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Sobre la idea de caja de herramientas, y su aplicación en arquitectura

Imagen: Cubierta del libro de Santiago Cirugeda / Recetas urbanas, que usa este discurso de la cajas de herramientas, o recetas urbanas en su caso — 2004, Editorial Tenov, Barcelona.

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La idea de caja de herramientas en la teoría y la práctica de la Arquitectura

Notas de José Pérez de Lama

Planteamos este año a dos grupos de estudiantes de Arquitectura, como ejercicio de curso, construir una caja de herramientas de/para sus propios proyectos. Nos parecía algo que no necesitaba demasiada explicación. Y sin embargo parece haberles resultado, hasta ahora y a la mayoría, algo bastante incomprensible.

Para el personal que anduvo metido en cuestiones más o menos teóricas-culturales-filosóficas durante las décadas de 1990 y 2000, la idea de llamar caja de herramientas a un conjunto de conceptos o recursos  es algo bastante convencional, me parece. Las citas de Foucault o de Deleuze usando la expresión salen de inmediato en los buscadores; — por ejemplo, estas dos de Foucault:

Me gustaría que mis libros fueran una especie de caja de herramientas en la que la gente pueda rebuscar para encontrar una herramienta para usarla según le convenga cada cual en su propio campo […] Me gustaría que el pequeño volumen que quiero escribir sobre los sistemas disciplinarios fuera útil para un educador, un guardia, un magistrado, un objetor de conciencia. Yo no escribo para una audiencia; escribo para usuarios, no para lectores. (1974)

Todos mis libros son pequeñas cajas de herramientas. Si la gente los quiere utilizar, usar esta frase o aquella idea como si fuera un destornillador o unos alicates, para cortocircuitar, para desacreditar los sistemas de poder, incluyendo en última instancia aquellos de los que surgieron mis libros … tanto mejor. (1975) [ver referencias al final para la procedencia de ambas citas]

Los ejercicios propuestos, por otra parte, no lo ponen demasiado difícil, o eso pensábamos — luego veremos algo sobre las dificultades no previstas (punto [4]). Se proponía concretamente elegir una serie de casos (casos de estudio) que interesasen a los autores de los trabajos, y extraer de estos, alguno o algunos de los aspectos que les llamen la atención, y conceptualizarlos como herramientas, para así, poderlos usar en otras situaciones u otros contextos parecidos; — o para poder componerlos en otras configuraciones, también podría decirse.

Los profesores considerábamos que algo así se hacía, más o menos, habitualmente: vemos un proyecto o una obra que nos gusta e intentamos hacer una distribución parecida, darle una solución similar a la cubierta, usar una estrategia de captación de la iluminación natural o de la radiación solar análoga. Etc.

Tal vez para hacerlo más claro, lo que esperamos de los estudiantes habría que formularlo mejor como una caja de herramientas, materiales y componentes; o recursos. Como aún hay que acabar los ejercicios, quedará así formulado a partir de ahora.

Recojo aquí algunas notas adicionales sobre el asunto — que aprovecho para compartir más allá de la clase. Espero que algunas contribuyan a aclarar el asunto. Pero no se si otras tal vez lo enturbiarán más que aclararlo.

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[1] Herencia del pragmatismo estadounidense: las ideas tienen efectos prácticos

Posiblemente una fuente de esta idea de las «cajas de herramientas» para Deleuze y para Foucault venga de los pragmatistas estadounidenses.


Nota: Desde hace años tengo esta intuición en la que tendría que tratar de profundizar: que hay una gran influencia de los pensadores estadounidenses en Deleuze y Guattari. Estos días en Diálogos (Deleuze & Parnet, 1977) leía sobre el agradecimiento de Deleuze a Jean Wahl (1888-1974), experto en William James (1842-1910), y releía sobre su gran interés por la literatura estadounidenses. En algún sitio vi algo sobre las dificultades de Deleuze intentando explicar cosas de Whitehead (1861-1947) — era en algún sitio relacionado con Stengers, si no me equivoco. Guattari, en Las tres ecologías, basa dos de ellas en Bookchin (1921-2006) y Bateson (1904-1980). Leyendo a Dewey (por ejemplo, Experience and Nature, 1929), diría que se encuentran muchas cosas similares a las que luego Deleuze-Guattari enuncian de una manera quizás más audaz y literaria. Etc.


