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Donna Haraway: sobre el exceso de la crítica y la crisis ecológica

Fabrizio Terranova (guion & dirección), 2020, Donna Haraway: Story Telling for Earthly Survival [vídeo, disponible con subtítulos en español en: https://lalulula.tv/cine/100076/donna-haraway-cuentos-para-la-supervivencia-terrenal%5D

Fragmento sobre la parálisis inducida por los excesos de la crítica. Mins. 49.11 hasta 54.40. [transcripción]

Selección y traducción de José Pérez de Lama

Todo el fragmento es Donna Haraway hablando a la cámara o al director.

No tengo alternativa, no tenemos alternativa, el Antropoceno ha aparecido. Es una palabra suficientemente buena, hay mucho trabajo. Yo lo habría hecho diferente, mala suerte. ¿Qué más da? [jajaja, se ríe] En serio ¿qué más da? Trabajamos con lo que tenemos. Y hay lugares en los que trabajar en los que esta terminología, estos aparatos y esos modelos son realmente importantes. Aunque quizás lo estén haciendo demasiado grande, demasiado importantes. Siempre estos relatos – Antropoceno, Capitaloceno, lo-que-sea-ceno – siempre se hacen demasiado grandes, y en el momento en que se hacen demasiado grandes, actúan como si se apoderasen de todo.

Y si vamos a cambiar el relato [the story, la historia] no podemos hacer eso. Yo propuse el Chthuluceno, bueno, y eso era en cierto modo una broma, porque eso también amenaza también con hacerse demasiado grande.

Entonces Isabelle [Stengers] aquí [se pone las gafas para leer unos papeles] me hace esta provocación. Ella y Philippe Pignarre y otros, ella está muy preocupada por la manera en que el capitalismo y la crítica del capitalismo y la crítica del capital nos hacen estúpidos. Y nos hacen estúpidos de una manera particular. Nos hacen creer que no hay ninguna otra cosa posible en el mundo. La clase de estupidez que viene de la constante repetición, cada vez más nueva, cada vez más inteligente, al minuto, la última versión de la crítica del capital. La más inteligente posible, sabes, ¡realmente buena! [risas] El marxismo que realmente nunca abandonaré. Me niego a abandonarlo –Bruno dice que no nos hace falta– pero yo creo que sí que necesitamos el marxismo, y también muchas otras cosas. Pero cómo hacerlo parte de lo que sumamos al juego del cordel [cat’s cradle]? ¿De una forma inteligente?

Porque la cosa estúpida es quedarse tan hipnotizado [mesmerized, embobado] con el último y más brillante análisis del capital que perdemos todo el sentido de lo que es realmente importante en el mundo. Y la razón para hacer este importante trabajo analítico es aprender a contar otra historia. Y aprender como contribuir al trabajo de aquellxs que ya están historiando de otra manera [storying otherwise, contando].
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La único que puede hacerse en el mundo que habitamos es rebelarse [to revolt]. Es como Emily Carr [*], es una insurrección. Una insurrección que rechaza … que rechaza la parálisis de la crítica, que el mundo está acabado, porque sabemos cómo funciona. «Y tú eres estúpido, porque no sabes cómo funciona. Y eres sólo un activista. O una bruja o lo que sea. [min 52.00] Sólo crees en todas esas cosas estúpidas… […] Nosotros sabemos cómo funciona el mundo de verdad» … Esa clase de arrogancia, la arrogancia de los scholars, de los intelectuales. Nuestro veneno … con el que envenenamos aquello mismo que estamos haciendo. Pensamos que estamos contribuyendo a construir una historia diferente y estamos llenando de veneno con nuestro … ser más listos que todos los demás, con la versión última de nuestra teoría.
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Tenemos que practicar la guerra. Tenemos que estar a favor de unos mundos y no de otros. Estamos en contra de algunas maneras de hacer el mundo. Estamos verdaderamente en contra de construir el oleoducto de Keystone [**], y de chupar la tierra hasta dejarla seca de combustibles fósiles. Y muchas otras cosas. Es muy importante estar en la revuelta. A favor de ciertos modos de vida y no de otros. Es una clase de guerra entre mundos, pero es una guerra de mundos como parte de una proposición [***] de paz, de una proposición arriesgada.

