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«Todo es un lab», comentarios sobre The Lab Book, de Wershler, Emerson & Parikka

Imagen: «Food lab» del programa de Economía doméstica de la Universidad de Manitoba, 1914 o 1915; fuente: https://news.umanitoba.ca/five-stories-105-years/

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Referencia completa del libro: Darren Wershler, Lori Emerson, Jussi Parikka, 2021, The Lab Book. Situated Practices in Media Studies, University of Minnesota, Minneapolis

Comentario de José Pérez de Lama [en construcción]

Hoy en día «todo es un lab» dicen las autoras. Yo, por ejemplo, tengo un lab con mi madre, en su casa –también participa mi hermana–, en el que hacemos reproducciones de piezas familiares usando fotogrametría, impresión 3D y moldes de silicona flexible (una técnica que aprendí en la Fab Academy). Nuestra principal obra hasta ahora son reproducciones de un busto de mi abuela-niña, esculpido por su padre en 1925 — para regalarlas a la familia. Eso aparte del «laboratorio de costura» y del de «hacer cosas con cuentas» de mi madre; de la cocina; o de la propia casa para los experimentos con la vida misma como decía un joven catedrático de mi departamento universitario (F. González de Canales). Bromas aparte, de eso más o menos trata el libro de Wershler, Emerson y Parikka: de la proliferación de los laboratorios más allá de los clásicos laboratorios científicos. ¿A qué se debe? ¿Qué puede significar? ¿Cómo son, qué hacen y que tienen en común todos estos «laboratorios» que encontramos por todos lados?

La aproximación que plantean las autoras la hacen desde los Science and Technology Studies (STS), los estudios culturales, tal vez, y más específicamente, desde la «arqueología de los medios» [media archeology], la disciplina que parecen compartir las autoras, sobre la que volveremos un poco más adelante. Con esto quizás quiero sugerir que no es lo que imagino que leerían la mayoría de mis colegas del fab lab, que son más de tutoriales de YouTube, máquinas, software, cosas de makers… Es un libro más bien teórico y especulativo. A mí, que soy un poco de ambos gremios –manuales y tutoriales de YouTube y «lecturas latourianas»–, la lectura me ha sido bastante interesante; a veces quizás un poco densa. Conviene aclarar que tampoco es un libro específicamente sobre fab labs, hacklabs y cosas del estilo. El foco de atención principal podría decirse que se sitúa sobre esa cosa no tan fácil de imaginar, al menos para mí, como son los llamados «laboratorios de humanidades digitales»…

La lectura en todo caso me hizo plantearme muchas nuevas preguntas, encontrar afinidades con situaciones que desconocía, sentirme acompañado en lo que pensaba como errores y fracasos y que, quizás, a la vista de lo que cuenta el Lab Book puede que no lo fueran tanto… Seguramente también me sugirió nuevas herramientas, incluso «armas» –en sentido metafórico, desde luego– para movernos por los mundos del saber/poder…

Traduzco a continuación algunos párrafos introductorios originales, para dar una idea del tono, y para dejar que l*s autor*s lo expliquen con sus propias palabras:

Introducción: Todo es un lab

Los labs están por todos lados y no podemos dejar de hablar de ellos.

Medialabs, zonas hacker, makerspaces, laboratorios de humanidades, fab labs, incubadoras tecnológicas, centros de innovación, hacklabs y laboratorios de arqueología de los medios: estos espacios híbridos, que a veces solo tienen un vago parecido con los laboratorios científicos de los que toman parte de su inspiración, son espacios fronterizos [liminal] pero cada vez más potentes. Aparecen en universidades y escuelas, encajados con ciertas dificultades entre departamentos y facultades tradicionales. También están en sótanos, almacenes, zonas comerciales y casas ocupadas. Son estables en grados variables, muchos tienen la misma dirección desde hace bastante tiempo y un elenco itinerante de ocupantes. Algunos aparecen en un lugar durante unos pocos días, y a continuación se trasladan a otro. A veces incluso están en vehículos móviles [mobile trucks] en las calles, llevando herramientas y experiencias a niños en colegios y al público en general. Cuando los administradores organizan clusters de herramientas y talento para producir valor económico, puede ocurrir que los laboratorios se alineen con los inversores capitalistas [venture capitalists] más duros; en otros casos son lugares abiertos para su uso libre por parte de cualquiera, desdeñosos de las motivaciones comerciales.