En una famosa ocasión, verano de 1898 en Berkeley, California, William James define el pragmatismo filosófico, — comentando a su vez  unos párrafos de Charles S. Peirce de 1878 –, tal que así:

Las cosas en que creemos [*], en resumen, son realmente reglas para la acción; y toda la función del pensar no es sino un paso en la producción de hábitos de acción. Si hubiera alguna parte de un pensamiento que no supusiera diferencia alguna en cuanto a las consecuencias prácticas de ese pensamiento, entonces, esa parte no sería una parte propiamente dicha de la significación [significance] del pensamiento en cuestión. Así, el mismo pensamiento puede vestirse con palabras distintas, pero si las diferentes palabras no sugieren diferentes conductas, serán meras acreciones superficiales, y no tendrán papel alguno en la signficación del pensamiento. Y sin embargo, si determinan las conductas diferentemente, serán partes esenciales de la significación. «Por favor, abre la puerta», y «Veuillez ouvrir la porte», en francés, significan exactamente lo mismo; pero «Maldito seas, abre la puerta», aunque en español, significa algo diferente. Así, para desarrollar la significación de un pensamiento tan sólo tenemos que determinar qué conducta es la que tendría que producir; esta conducta es para nosotros su única significación. Y el hecho tangible en la raíz de todas nuestra diferenciaciones en cuanto al pensamiento, por muy sutiles que sean, es que no hay ninguna tan fina como para que no consista en otra cosa que en una diferencia de la práctica. Para lograr la perfecta claridad en nuestro pensamiento sobre un objeto, entonces, tenemos que considerar qué efectos concebibles en el orden de lo práctico puede implicar, — qué sensaciones tenemos que esperar del objeto, y qué reacciones tenemos que preparar. Nuestra concepción de estos efectos será para nosotros, entonces, todo lo que constituya nuestra concepción del objeto, — en tanto en cuanto esta concepción tenga alguna significación positiva.

Éste es el principio de Peirce, el principio del pragmatismo. Yo pienso que debe ser formulado con mayor amplitud de lo que lo expresa el Mr. Peirce. La prueba definitiva para nosotros de lo que una verdad significa es, en efecto, la conducta que dicta o inspira. Pero inspira esa conducta porque primero anticipa [first foretells some particular turn] cierto giro a nuestra experiencia que invocará precisamente esa conducta de nosotros. Y para nuestros propósito de esta tarde preferiré expresar el principio de Peirce diciendo que el significado [meaning] efectivo de cualquier proposición filosófica puede siempre reducirse a una consecuencia particular, sobre nuestra futura experiencia práctica, ya sea activa o pasiva; siendo el punto clave que la experiencia sea particular [concreta], y no que tuviera que ser activa.

Hasta aquí la cita de James explicando y extendiendo a Peirce. Seguir leyendo Sobre la idea de caja de herramientas, y su aplicación en arquitectura

William James: «A difference that makes a difference.»

William James, 1898, Philosophical Conceptions and Practical Results – University Chronicle, Volume 1 September 1898 No. 4 — An address delivered before the Philosophical Union, at Berkeley, August 26, 1898, by William James, M.D., LL.D., Professor of Psychology in Harvard University [24 págs]. Fuente: https://classes.matthewjbrown.net/teaching-files/american/James-PhilosophicalConceptions.pdf

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William James: «A difference that makes a difference.» [Una diferencia que determina una diferencia]

Selección y comentarios de José Pérez de Lama

[0] Desde hace un par de años intentando aprender sobre el pragmatismo filosófico clásico — Peirce, James & Dewey. Recojo aquí una cuestión relativamente anecdótica, — ¿o quizás no?

[1] Leí por primera vez, hacia 2003 o 2004, y utilicé con frecuencia la expresión que William Mitchell usaba en su libro Me++. The Cyborg Self and the Networked City: A bit is a difference that makes a difference — un bit es una diferencia que determina una diferencia; o una diferencia que produce una diferencia. Usaba Mitchell esta expresión para argumentar en aquellos años que lo que entonces se venía llamando virtual, era algo material y concreto, que no se limitaba a una dimensión imaginaria o simbólica como se tendía a pensar entonces. Un bit 1/0 determina que se realice una operación real, que se vea un pixel blanco o negro, se abra una puerta, se lance un torpedo, etc.