Entonces, creo que hay un desplazamiento, que hay un desplazamiento en el mundo, y tenemos un poco de tiempo. «Nosotros» –«nosotros» [hace un gesto con las manos sugiriendo un nosotros más amplio]– estamos viviendo un período de tiempo –corto o largo, no lo sé – No es algo instantáneo, pero puede que no sea largo. Hay un poco de tiempo para hacer una diferencia, puede que no demasiado. Después del cual las consecuencias, lo que hemos provocado, no sólo nosotros en el sentido humano, sino significativamente … ah … No se, no es el «anthropos». De verdad pienso … no es sólo el capitalismo, por supuesto, no es sólo el capitalismo. Pero mientras podamos tener un solo nombre, sabes, los últimos 500 años de dejar la tierra seca … convirtiéndola en recurso para extracción como riqueza en forma de capital. Es un análisis bastante bueno [risa breve] de lo que los últimos 500 años han hecho a esta mundo. Y tenemos un poco de tiempo para «heredar las consecuencias» [hacernos cargo de]. Y tenemos [no se entiende] para ver si la paz es posible.

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Notas

* https://en.wikipedia.org/wiki/Emily_Carr

** https://en.wikipedia.org/wiki/Keystone_Pipeline

*** Uso «proposición» en la traducción porque DH ya lo usó anteriormente como término filosófico que atribuye a A.N. Whitehead y que se refiriría a algo que no existe pero es posible que pudiera llegar a existir.

¿Cuánto costaría la transición energética? Algunas estimaciones

Imagen: Sustentio [PG], 2021, evolución de la cantidad de C02 en la atmósfera (PPM) durante los últimos 70 años, con indicación cualitativa de la evolución de las temperaturas (colores) y las sucesivas conferencias y acuerdos climáticos. Como se observa, inquietantemente, los múltiples acuerdos y conferencias y las medidas derivadas, no sólo no han reducido, sino que casi no han modificado el ritmo de crecimiento de la proporción de CO2 en la atmósfera, principal indicador del calentamiento global.

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Notas de trabajo de José Pérez de Lama

Escribía esta mañana un «tuit» diciendo más o menos que la economía global debería endeudarse, en la medida que fuera necesaria, para parar el cambio climático. ¿No sería mejor endeudarse que dejar que el plantea, más pronto que tarde, se convierta en un lugar inhabitable?

El tuit dio lugar a una conversación que me pareció interesante, en que colegas comentaron posibles estimaciones, e hicieron críticas, y yo recuperé algunas más que dejo por aquí. También aprendí que la cosas es más compleja incluso, de lo que podría parecer en primera instancia. La complejidad en que pienso tiene que ver con la diferencia entre el coste de la «descarbonización» de nuestra sistema de vida a escala global, y el coste de los efectos del cambio climático. Hay que recordar que la descarbonización según se plantea oficialmente, para 2050, ya supondría un aumento de temperaturas de 1.5ºC respecto de la era preindustrial, y que esto tendría efectos, produciría daños, que también tendrán costes extraordinarios: catástrofes varias (lluvias torrenciales, sequías, incendios…), subida del nivel del mar, desertificación, deterioro de los ecosistemas que deterioren su productividad (agricultura) y habitabilidad… (comentarios en la segunda parte de este texto).

Sobre el coste de la transición verde, o de la descarbonización

Morgan Stanley, 2019

Citaba uno de los colegas en la conversación el artículo publicado en ctxt por Ernesto H. Vidal titulado La trampa del capitalismo verde (2020). Leyendo el artículo, se cita la referencia de Morgan Stanley (Klebnikov, 2019), que estimaba que el volumen de la inversión para la transición a una economía neutral en carbono (lo que se suele llamar descarbonización) sería de 50 billones hasta 2050. El artículo es interesante porque desglosa este volumen según 5 áreas principales. Como referencia, el PIB global en 2021 fue de 93.86 billones $ (fuente: https://statisticstimes.com/economy/world-gdp.php – nótese que trillions ingleses son billones en español). El PIB de España en 2021 fue de 1.2 billones de euros (fuente: https://datosmacro.expansion.com/pib/espana ). 50 billones $ en aproximadamente 30 años serían 1.66 billones $ anuales, del orden de un 1.6% del PIB mundial. Aunque ya quedan más bien 27.5 años. En principio no parecería una cantidad desorbitada para lo que está en juego…

