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Nietos de Keynes. Buenas y malas noticias sobre la economía de la abundancia

Imagen: J.M. Keynes con la bailarina rusa Lydia Lopokova. Foto: Cortesía de Wiedenfeld & Nicolson. Fuente: Bloomberg Business

 

José Pérez de Lama / publicado en LABlog 01/06/2015

Las buenas noticias

En su último libro, The Zero Marginal Cost Society, Jeremy Rifkin, recuerda un texto escrito por J.M. Keynes en 1930 en el que preveía que, hacia el año 2030, si se daban unas ciertas condiciones en el desarrollo de la civilización, la generación de sus nietos no tendría ya que trabajar. El problema económico se habría acabado, habríamos entrado en lo que se viene llamando una economía de la abundancia; los asuntos económicos serían resuelto de manera profesional y rutinaria como si fuese la tarea de un dentista. El desarrollo técnico o tecnológico sería la clave principal para este logro. A pesar de que el trabajo no sería realmente necesario, Keynes planteaba que la mayoría de la población trabajase 3 horas al día / 15 a la semana para satisfacer la necesidad cultural, acunada durante siglos, de hacer cosas como forma de sentirnos útiles y valiosos – aquello del homo faber; también por las dificultades que imaginaba que tendríamos para saber llenar el tiempo sin el trabajo al que estamos tan acostumbrados.

El planteamiento de Keynes creo que no es demasiado extraño o raro. Paul Lafargue, uno de los yernos de Marx, que por cierto pasó algunos años de su vida en Madrid, ya había escrito un libro sobre este asunto del final del trabajo, publicado en 1880, y titulado El derecho a la pereza. Lo que a mi me resulta llamativo es que fuera Keynes el que lo plantease, probablemente el que fuera el economista más importante del siglo XX, un hombre estrechamente implicado en las realidades políticas y económicas de su tiempo, un hombre sin duda idealista, pero también muy pragmático.

El reciente debate sobre la renta básica universal (RBU) volvió a poner de actualidad este asunto de la relación entre ingresos y trabajo, aunque en la opinión pública el énfasis se situó más en la cuestión de la justicia social y la redistribución de la riqueza, que en la de la innovación tecnológica o el cambio civilizatorio tal como planteaba Keynes. Franco Berardi Bifo, esta misma semana en Sevilla, recordaba también al Rifkin de mediados de los 90 cuando éste empezaba a escribir sobre el final del trabajo (The End of Work, 1995). Para Bifo lo que Rifkin señalaba es que existía y existe la posibilidad de que efectivamente se acabe la necesidad de trabajar para ganarse la vida, para la mayor parte de la población. Aportaba el dato reciente de una entrevista, – 2014 -, con Larry Page y Sergey Brin, los patrones de Google, en la que éstos estimaban que su empresa sería capaz, actualmente, de automatizar el 45% del trabajo global. Bifo señalaba como principal obstáculo, sin embargo, que tenemos grabado en nuestro sistema neurológico, en nuestro firmware, la relación salarial como medio para obtener el dinero para poder vivir. Como sociedad no somos capaces de imaginarnos el que seamos capaces de organizarnos y sobrevivir más allá de la existencia de esta relación. Seguir leyendo Nietos de Keynes. Buenas y malas noticias sobre la economía de la abundancia

“Sí, nos podemos permitir todo lo que seamos capaces de hacer” – sobre la economía del dinero-bancario según Pettifor & Keynes


Anne Pettifor en conversación con J.M. Keynes, collage. Fuente de las imágenes: AP, https://www.annpettifor.com/ autora: Elena Moses; JMK: http://www.almamagazine.com/john-maynard-keynes-el-padre-de-la-criatura-10145

“Sí, nos podemos permitir todo lo que seamos capaces de hacer” – sobre la economía del dinero-bancario según Pettifor & Keynes

No se si sería hacia 2010 o 2012 en un momento en que la crisis pasaba en Esp por su momentos más duros, cuando me preguntaba – sentado en un bar con un colega – cómo era posible, si éramos las mismas personas, con los mismos conocimientos, incluso existiendo las mismas máquinas y equipos que hacía sólo un par de años, y por otra parte, estando allí la gente que tenía obviamente que comer, vivir, etc., cómo era posible que de pronto hubiésemos pasado de la euforia hiperactiva de la burbuja a estar en una situación en la que parecía que nada se podía hacer, en la que no había trabajo para los jóvenes y no tan jóvenes, las empresas cerraban a porrillo, no ya el futuro, sino que el presente parecía haberse clausurado…