[2] Algo después, me pareció descubrir la procedencia de esta idea sobre la diferencia en Gregory Bateson, en su modelo de circuito cibernético, en el que la percepción era siempre cuestión de una diferencia: el organismo que percibe recibe y reconoce una diferencia de las señales que le llegan de su entorno. esta diferencia será la que active la emisión de posibles respuestas y en segunda instancia, cuando el ciclo mental se repita sucesivas veces, el aprendizaje, que sería equivalente a la creación de patrones mentales y hábitos de conducta en el modelo batesoniano [ver enlace al final]. Mitchell cita efectivamente a Bateson como una de sus principales referencia.

Tendría que ver cómo aparece la idea de diferencia en Claude Shannon, que fue quien conceptualizó propiamente la cuestión de los bits como diferencia, abierto-cerrado, uno-cero.

[3] Leo hace un par de años, que esta expresión, A difference that makes a difference, se la debemos en realidad a los pragmatistas, a Charles Peirce, primero, si no lo he entendido mal, y William James que la elabora y la sitúan como idea fundamental del pragmatismo. Lo leí hace tiempo, pero hace un par de semanas, di con la conferencia en la que James parece que lo empieza a difundir, — una conferencia de 1898 en Berkeley, California, adonde viajó en el verano de aquel año, — sin duda en los trenes transcontinentales entonces de relativamente reciente construcción.

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Transcribo a continuación, entonces, unos párrafos del excelente Dewey de Steven Fesmire; — de la introducción en la que sitúa la figura de John Dewey en su tiempo. Y después, reproduzco una parte de la conferencia de James de 1898, con su expresivo título, Philosophical Conceptions and Practical Results, — el pdf completo enlazado al final. Esta transcripción de momento en inglés; la iré traduciendo en los próximas semanas. O eso espero.

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Fesmire, 2015, pp. 2-3 [traducción de J. Pérez de Lama]

Los pragmatistas clásicos estadounidenses desestabilizaron la percepción popular de que, parafraseando a Henry David Thoreau, los filósofos son constructores de lujosos castillos conceptuales que en ningún punto llegar a tocar la Tierra. El lógico Peirce, interesado en los laboratorios inicio el pragmatismo 1878 como un medio para clarificar el significado general de los conceptos, trazando las consecuencias experimentales que los diferentes conceptos implicaban.

El humanista e individualista [William] James reinterpretó el principio de Peirce para clarificar los conceptos, extendiéndolo al término «verdad,» lanzando el movimiento pragmatista con su ensayo de 1898 Philosophical Conceptions and Practical Results.[*]

El objetivo principal de James era el destacar la importancia práctica concreta de las diferentes creencias filosóficas. No estaba acotando el territorio [staking out, expresión que utiliza en el ensayo] de una posición familiares  o que devendría antecedente de los problemas para la la filosofía del lenguaje o la filosofía de la mente del siglo XX, como podrían ser problemas lingüísticos o cognitivos significativos [esto parece un comentario para los filósofos analíticos que a mí no me dice nada.] Insistía en que las preguntas filosóficas importantes son aquellas que suponen una diferencia en nuestras vidas, y por implicación que algunas preguntas característicamente filosóficas carecen de importancia.

En 1907 escribió en Pragmatism: «No puede haber una diferencia en un sitio que no determine una diferencia en otro sitio.» [There can be no difference anywhere that doesn’t make a difference elsewhere.»] — una diferencia en una verdad abstracta que no exprese en sí misma una diferencia en un hecho concreto y en la conducta consecuente de ese hecho, impuesta sobre alguien, de alguna manera, en algún lugar, en algún momento.»

[Comentario: veremos a continuación que esta misma cita la hace James en el texto de 1898 — según parece.]