En esta misma fuente (Vidal, 2020) se dice que alcanzar hasta un 80% el objetivo de la «descarbonización» supondría un coste mucho menor, 15 billones $. La cita exacta es la siguiente: «Se estima que pasar a un modelo energético en el que las energías renovables proveyeran el 80% de la energía costaría unos 15 billones de dólares». No menciona fuente. Mi observación es que éste podría parecer el objetivo al que apunta lo que está ocurriendo. Pero ahora mismo no sé qué incremento de temperatura supondría este 80%…

En la conversación se compararon estos datos con las inversiones públicas del New Deal en Estados Unidos (años 30) y con las que se hicieron para la Segunda Guerra Mundial (entiendo que por parte de los Aliados, o quizás sólo por parte de los EEUU). Las del New Deal, según Pettifor (2019, p. 51): «El gasto público bajo Roosevelt (antes de la guerra) se incrementó en una media anual de un 8% del PIB hasta 1939 [desde 1933, interpreto por lo que dice previamente], y en un 14% del PIB entre 1934 y 1936». Y dice además, por comparación: «Bajo el Recovery Act del presidente Obama, el gasto público creció sólo un 3% anual en el período 2009-2015».  Sobre el gasto para la SGM escribió D. Palomera en la mencionada conversación tuitera: «En 1945 el gasto en la SGM podría haber alcanzado un 37% del PIB». Dada la informalidad de la conversación no sé la fuente de este dato.

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McKinsey, 2022

Como había leído sobre el asunto pero no recordaba exactamente donde, buscando en la red tras el episodio de «Tuiter» encontré otra estimación de la consultora McKinsey que se publica en la web del World Economic Forum (Broom, 2022). Según esta segunda estimación el coste de la transición verde sería de 3.5 billones $ anuales hasta 2050, hasta lograr la transformación de la economía global en neutra en carbono, hasta la denominada descarbonización. Un total aproximado de 100 billones $, del orden del PIB mundial actual; una inversión anual de aproximadamente el 3.5 del PIB mundial de 2021. Por seguir con las ideas generales del orden de magnitud del asunto, si esta cantidad se distribuyera proporcionalmente al PIB de los países, para España (3.5% de 1.2 billones €) supondría unos 42.000 millones anuales de inversión hasta 2050. Y si todo fuera gasto público supondría, aproximadamente, doblar la deuda actual. Hm.

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IPCC, 2018

Los datos que yo tenía anteriores a la conversación, por último, eran diferentes, pero del mismo orden. La fuente es Mike Berners-Lee en su libro de 2021 There Is No Planet B (pág. 160) -que comenté en el blog hace unos meses- que a su vez cita el informe del IPCC de 2018 Global Warming of 1.5°C: 2.5 billones $ anuales, del orden del 2.5% del PIB mundial. No dice nada Berners-Lee del período de inversión y aún no leí el informe del IPCC del que procede su información.

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El debate, en fin, venía de mi pregunta sobre si siendo estos datos más o menos ciertos, no sería conveniente que la economía mundial se endeudara para detener el cambio climático. Mejor contraer – o dejarle a las siguientes generaciones – una deuda importante, que un planeta inhabitable. Piensa uno ingenuamente.

Y por ahí conectaba con la cuestión de la deuda pública y el dinero como tecnología social, como dice Pettifor y como decía Keynes. Mi amigo Paco Lechago, estudioso de la Teoría Monetaria Moderna entre otras cuestiones, intervenía en el debate tuitero diciendo: «Es todo voluntad política. El mundo se hará inhabitable o no, por voluntad política. ¿Cuál es el gasto público correcto? El necesario para rescatar a las personas y al planeta». Siendo yo, por supuesto, un aficionado a estas cosas, le invitaría desde aquí a comentar estas cosas en un post – cuando buenamente pueda.