La primera dificultad para hablar de laboratorios con algo de precisión es que la metáfora del lab ha permeado la cultura contemporánea hasta el grado de que se puede aplicar a casi cualquier cosa. A lo largo de este libro, argumentamos que los laboratorios siempre fueron híbridos y que necesitamos una heurística [un método relativamente simple e intuitivo] para poder estudiarlos. Idealmente, esta heurística debería ayudar a todo tipo de labs para describirse a sí mismos, con especial atención a las cuestiones de cómo la composición específica de cada laboratorio los [p. 2] habilita para la tarea de producir conocimiento. Mientras reuníamos escritos sobre aquellos laboratorios que considerábamos más instructivos se iban repitiendo ciertas categorías analíticas : espacio, aparato, infraestructura y políticas, gente, imaginarios y técnicas. Cada una de ellas ofrecía una perspectiva potente, si bien parcial, de nuestro sujeto / objeto de estudio. Tras pensarlo un poco, y tras docenas de entrevistas con directores y participantes en laboratorios alrededor del mundo, empezamos a darnos cuenta de que las diferencias entre los tipos de análisis que estas categorías producían no eran un problema [liability]. Al consideralos conjuntamente, comparativamente, emergía una manera de cartografiar la indudable complejidad de las relaciones del mundo de los laboratorios. Como resultado, estas categorías se convirtieron en las componentes de nuestra heurística a la que llamamos el «modelo extendido de laboratorio». Finalmente, también se convirtieron en los principios estructurantes de este libro, con cada capítulo centrado en una categoría. Cada capítulo también incluye varios casos de estudio, algunos de los cuales usan materiales de nuestra colección de entrevistas, que ofrecen la posibilidad de pensar a través de las relaciones activas entre el aspecto del laboratorio objeto específico de estudio en el capítulo correspondiente  y algunos, si no todos, de los otros aspectos del laboratorio extendido. […]

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[1] Laboratorios híbridos. Como suelo hacer últimamente, comentaré unas pocas cuestiones que me llamaron la atención de la lectura. La primera tiene que ver con la condición de «híbridos» de los laboratorios que se menciona en las párrafos anteriores. Esto me tenía algo confundido al principio, y no fue hasta la segunda lectura de la introducción –tengo esa costumbre últimamente, volverme a leer la introducción una vez acabado el libro, muy recomendable, por cierto– que me parece que comprendí bien esto de los laboratorios híbridos o la condición híbrida de los labs. Resulta que es un término o un concepto latouriano bastante específico que es necesario explicar un poco. En Nunca fuimos modernos (1993), por ejemplo, lo explica Latour. Dice allí que la Modernidad se basó en separar con nitidez dos ámbitos diferentes, ámbitos que correspondían a este tipo de pares: naturaleza-sociedad, ciencia-política, objetos-sujetos, y algunos otros más. Pero dice también, que mientras ésta era la «historia oficial» la realidad se producía subrepticiamente mezclando estos pares en teoría nítidamente separados, produciendo híbridos, natur-culturas, cuasi-objetos-cuasi-sujetos… que constituían/constituyen la textura real del mundo. Éste sería el discurso de los sistemas sociotécnicos, las tecnopolíticas, etc. Puede verse en este mismo blog un post sobre el asunto en que creo que se explique esta cuestión bastante mejor (ver más abajo referencias). El diagrama a continuación del propio Latour quizás ayude también a comprenderlo.