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William James, 1898, Philosophical Conceptions and Practical Results, pp. 290-292 [con algún comentario]

I refer to Mr Charles S. Peirce, with whose very existence as a philosopher i dare say many of you are unaquainted. He is one of the most original of contemporary thinkers; – and the principle of practicalism – or pragmatism –, as he called it, when i first heard him enunciate it in Cambridge in the early ’70’s – is the clue or compass i by following which i find myself more and more confirmed in believing we may keep our feet upen the proper trail.

Peirce’s principle, as we may call it, maybe expressed in a variety of ways, all of them very simple. In the Popular Science Monthly, for January, 1878, he introduces it as follows: The soul and meaning of thought, he says, can never be made to direct itself towards anything but the production of belief, belief being the demicadence which closes a musical phrase in the symphony of our intellectual life.

[Comentario 1: esto del belief o creencia conecta con el empirismo inglés y en concreto con Hume, que pensaba que todo conocimiento tiene un cierto carácter de incertidumbre y provisionalidad y por eso lo llamaba creencia, aunque con un sentido científico-empirista del término].

[Comentario 2: demicadence: imagen o metáfora algo crítptica para mí; literalmente: (Mus.) An imperfect or half cadence, falling on the dominant instead of on the key note. – Podría ser como una conclusión provisional… vinculado al ritornelo, podría ser…].

[Comentario 3: No me resulta claro cuándo se cierra la cita de Peirce; si se cierra aquí o continúa.]

Thought in movement has thus for its only possible motive the attainment of thought at rest. But when our thought about an object has found its rest in belief, then our action on the subject can firmly and safely begin.

Beliefs, in short, are really rules for action, and the whole function of thinking is but one step in the production of habits of thought.

[Comentario: los patterns de Bateson; puede que también algo similar en Dewey.]

If there were any part of thought that made no difference in the thought’s practical consequences, then that part would be no proper element of the thought’s significance. Thus the same thought may be clad in different words: but if the different words suggest no different conduct, there are mere outer accretions, and have no part in the thought’s meaning. If, however, they determine conduct differently, they are essential elements of the significance. “Please open the door,” and “Veuillez ouvrir la porte,” in French, mean just the same thing; but “D–––n you, open the door,” although in English, means something very different. Thus to develop a thought’s meaning [291] we need only to determine what conduct is fitted to produce; that conduct it is fitted to produce; that conduct is for us its sole significance. And the tangible fact at the root of our thought-distinctions, however subtle, is that there is no one of them son fine as to consist in anything but a possible difference of practice. To attain perfect clearness in out thoughts of an object, then, we need only consider what effects of a conceivably practical kind the object may involve – what sensations we are to expect from it, and what reactions we must prepare. Our conceptions of these effects, then, is for us the whole of our conception of the object, so far as that conception has positive significance at all.

This is the principle of Peirce, the principle of pragmatism. I think myself that it should be expressed more broadly than Mr. Peirce expresses it. The ultimate test for us of what truth means is indeed the conduct that it dictates or inspires. But is inspires that conduct because it first foretells some particular turn to our experience which shall call for just that conduct from us. And I should prefer for our purposes this evening to express Peirce’s principle by saying that the effective meaning of any philosophic proposition can always brought down to some particular consequence, in our future practical experience, whether active or passive; the point lying rather in the fact that the experience must be particular, that in the fact that it must be active.

[Comentario: esto de que la experiencia tiene que ser particular me llama la atención, aunque aún no se bien qué significa exactamente; tiene que ver sin duda con el empirisimo y la experiencia, valga la redundancia.]

To take in the importance of this principle, one must get accustomed to apply it to concrete cases. Such use as I am able to make of it convinces me that to be mindful of it in philosophical disputations tends wonderfully to smooth out misunderstandings and to bring peace. If it did nothing else, then, it would yield a valuable rule of method of discussion. So I shall devote the rest of this precious hour with you to its elucidation, because I sincerely think that if you once grasp it, it will shut your steps out from many an old flase opening, and head you in the true direction of the trail.

[Comentario: nueva alusión a la bonita metáfora del trail-blazing en la selva con que inicia la conferencia.]