Segunda parte: el coste del calentamiento global

Un segundo aspecto del asunto, como anticipaba, no son ya las inversiones que serían necesarias para la descarbonización, sino el coste de las dificultades y los daños generados por el cambio climático. Esto lo entendí tratando de leer uno de los artículos citados por Vidal y por uno de mis contertulios tuiteros (Yumashev et al, 2021). Aunque el artículo trata de los costes adicionales que supondrán el acelerado calentamiento del Ártico respecto de los modelos de referencia, me parece que entendí algunas cosas, a pesar de ser un texto más bien técnico y algo oscuro (curiosamente leyendo estos días a Latour sobre esto). Si no lo entiendo mal, es una línea de trabajo similar a la del premio Nobel William D. Nordhaus que trata de estimar precisamente estos costes – y de ver en qué medida convendría o no -¿según a quién?, claro- asumirlos. Tengo pendiente de lectura su discurso de recepción del Nobel (2018) a ver si me entero de algo, aunque es más por obligación que por devoción que lo descargué hace ya un tiempo y que quería estudiarlo…

Del artículo de Yumashev creo entender que su estimación de los costes del cambio climático en el escenario de limitación de las temperaturas a 1.5ºC serían de 638 billones $ – NPV hasta 2300, esto es Valor Neto Actual, pero hasta 2300 y no hasta 2100 como se lee en el artículo de Vidal (ver figura 6 en Yumashev, por ejemplo). Lo que intentan estimar Yumashev y colegas -salvo error por mi parte, bastante posible- sería «the total economic effect of climate change […] consists of mitigation costs, adaptation costs and climate-related economic impacts», esto es, el efecto económico total del cambio climático, consistente en los costes de mitigación [el coste de la transición verde o descarbonizacióny no sé si algo más], los costes de adaptación y los impactos económicos relacionados con el cambio climático [sección: Implications for the total economic effect of climate change]. El coste de los efectos del cambio climático en el caso de no hacer nada, el escenario que llaman BaU, Business as Usual, sería desde luego muy superior, 2.147 billones $ – siempre según las simulaciones de los autores. 2300 se nos figura como un tiempo lejano… a 278 años vista, y además, como digo, no sabe uno si está interpretando bien los datos. Distribuidos linealmente serían, para los 638 billones, 2.3 billones anuales… Tengo que pedir otra vez a mis amigos economistas que me ayuden…

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Lo inquietante, desde luego, y ya para acabar, es que estos costes estimados serían en buena parte volumen de negocio para los que Naomi Klein (2007) llamó el «capitalismo del desastre»… Negocio para las grandes constructoras-financieras, las tecnológicas… todos los que intervienen en reconstruir tras las catástrofes y cosas así… Y como vemos con las guerras, parece que a los consejos de administración de estas empresas, lo de las vidas, la habitabilidad, los ecosistemas no les importa demasiado, mientras los interesados puedan estar en sus refugios privilegiados bien acondicionados y suministrados de lo que necesiten…

¡Así estamos! Salvo los cuatro locos ecologistas radicales, intentando no enterarnos demasiado de lo que pueda pasar y viviendo el día… Miedo y rabia, como decía estos días… Y quizás también algo de envidia de la gran mayoría que sigue sin querer enterarse demasiado… Parece que si no ocurre «un milagro» no habrá mucho que hacer salvo lo de cultivar la famosa resiliencia personal y comunitaria, y quizás también hacer meditación…

¡Salud – de la de siempre, y climática que está más difícil aún!

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Referencias

Mike Berners-Lee, 2021, There Is No Planet B. A Handbook for the Make or Break Years. Updated Edition, Cambridge University Press, Cambridge

Douglas Broom, 2022, What’s the price of a green economy? An extra $3.5 trillion a year, disponible en: https://www.weforum.org/agenda/2022/01/net-zero-cost-3-5-trillion-a-year/ | accedido el 27/07/2022

Sergei Klebnikov, 2019, Stopping Global Warming Will Cost $50 Trillion: Morgan Stanley Report, disponible en: https://www.forbes.com/sites/sergeiklebnikov/2019/10/24/stopping-global-warming-will-cost-50-trillion-morgan-stanley-report/?sh=31ffeb251e23 | accedido el 27/07/2022

Naomi Klein, 2007, The Shock Doctrine. The Rise of Disaster Capitalism, Penguin, London

Ann Pettifor, 2019, The Case for the Green New Deal, Verso, Londres

Ernesto H. Vidal, 2020, La trampa del capitalismo verde, disponible en: https://ctxt.es/es/20200701/Politica/32927/Ernesto-H-Vidal-trampa-capitalismo-verde-crisis-ecologica-contaminacion-Kyoto.htm | accedido el 27/07/2022

Dmitry Yumashev et al, 2019, Climate policy implications of nonlinear decline of Arctic land permafrost and other cryosphere elements, Nature Communications, disponible en: https://www.nature.com/articles/s41467-019-09863-x | accedido el 27/07/2022