Diagrama: Bruno Latour, 1993, We Have Never Been Modern, Fig. 1.1, p. 11

La idea de los autores de que los laboratorios sean híbridos se refiere entonces a que los sitúan en este espacio en que se componen ciencia y política, cuasi-objetos y cuasi-sujetos, etc. El espacio donde se producen mundos, sujetos, etc. También un espacio en el que están bien presentes las relaciones saber-poder que el esquema oficial moderno trata de obviar con su pretensión de una ciencia objetiva, ajena a las cuestiones de los intereses y el poder. Continuando con el lenguaje latouriano, los labs, o los nuevos labs, para los autores, serían lugares en que se trabaja ya no con matters of fact (hechos objetivos), sino con matters of concern (cosas que nos preocupan, nos interesan) – y por qué no, con los matters of care (cosas que queremos cuidar) que decía María Puig de la Bellacasa… (ver también post en este blog sobre esto, en referencias).

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[2] Modelo extendido de laboratorio. Para analizar estos laboratorios híbridos, o donde se experimenta con las hibridaciones, proponen los autores el mencionado «modelo extendido de laboratorio», que compone seis categorías o perspectivas diferentes para tratar de entenderlos. Como decía en los párrafos traducidos estas perspectivas –«categorías analíticas» (sic)– son: espacio, aparato, infraestructura, gente, imaginarios y técnicas. Me produjo curiosidad esta estructuración; algo diferente de la que nosotros, por ejemplo, hemos venido usando cuando hemos tratado de explicar los fab labs, que suele hacer un mayor énfasis en las máquinas, aunque también trata de las personas, los procesos de aprendizaje, prácticas y conocimientos compartidos, las redes, las cosas que se producen… y, más o menos implícitamente, el discurso sobre su significado en el contexto cultural, histórico, productivo… En primera instancia podría decirse que no hay tanta diferencia. Pero ocurre que cuando las autoras empiezan a desarrollar sus categorías, teóricamente y sobre todo con multitud de ejemplos y casos de estudio, aquello en que se fijan y de lo que hablan es bastante diferente de lo que uno había imaginado –uno con mente arquitectónica-ingenieril, aunque con algunos estudios STS y de teoría crítica… Cuando tratan de los espacios, por ejemplo, dedican una parte importante a la situación de los labs dentro de los espacios administrativos, culturales, de financiación… en que se alojan o de los que forman parte, no cabe duda que un aspecto de lo más crítico. El capítulo de «aparato[s]» no habla tanto de máquinas o software como de la idea de composición o «agenciamiento»: los labs como composiciones de elementos heterogéneos, entre los cuales las máquinas son relevantes, como lo son las personas, los conocimientos y prácticas, etc. También la idea de lab como «agenciamientos de agenciamientos»… O en el capítulo de «infraestructura», en el que se usa un concepto antropológico o etnográfico de infraestructura, en lugar del que pensaría un arquitecto o ingeniero, y del que en algún momento se dice que –de esta interpretación de infraestructura– que podría ser equivalente a la idea de «cultura». Aquí se ofrece una muy interesante referencia, en la que parece que se propone esta acepción de «infraestructura» originalmente como es el artículo de Susan Leigh Star (1999) The Ethnography of Infrastructure, que está accesible en Internet y que me resultó de interesante lectura (ver referencias al final). La burocracia –tan querida de David Graeber, a quien no dejamos de echar de menos– y el talento en su gestión serían para las autoras un elemento fundamental de la infraestructura.

El adjetivo «extendido» nos dice que para entender los laboratorios es fundamental tratar de comprender los ecosistemas o ecologías más amplios de los que forman parte.

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[3] Los imaginarios de los labs. Mi capítulo preferido es posiblemente el que se dedica a los «imaginarios» de los labs, que trata de las ideas y discursos con que estos se promueven, se explican, se justifican así mismos, y que los propios labbers construyen y usan para situarse en el mundo, para explicarse a sí mismos qué hacen, por qué lo hacen, quiénes son… Habiendo participado del movimiento fab lab desde bastante temprano, y con el paso del tiempo habiendo desarrollado una cierta distancia crítica aunque manteniendo el entusiasmo, los ejemplos y argumentaciones de este capítulo me resultaron familiares y divertidos. En este y otros capítulos las autoras critican con dureza al MIT Medialab, que pareciera que fuese una de sus «bestias negras» particulares – con disculpas por la probablemente poco correcta expresión. Por un lado, en los primeros capítulos explican muy bien cómo la idea de un laboratorio de innovación tecnológica no es algo nuevo, salido de la nada, que los promotores del Medialab hubieran inventado, como parece deducirse de sus discursos. Los ejemplos que se presentan son múltiples, y entre los más interesantes, aunque no sea ni mucho menos el único, el de Menlo Park, el laboratorio de Thomas Edison, que también se discute con sus luces y sombras. La otra gran crítica que se hace del Medialab de MIT, y ésta si no recuerdo mal es en el capítulo de los imaginarios, es relativa a su carácter venal, podríamos decir, por debajo del discurso de la innovación y de los sabios extravagantes. Los autores no se perdonan en este respecto unos párrafos muy críticos sobre el caso de la implicación financiera, simbólica e institucional de Jeffrey Epstein con el Medialab de MIT.