[292] One of its first consequences is this. Suppose there are two different philosophical definitions, or propositions, or maxims, or what not, which seem to contradict each other, and about which men dispute. If, by supposing the truth of the one, you can forsee no conceivable practical consequence to anybody at any time or place, which is different from what you would foresee of you supposed the truth of the other, why then the difference between the two propositions is no difrerence, – it is only specious and verbal difference, unworthy of further contention. Both formulas mean radically the same thing, although they may say it in such different words. It is astonishing to see how many philosophical disputes collapse into insignificance the moment you subject them to this simple test.

There can be no difference which doesn’t make a difference – no difference of concrete fact, and of conduct consequent upon the fact, imposed on somebody, somehow, somewhere, and somewhen.

It is true that a certain shrinkage of values often seems to occur in our general formulas when we measure their meaning in this prosaic and practical way. They diminish. But the vastness that is merely based on vagueness is a false appearance of importance, and not a vastness worth retaining. The x‘s, y‘s, and z‘s always do shrivel, as I have heard a learned friend say, whenever at the end of our algebraic computation they change into so many plain a‘s, b‘s, and c‘s; – but the whole function of algebra is, after al, to get them into that more definite shape; and the whole function of philosophy ought to be to find out what definite difference it will make to you and me, at definite instants of our life, if this world-formula or that world-formula be the one which is true.

[Esta última sería una buena aproximación al objetivo que se plantea el pragmatismo filosófico: ayudarnos en la vida real, concreta – en lugar de construir los castillos conceptuales que tratan de explicar el ser, el mundo, etc. en términos asbtractos que con frecuencia acaban teniendo poca relación con las vidas reales de cada cual; o en el peor de los casos una relación perniciosa por su excesiva desconexión o idealismo.]

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Referencias

William James, 1898, Philosophical Conceptions and Practical Results – University Chronicle, Volume 1 September 1898 No. 4 — An address delivered before the Philosophical Union, at Berkeley, August 26, 1898, by William James, M.D., LL.D., Professor of Psychology in Harvard University [24 págs]. Fuente: https://classes.matthewjbrown.net/teaching-files/american/James-PhilosophicalConceptions.pdf

Steven Fesmire, 2015, Dewey, Routledge, Nueva York

Mitchell J. Mictell, 2003, Me++. The Cyborg Self and the Networked City, The MIT Press, Cambridge

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Sobre Gregory Bateson en este blog: JPL; 2018, Traducción de Forma, sustancia y diferencia, texto de Gregory Bateson sobre la ecología de la mente: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2018/01/01/forma-sustancia-y-diferencia-gregory-bateson/

Sobre Claude Shannon en este blog: JPL, 2018, Unas notas sobre Shannon, fundador de la era de la Información: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2018/11/30/shannon-fundador-era-de-la-informacion/

Pragmatismo pluralista vs dogmatismos varios: sobre abstenerse o votar


Imagen: @ctxt publicada en Twitter

Pragmatismo pluralista vs dogmatismos varios: sobre abstenerse o votar

José Pérez de Lama

Abstención

Como sabremos casi tod*s, en la últimas elecciones en Esp (las andaluzas de finales de 2018) la abstención fue del 41 y pico por ciento, lo que parece muchísimo. 4 de cada 10 andaluces consideraron que no merecía la pena votar o que preferían activamente no hacerlo. El juicio implícito, con sus múltiples variantes, podría ser que nuestra democracia es una m…. Algo con lo que sin duda es fácil estar de acuerdo, pero que no voy a elaborar aquí. Voy a contar una historieta para tratar de concluir que, aún así, me parece mejor votar.

Pragmatismo: un antidogmatismo

La historieta tratará de presentar algunas ideas el pragmatismo filosófico, y uno de sus aspectos más atractivos para mí, el pluralismo.

El pragmatismo surge en Estados Unidos, y en su primera generación destacan tres pensadores: Charles Sanders Pierce, (1839-1914 – si no me equivoco, pronunciado a la francesa, tipo “Pers”), William James (1842-1910) y John Dewey (1859-1952); – uno de sus representantes actuales sería Richard Sennet (1943 – con quien estarán familiarizados bastantes arquitect*s y makers).