Crítica del papa Francisco a los aires acondicionados – auténtico

Giotto, s XIII-XIV, San Francisco predicando a los pájaros, fresco en la Basílica de Asís. Fuente: https://www.gliscritti.it/blog/entry/4972
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Comentario y selección de José Pérez de Lama

Algunxs amigxs sabéis de mi manía con el asunto de los aparatos y sistemas de aire acondicionado, que es tanto personal, por los ruidos y el aire caliente de los vecinos, que impiden tratar de usar tu propia casa de manera bioclimática — abriendo las ventanas para ventilar enfriar la casa por las noches en verano — como de carácter más general, planetario, relacionado con las islas de calor urbanas y el consumo de energía, que como todos ya sabemos, o deberíamos saber, tenemos que reducir: todos los indicadores señalan que estamos en una emergencia climática.

En un curso en que estuve estos días, unos de los participantes — colegas arquitectos-artistas-filósofos — comentaron que andaban trabajando con la encíclica del papa Francisco sobre el cambio climático, de 2015. Me dieron curiosidad los comentarios de estos colegas y la busqué y me puse a leerla. Se titula «Laudatio Si. El cuidado de la casa común». Tiene ciento noventa y dos páginas. Francisco, dice al principio que se inspira en San Francisco de Asís, de quien ya tomó su nombre cuando lo hicieron papa. Se solía imaginar a San Francisco como un protohippy y un protoecologista por su amor a la Naturaleza y los animales. Laudatio si, alabado sea… era un expresión característica de San Francisco. El documento de momento está muy bien — llevo unas 45 leídas. Me sorprendió que se citen otros documentos de la Iglesia Católica que tratan del cambio climático ya en 2001… Y en fin, por lo que lo traigo aquí es porque al llegar al párrafo 55, está ordenado así, menciona la cuestión del aire acondicionado que se convirtió en una obsesión para mí. Y me hizo gracia, porque dos de los principales ruidosos usuarios de supersistemas de aire acondicionado de mi entorno son precisamente organizaciones religiosas católicas. A ver cómo se lo hago llegar para que tomen nota. Y mediten. Y dejen de poner los aires acondicionados como dicen, «como si no hubiera un mañana», que eso es efectivamente lo que puede pasar.

Reproduzco el párrafo entonces, forma parte de la sección VI titulada «La debilidad de las reacciones»:

55. Poco a poco algunos países pueden mostrar avances importantes, el desarrollo de controles más eficientes y una lucha más sincera contra la corrupción. Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar sólo un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida.

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La encíclica aquí:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

Algún comentario previo sobre los aires acondicionados, de cuando empezó la crisis del calor en los colegios, cuando fuimos quizás los primeros sobre la necesidad de resolverla con medios bioclimáticos más que con más aparatos de aire acondicionado:

https://arquitecturacontable.wordpress.com/2017/06/15/sobre-aire-acondicionado-calor-en-las-aulas-y-cambio-climatico/

Imaginando el futuro tras la catástrofe climática – William Gibson en «Peripheral»

Imagen: ¿No Future? Pegatina / sticker de 1977; diseño de james Reid / Sex Pistols; fuente: https://www.beatbooks.com/pages/books/37921/the-sex-pistols/no-future-maximum-penalty-5-sex-pistols-gummed-sticker-c-january-1977

«Ya le he contado del malestar y la confusión que producen el viajar en el tiempo.» H.G. Wells; epígrafe que encabeza la novela de W. Gibson.

Introducción y traducción de José Pérez de Lama

El próximo viernes 27 de septiembre hay convocatoria global – incluida Sevilla – para llamar la atención sobre el cambio climático. Con ese motivo, y también, porque me ha gustado mucho el libro, traduzco un capítulo de Peripheral, creo que la última novela de William Gibson (2014), en que se presenta un interesante y a mi juicio bastante verosímil escenario de catástrofe climática y de cómo podría ser mundo, más bien distópico, que surgiera después.