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[4] Media archeology. Como mencionaba al principio, y si no lo entendí mal, el campo específico de trabajo de la/os tres autores/as es el de la «arqueología de los medios», y algunos de los laboratorios que comentan entre los casos de estudio trabajan en esto –Media Archeology Fundus –MAF– y el Signal Laboratory, ambos de la Universidad Humboldt en Berlín –universidad en la que trabaja mi querido profesor-amigo Francisco Jarauta–, el Residual Media Depot de la Universidad Concordia de Montreal o el Media Archeology Lab –MAL– de la Universidad de Colorado Boulder, dirigido por una de las autoras, Lori Emereson. En ocasiones los describen como parte de los laboratorios de humanidades digitales – lo que me hizo pensar en los colegas del Medialab UGR (Granada).

La verdad es que nunca había prestado demasiada atención a esta idea de la arqueología de los medios, asociándola sin particular reflexión a los entornos académicos o artísticos hiperespecializados –pensé que se dedicaban a rescatar los viejos juegos de ordenador y a conservar las antiguas máquinas tipo Atari o los primeros Apple y cosas así– pero leyendo aquí sobre el tema me ha resultado de mucho más interés. Como era fácil de imaginar el uso del término «arqueología» es de tipo foucaultiano aludiendo a asuntos históricos que se encuentran «enterrados» bajo las interpretaciones convencionales y que es necesario «excavar» y en ese proceso encontramos otras explicaciones de las cosas, con frecuencia más interesantes, otros posibles pasados y otros posibles futuros, etc.

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[5] Lab techniques. Otro capítulo que me gustó bastante es el que corresponde a la última categoría analítica del modelo extendido de laboratorio, la de las técnicas. Se trata aquí, hasta cierto punto, de una aproximación más convencional que la de las otras categorías, aunque tampoco tanto. Me limito a enumerar las técnicas que comentan las autoras. Uno se queda con ganas de un mayor desarrollo de cada una de estas técnicas. Todas se enuncian en gerundio, tiempo verbal de las acciones o acontecimientos que están ocurriendo, devenires que diríamos algunos; aunque en inglés también funcione como sustantivo, lo que no ocurre en español. Opté por traducir con infinitivos. La lista de técnicas es la siguiente: imprimir en 3D –la más sorprendente para mí por materialmente concreta, aunque desarrolla el tema como composición de diferentes tecnologías y prácticas–, colaborar, coleccionar, desmontar/montar, experimentar, fallar/fracasar (failing), living labs, prototipar, testear (probar, ensayar).

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6] Una enorme variedad de labs. En mi percepción del libro, finalmente, uno de las cuestiones más destacadas es la enorme y diversa colección de laboratorios que comenta los autores, tanto el par de casos que se desarrollan con mayor atención para ejemplificar cada una de las categorías / capítulos del libro, como los muchos otros que se comentan en menor detalle a lo largo del texto. Cabe señalar que aún siendo amplia y variada la selección se centra sobre todo en el entorno norteamericano y algo en Europa central, que los laboratorios científicos y ciertos casos paradigmáticos como el Medialab de MIT se discuten sobre todo como contrapunto de los laboratorios híbridos que interesan a los autores, y que, como ya dije al principio, los fab labs, hacklabs etc. tampoco son objeto del estudio.