Las explicaciones estaban ahí buscando un poco: la gente no podía o no se atrevía a gastar (aquello de la demanda agregada), las empresas habían dejado de invertir… En el caso del urbanismo y la arquitectura, mi gremio, con lo de la creación de la burbuja inmobiliaria artificiosa, – las hipotecas subprime – y su posterior explosión la cosa era más evidente. Pero ¿y lo demás? Aquello no dejaba de sorprenderme, ¿no seguimos teniendo las mismas manos y las mismas cabezas para trabajar?, ¿por qué de pronto ya no podemos seguir produciendo cosas para luego consumirlas como antes? ¿Por qué la economía no continuaba funcionando más o menos “normalmente”, aunque fuera con un 2 o un 5% menos de volumen/intensidad? Cualquiera puede vivir un 5% menos bien y no le pasa nada… me preguntaba…

Para tratar de comprender aquello estudié muchas cosas, y aprendí mucho – Marx, Harvey, Krugman, Galbraith, Varoufakis, Arrighi, Navarro, Torres, Sassen, Veblen, Lapavitsas… Felber, Bollier, Laval & Dardot, Graber… así como unas cuantas historias de la Economía… Aunque la llamada dismal science – la ciencia lúgubre o deprimente, la economía –, la heterodoxa incluso, lo del aparente poder omnímodo del capitalismo y su vocación de ocupar todos los ámbitos de la vida, no es algo que le haga a uno sentir demasiado bien (a menos, supongo, que tengas vocación de broker, empresario-de-uno-mismo o emprendedor-tiburón ultracompetitivo… – ¡que hay gente para todo!)

Y una década después de pronto me encuentro con Ann Pettifor, que enuncia, citando a Keynes, algo muy parecido a la pregunta aquella que yo me hacía: “Sí, nos podemos permitir, todo aquello que seamos capaces de hacer”. Y además, la argumentación de lo enunciado me parece del mayor interés. Y se centra en algo que diversos autores y personajes – Juan Torres, Christian Felber, Moreno Yagüe… – me habían invitado a sospechar desde hace tiempo: tiene que ver con el dinero como tecnología… Aquello de la tecnopolítica… Paso a tratar de explicarlo. Seguir leyendo “Sí, nos podemos permitir todo lo que seamos capaces de hacer” – sobre la economía del dinero-bancario según Pettifor & Keynes

La demanda efectiva según Keynes (texto original, traducción anotada)


Imagen: Edición original de la General Theory of Employment, Interest and Money de J.M Keynes (1936): Fuente: http://www.peterharrington.co.uk/the-general-theory-of-employment-interest-and-money.html

Traducción y comentario de José Pérez de Lama

Mucha gente habla de Keynes, pero pocos parecen haberlo leído, en especial su obra principal, La Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Por pura curiosidad ante una obra presuntamente tan importante, planteada como respuesta a la crisis de 1929, y que contribuyó a reformular la economía de la posguerra mundial, generadora de uno de los períodos más prósperos de la Historia (en Occidente), traté hace tiempo de leer algunas partes, sin entender casi nada. Más recientemente, la lectura de The Production of Money de Ann Pettifor, que se plantea como una reivindicación bastante didáctica del pensamiento de Keynes, me animó a volver a hacerlo. Y esta vez entendí bastante más.

Todo lo que podamos crear, nos lo podemos permitir

«What we can create, we can afford»

El libro de Pettifor me parece interesantísimo y espero poder comentarlo específicamente en próximos posts. Plantea que muy pocos comprendieron y aún menos comprenden actualmente lo que proponía Keynes: en su interpretación que en una economía en la que el dinero es creado por los bancos – economía bancaria que llama ella – «podemos permitirnos todo aquello que podamos hacer» – al parece palabras del propio Keynes. La clave estaría en la gestión del crédito según los criterios del bien general, y no su gestión en beneficio de las élites bancarias, financieras y políticas. El crédito, o dinero bancario así gestionado, debería dedicarse a inversiones que generen empleo e ingresos (para la población en su conjunto: salarios + beneficios empresariales)… Habrá que explicarlo más detalladamente… Pero el concepto keynesiano de demanda efectiva y su análisis constituyen la base de esta idea; __ que es introducida, en cuanto que elemento central de su teoría, en el capítulo tercero de la Teoría general, que me he entretenido en traducir; para comprenderla mejor en el proceso.

Llama la atención en general, la relativa oscuridad del texto de Keynes – a pesar de su fama como buen escritor. Según lo que cuenta en los primeros capítulos, trataba de dirigirse a los economistas académicos y profesionales – e hipotetiza uno que Keynes pensaría que era en ese campo donde se daba el verdadero debate sobre las políticas económicas que realmente se aplicaban – al menos en su tiempo; __ ¿una mezcla entre elitismo y pragmatismo, quizás? Y aún así este tercer capítulo dónde plantea sus principales hipótesis resulta bastante inteligible. He añadido títulos para los apartados, algunos comentarios míos (en azul) en las partes que me resultan menos claras o comprensibles – como aficionado – que espero puedan servir de ayuda a posible lectores, aficionados como yo. Igual la mejor estrategia de lectura, para aquell*s que os animéis a leerlo…, será la de saltarse los comentarios, salvo en los casos que haya algo que no se entienda del todo; y ver si en ese caso os fueran de ayuda. También incluyo algunos diagramas que he hecho para tratar de comprender mejor lo que se propone.  Finalmente, señalar que he tratado de poner el nombre original en inglés.  -al lado, entre paréntesis -, de cada término o concepto propuesto por JMK. ¡Va pues!

