación Z, quincemayistas, pedros-sánchez y jóvenes varios pueda «sonarle a chino», muchos y muchas de los que participamos en la construcción de los primeros diez o quince años de la Web sí que entenderemos.

Tal vez, una de las (pocas) cosas buenas de tener ahora más de cuarenta años de edad, – y habiendo estado atento al mundo de la cultura digital durante las últimas décadas –, es la de haber conocido de primera mano un proceso de cambio tecnológico bastante radical, comparable al que pudo haber sido la aparición de la máquina de vapor a finales del XVIII y principios del XIX. Durante aquellos años de la emergencia de la Web parecía que había un mundo nuevo lleno de nuevas posibilidades y oportunidades. Aunque más adelante también pudimos ir viendo cómo se hacían realidad algunas de las opciones, hasta llegar a convertirse en «monstruosas», y cómo otras se quedaban en nada, como si hubieran sido abortadas. Todo aquello que observábamos y que en parte nos pasaba se parecía un poco a cuando se lee un libro de historia o una novela de ciencia ficción, pero estando ahí en medio de todo, aunque fuera como protagonistas secundarios – o, a lo peor, como figurantes… o como espectadores de gallinero.

Pudimos ver cómo el período culminó hacia mediados de la década de 2000 con el triunfo de las lógicas capitalistas que hicieron suyas todas las virtualidades y oportunidades que habíamos podido vislumbrar; usándolas, incluso, como medio para volver a insuflar los decaídos espíritus animales del capitalismo a un nuevo ciclo aún más intenso; que eso parece ser lo que ahora vivimos; – o, más bien, padecemos.

Indymedia, –estos días recién hicieron veinte años de su aparición fulgurante (diciembre de 1999 en Seattle) y de ahí la presente reflexión–, representaba algunos aspectos de aquella Web (1.0 la llamaron en algún momento) que muchos de aquella generación imaginamos: ¿abierta?, ¿descentralizada?, ¿democrática?, ¿liberadora?, ¿emancipadora? Algunos o algunos lo recordaremos, y otros, la mayoría, no tendrán idea de qué fue aquello; 20 años son muchos años… e incluso a los que estuvimos allí creo que a veces nos parece más un espejismo que algo «real». De forma muy sintética, Indymedia era una red de redes – se decía así también de Internet entonces –, distribuidas globalmente para producir información independiente, bottom-up, etc. pero que en su proceso de desarrollo o de «emergencia» se constituyó también en una red de lo que algunos llamábamos «producción biopolítica», esto es, de producción de otras formas de vida, relaciones sociales y de poder, subjetividades y esas cosas… Cabe señalar algo más que hoy resulta bastante sorprendente: que Indymedia en aquel momento era de las cosas más avanzadas, la vanguardia conceptual y tecnológica de Internet. Durante algunos, pocos años, el software libre, la proliferación de la cooperación y lo que se llamó la «ética hacker», las «contracumbres» y los foros sociales mundiales, la globalización de la comunicación y las luchas, la prosperidad pre-crisis… a muchos nos parecía que algo de verdad diferente estaba (casi) a punto de ocurrir…

20 años después, tristemente, el escenario es bien diferente. La crisis, la austeridad y el disciplinamiento asociado, por un lado, y el éxito arrasador del capitalismo digital, por el otro, hacen que lo de aquellos años nos parezca hoy más un sueño, o un espejismo, como decíamos, que otra cosa. Entre las muchas descripciones de la situación actual, la del Stack de Benjamin Bratton (2015), me parece que es una de las más acertadas: una nueva hegemonía planetaria que tiene entre sus pilares fundamentales los grandes proyectos tecnológicos de control social y de extracción del valor de la cooperación. El subtítulo del libro de Bratton es precisamente «software y soberanía». El equipo que representarían los Berners-Lee, Stallman, Swartz, Indymedia, Wikipedia y tantos otros sufrimos una derrota estrepitosa… Y aún cabe preguntarse, incluso, si los activistas del software libre, la cooperación sin mando y las redes descentralizadas, en realidad, sólo estábamos «haciendo la cama» al capitalismo digital. O si, por el contrario, aquello constituía verdaderamente una alternativa truncada, malograda, que fue capturada o comprada, o lo que fuera, por los que ahora tienen la sartén por el mango (de la nube).

Esta es la pregunta que planteaba Franco Berardi Bifo, tan buen amigo de Indymedia, en su libro Futurabilidad (2017): en cualquier presente existen múltiples futuros posibles; la potencia sería la energía subjetiva que despliega las diferentes posibilidades y hace que sucedan unas u otras, lo que convertiría lo posible-virtual en actual; el poder serían “las selecciones (y las exclusiones) que están implícitas en la estructura del presente, la selección y la ejecución de una de las posibilidades, y simultáneamente la invisibilización (y la exclusión) de las otras muchas posibilidades”.

Llegados al 2020, podría decirse que en este juego tecnopolítico de las tres «Ps», – posibilidad, potencia y poder –, el equipo GAFAM, o como lo prefiramos llamar, está arrasando al equipo de Berners-Lee, Indymedia y «hippies» varios. A ver cómo se da la década que ahora comienza. ¡Salud y convivencialidad!

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* GAFAM, para los no familiarizados, es el acrónimo por el que se refiere en ocasiones al cuasi-monopolio de las 5 grandes tecnológicas.

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Franco Berardi Bifo, Futurability. The Age of Impotence and the Horizon of Possibility, Verso, Londres Nueva York

Tim Berners-Lee et al, 2020, Contract for the Web. A global plan of action to make our online world safe and empowering for everyone, https://contractfortheweb.org/

Benjamin Bratton, 2015, The Stack. On Software and Sovereignty, The MIT Press. Software Studies Series, Cambridge