Mi interpretación del origen y contexto histórico del pragmatismo coincide con – o más bien se basa en – la de Louis Menand (El club de los metafísicos. Historia de las ideas en América; un libro estupendo, por cierto), que la relaciona con la Guerra Civil norteamericana, en la que combatieron el Norte y el Sur (1861-65). Según Menand, mientras que la guerra tenía como uno de sus motivos principales la cuestión de la esclavitud en el Sur, en torno a esto se asociaron muchos otros intereses, menos altruistas, típicamente económicos, de poder, de clase, etc., a la vez que el papel de diferentes grupos sociales, – antes, durante y después -, élites políticas y económicas, burguesías, intelectuales… también resultó cuestionable. Después de la guerra, la suerte de los antiguos esclavos, como aún puede verse, tampoco fue la de la igualdad y la liberación radicales. Con la justificación de los grandes valores, muchos jóvenes idealistas perdieron la vida, o volvieron heridos y desencantados por la realidad práctica de lo ocurrido. Seguir leyendo Pragmatismo pluralista vs dogmatismos varios: sobre abstenerse o votar

Algunas notas sobre pragmatismo filosófico: cajas de herramientas, conocimiento situado, conversación democrática

1936_ca_dewey_trotsky
Imagen: John Dewey saludando a Leon Trotsky con motivo de los trabajos de la Comisión Dewey – aka «Comisión de investigación de los cargos hechos contra León Trotsky en los Juicios de Moscú” -, hacia 1936. Fuente: http://www.ips.org.ar/?p=2714

Algunas notas sobre pragmatismo filosófico: cajas de herramientas, conocimiento situado, conversación democrática

Por José Pérez de Lama

Estos últimos meses leí unos cuantos textos introductorios al llamado pragmatismo filosófico – una corriente de pensamiento característica de finales del siglo XIX y principios del XX, particularmente en los Estados Unidos de América. El interés por este asunto me vino de forma indirecta, a través de una primera aproximación al trabajo como educador de John Dewey (1859-1952) [Larrauri, 2012], quizás el exponente más destacado de esta “escuela filosófica” – junto con William James (1842-1910), Charles Peirce (1839-1914) y alguno más. Dewey es una referencia frecuentemente citada para el modelo de aprendizaje de los fab labs: el aprender haciendo, o más precisamente, el hacer y reflexionar sobre lo que se hace en ciclos recursivos como método de aprendizaje. También subraya Dewey que lo que hace posible el aprendizaje no es tanto el currículum como el ambiente, el entorno. Finalmente, quizás, en esta breve colección de pistas: que la escuela, o el espacio de aprendizaje, no debería ser una preparación para la vida, sino que tendría que formularse como la vida misma, tal vez en modo laboratorio – una cuestión que me resuena a tantos años de dar clase con mi amigo Antonio Sáseta. Como tengo poca memoria, escribo estas notas algo superficiales antes de que se me pase la primera impresión, que siempre me resulta de interés. [0]

Según la hipótesis de Louis Menand [2002], el pragmatismo surge como reacción a la Guerra Civil norteamericana (1861-65), con la intención de superar los valores absolutos y los dogmatismos asociados que la generaron. También con la intención de profundizar en las razones complejas que conducen a personas y sociedades a situaciones como la guerra, que según este grupo más bien difuso de pensadores nunca son tan sencillas y claras como pudieran parecer. No sólo nos conducimos mediante ideas, mediante la razón, sino más bien por una mezcla de motivos, de diferentes órdenes: racionales, afectivos, de creencias más o menos heredadas y de intereses varios, en cualquier caso de carácter histórico a la vez que situados, que conviene tratar de desvelar – en la medida en que sea posible. Dewey dirá que tienen que ver con “la experiencia”, término que usa de una manera nueva: por un lado alude a la inseparabilidad de cuerpo y mente, mundo material y mundo de la ideas. Por otro, es en cierto modo un sinónimo de cultura, en tanto que producción social, colectiva, histórico-evolutiva, en la que también son inseparables la cultura material y el mundo de las ideas – algo que reconozco posteriormente en la idea de ecología mental de Gregory Bateson, entre otras muchas instancias. Seguir leyendo Algunas notas sobre pragmatismo filosófico: cajas de herramientas, conocimiento situado, conversación democrática