La novela, y trato de no hacer spoiler, va de viajes en el tiempo entre unas fechas próximas a las actuales y finales del siglo XXI; la acción se va configurando poco a poco hasta irse centrando en cómo los personajes del futuro tratan e evitar su propio presente… en fin… y más en particular en sus aspectos eco-tecno-sociales… El final… no cuento más, es más interesante que en los armagedones típicos de otras novelas del género…

En la escena que sigue están hablando dos de los personajes principales, por un lado Flynne Fisher, habitante de nuestro presente, más o menos, y Wilf Netherton, nativo del futuro, pero que está tele-tempo-presente en su pasado. Wilf está explicando a Flynne lo que llaman el Jackpot, la catástrofe climática. Jackpot, significa algo así como «cuponazo» o premio gordo de la lotería… típicamente en Gibson sugiere el espíritu de casino que parece qie nos está llevando por el camino del cambio climático.

Quizás sea lioso el tema del tiempo en el texto que traduzco: hay fundamentalmente tres momentos que se deben tener en cuenta: el presente de Flynne, más o menos 2020 o 2025, el presente de Wilf (posterior al Jackpot, hacia 2090 o 2100, y el tiempo del Jackpot, la etapa más crítica de la catástrofe climática, que estimaría sobre 2050-60).

Referencia: William Gibson, 2014, Peripheral, Penguin; pp. 319-22

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El Jackpot

[…] Y entonces empezó a explicarle lo que llamaba el Jackpot.

Y lo primero de todo es que no había sido una sola cosa. Que fue algo multicausal, sin un comienzo en particular y sin un final. Más un clima que un acontecimiento, no como en las típicas historias apocalípticas en las que hay una gran catástrofe, después de la cual todo el mundo sale con armas […] o tras la que son devorados vivos por algo causado por la catástrofe. Nada parecido.

Fue algo androgénico, dijo, y ella sabía de [los programas de] Ciencia Loca y del National Geographic que significaba causado por la gente. No es que hubieran sabido lo que estaban haciendo, que lo hubieran hecho a posta, que hubieran querido crear los problemas, pero los causaron de todas maneras. Y fue en efecto el propio clima, el tiempo, debido a que había demasiado carbono, lo que impulsó muchas de las cosas. El que siempre fuera a peor y nunca a mejor, y que se considerase normal que fuera así, – algo que estaba pasando. Porque la gente en el pasado, que no tenía ni idea de cómo aquello funcionaba, se lo cargó todo, no fueron capaces de organizar cómo hacer algo, incluso cuando ya sabían que estaba pasando, y luego, ya, pues era demasiado tarde. Seguir leyendo Imaginando el futuro tras la catástrofe climática – William Gibson en «Peripheral»

Sobre aire acondicionado, calor en las aulas y cambio climático


Hassan Fathy, década 1950, sección de edificio con sistema de ventilación natural, enfriamiento evaporativo (agua),  masa térmica y protección solar para el clima árido de Egipto.

Sobre aire acondicionado, calor en las aulas y cambio climático

José Pérez de Lama

Estos días, ante el calor extraordinario que está haciendo en el mes de junio en Sevilla (España), se ha montado una – en principio, bien intencionada – campaña para reivindicar que se tomen medidas para reducir el calor en las aulas de los colegios. Lo malo es, que como dice el refranero, el infierno está lleno de buenas intenciones – y conviene pensar un poco más sobre este asunto – como sobre tantos otros. Y sí, sí, este calor es un poco infernal…

La primera paradoja es que este extraordinario calor de junio podría estar relacionado con el calentamiento global y el cambio climático, y que uno de los principales agentes que lo producen es el C02 derivado del consumo energético basado en energías fósiles, y que el propio aire acondicionado convencional, – el normal, el típico del último tercio del siglo 20 -, supone en torno a un 25 y un 35% de este consumo a nivel global. (En la Universidad de Sevilla, por ejemplo, según hemos estudiado recientemente la climatización supone más del 70% del consumo total de energía – incluso estando casi cerrada durante el mes de agosto, el más caluroso del año; __ y el consumo energético a nivel planetario asociado a la edificación se sitúa en torno al 50-60% del total consumido en el planeta).

Entonces, sí que resulta paradójico y problemático, que usemos un «razonamiento» que recuerda a los de nuestro amado líder Mariano Rajoy: que como hace más calor debido al cambio climático, nos vamos a proteger de este calor poniendo más aire acondicionado, que a su vez hará que haga más calor, y que así tengamos que poner más aire acondicionado… amplificando el círculo nada virtuoso – feedback positivo creo que se llama la cosa – de deterioro del planeta… Homo sapiens que dicen que somos…
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