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The General Theory of Employment, Interest and Money. Capítulo 3. El principio de Demanda Efectiva

John Maynard Keynes (1936)

Fuente del original en inglés: https://www.marxists.org/reference/subject/economics/keynes/general-theory/ch03.htm

Sección I

Necesitamos, para empezar, algunos términos que se definirán más tarde con precisión. En un estado dado de la técnica, los recursos y los costes, el empleo por parte de un empresario (entrepreneur) de un volumen dado de trabajadores (labor) le supone dos tipos de gasto: primero, las cantidades que paga a los factores de producción (excluyendo lo que paga a otros empresarios) por los servicios que prestan, que llamaremos el coste de los factores (salarios * ) del empleo en cuestión; y segundo, las cantidades que paga a otros empresarios por lo que tiene que adquirir de éstos junto con el sacrificio en que incurre por el empleo de los equipamientos (equipments) en lugar de dejarlos en desuso, que llamaremos el coste de usuario del empleo en cuestión. [nota 1 del autor]
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Posibilidades económicas de nuestros nietos, J.M. Keynes, 1930

Josseline Jara, Estrella Ruiz Martín y Luisa Montes Ruiz, estudiantes de Arquitectura, han tenido la iniciativa de traducir este – frecuentemente citado – texto de J.M. Keynes, que no se encontraba en castellano en la web. La actualidad del texto tiene que ver con los debates sobre el fin del trabajo/empleo relacionado con los avances tecnológicos y de la riqueza en las sociedades contemporáneas. La traducción la han hecho en el contexto de una asignatura que imparto en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla sobre la ciudad contemporánea (JPL).

john-maynard-keynes-1908_720pJohn Maynard Keynes, by Gwendolen Raverat (1908). Source: National Portrait Gallery

Posibilidades económicas de nuestros nietos

John Maynard Keynes (1930)

Traducción de Josseline Jara, Luisa Montes Ruiz & Estrella Ruiz Martín, 10/2016; revisión de José Pérez de Lama. Original procedente de: John Maynard Keynes, Essays in Persuasion, New York: W. W. Norton & Co., 1963, pp. 358-373.

Versión beta

I

Sufrimos en la actualidad un ataque de pesimismo económico. Es común oír decir a la gente que la época de enorme progreso económico que caracterizó el siglo XIX se terminó; que la rápida mejora del nivel de vida va a empezar ralentizarse, sobre todo en Gran Bretaña; que una reducción de la prosperidad es más probable que su mejora en la década que tenemos delante.

Creo que esto es una interpretación tremendamente errónea de lo que nos está pasando. Estamos sufriendo, no por el reumatismo de la edad, sino por el dolor que producen los rápidos cambios, por el dolor de reajustarnos entre un período económico y otro.

El incremento de la eficiencia técnica ha estado ocurriendo con mayor velocidad de la que podemos tratar con el problema de la absorción de la mano de obra; la mejora del nivel de vida ha sido un poco demasiado rápida; el sistema bancario y monetario mundial ha estado tratando de impedir que los intereses caigan tan rápido como requeriría el equilibrio. Y aún así, el gasto y la confusión que vivimos afectan a menos de un 7,5% del ingreso nacional; hemos desperdiciado un chelín y seis peniques de cada libra, y ahora sólo tenemos 18s. 6d. [18 chelines y 6 peniques]  cuando podríamos tener una libra de haber sido más sensatos; y sin embargo, los 18s. 6d valen tanto como lo habría hecho la Libra hace cinco o seis años. [1] Olvidamos que en 1929 la producción industrial de Gran Bretaña fue la mayor de todos los tiempos, y que el excedente neto de la balanza de pagos disponible para nueva inversión externa, tras el pago de todas nuestras importaciones, fue mayor el pasado año que el de ningún otro país, siendo en efecto un 50% mayor que el correspondiente excedente de los Estados Unidos. O de otra manera – si es una cuestión de comparación – supongamos que si redujéramos nuestros salarios a la mitad, repudiáramos cuatro quintas partes de la deuda nacional, y convirtiéramos nuestra riqueza excedente en oro en lugar de prestarla al 6 por ciento o más, nos pareceríamos a la ahora muy envidiada Francia. Pero, ¿supondría una mejora? Seguir leyendo Posibilidades económicas de nuestros nietos, J.M. Keynes, 1930