Mis dos casos preferidos de entre todos estos labs son el de Economía Doméstica (Home Economics) de la Universidad de Manitoba en Canadá (aprox. 1910-1945), que imaginé como un laboratorio centrado en la reproducción social, la reproducción de la vida social y el mundo que constituye, tal vez el tema más crítico del presente (capítulo Lab Infrastructure). El otro la Tuskegee Agricultural Experiment Station, y proyectos derivados, de la Universitdad de Tuskegee en Alabama(1896-1942?) (también en el capítulo Lab Infrastructure) centrado en dar apoyo técnico-científico a los agricultores pobres afroamericanos, llevando a cabo análisis de suelos, testeo y recomendaciones sobre semillas y fertilizantes. Este caso me parece relevante como posible modelo o inspiración en la actual transición energética, tanto para temas de agricultura ecológica / soberanía alimentaria como de energías renovables. Estos dos casos preferidos contaban con dispositivos que extendían la actividad del laboratorio más allá de sus sedes institucionales, el primero contó hasta con un tren en el que llevaban sus innovaciones y propuestas a toda la región. El segundo, más modesto, contó primero con carruaje tirado por dos mulas (1906), y más tarde con una furgoneta o camión motorizado (1918), la llamada Booker T. Washington School on Wheels.

Entre la multitud de casos estudiados y comentados fui descubriendo muchas cosas relacionadas con mi propia experiencia poniendo en marcha y a continuación trabajando en el Fab Lab Sevilla (2009-2017). Con una cierta, y relativamente agradable sorpresa, fui leyendo cómo muchas cosas que yo había considerado errores o mala gestión o resultado de la falta de talento o trabajo por nuestra (mi) parte en el fab lab eran las mismas que comentaban los responsables o participantes en muchos de estos fab labs: la [pesada carga de la] burocracia como factor clave –«infraestructural»– para el funcionamiento básico de este tipo de proyectos, los conflictos más o menos evidentes con las estructuras de saber-poder preexistentes –y aunque no se explicite quizás en el libro, la centralidad de estas cuestiones en muchos de estos proyectos que en buena parte son instrumentos para cuestionar las instituciones o entornos en que más o menos milagrosamente llegan a prosperar–, la difícil interdependencia entre las situaciones más o menos institucionales y los proyectos y la energía de las personas que los intentan llevar adelante, la ambivalencia de la innovación, la lucha por el alma de estos proyectos… And so on, como diría Vonnegut.

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Un libro sin duda interesante para los que participamos de alguna manera en este «movimientos de los labs» en el sentido más amplio de la expresión, y tenemos una cierta preocupación teórica por el asunto. Una referencia, posiblemente –entre la historia, la crítica y la «arqueología de los medios»– sobre los labs para las próximas décadas…

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Agradecimientos: A Lori Emerson y la University of Minnesota Press por el envío del libro. Era nuestra intención tener en algún momento una conversación pública online sobre el libro con Marcos García, Alberto Corsín y alguna otra colega, aunque de momento no tenemos fecha.

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Referencias

Darren Wershler, Lori Emerson, Jussi Parikka, 2021, The Lab Book. Situated Practices in Media Studies, University of Minnesota, Minneapolis

Bruno Latour [traducción de Catherine Porter], 1993 [1991], We Have Never Been Modern, Harvard University Press, Cambridge

Susan Leigh Star, 1999, The Ethnography of Infrastructure, American Behavioral Scientist, 1999; 43; 377; disponible en: https://www.imtfi.uci.edu/files/articles/Star.pdf | accedido 7/8/2022

Otros posts en este blog citados en el texto:

Latour: algunos diagramas de «Nunca fuimos modernos», 2021, disponible en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2021/08/18/latour-diagramas-nunca-fuimos-modernos/

Matters of care – asuntos de cuidados, de cariños, de sostenibilidad de la vida… Sobre el libro de María Puig de la Bellacasa, 2017, disponible en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2017/07/08/matters-of-care-asuntos-de-cuidados-de-carinos-de-sostenibilidad-de-la-vida-sobre-el-libro-de-maria-puig-de-la-bellacasa/