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Walter Benjamin: sobre fantasmagorías y flâneurs

Walter Benjamin, hacia la dé cada de 1930. Fuente: parisinstitute.org

Traducción y comentarios de José Pérez de Lama; recordando a mi abuela Lolita que llamaba flanear a ir a pasear viendo escaparates y haciendo algunas compras

Traducción del inglés de unos fragmentos de Paris, capital del siglo XIX (versión de 1939). En construcción.

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De la Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Paris,_Capital_of_the_19th_Century

«En París, capital del siglo XIX Walter Benjamin trata de la co-evolución de arquitectura, planeamiento urbano, formas artísticas y subjetividades».

«Al final de los años 20, WB empezó a recopilar materiales e ideas sobre la historia de la emergencia del capitalismo urbano de la mercancía (urban commodity capitalism) en París en torno a 1850 (un estudio que se transformó posteriormente en el Proyecto de los Pasajes [Das Passagenwerk].»

«París, capital del siglo XIX está organizado en seis secciones: (1) Fourier o los pasajes; (2) Daguerre o los panoramas; (3) Grandville o las exposiciones mundiales; (4) Luis Felipe o el interior; (5) Baudelaire o las calles de París; (6) Hausmann o las barricadas. Cada título de capítulo empareja una figura importante de la historia de la ciudad con una innovación contemporánea de la arquitectura propia de París.»

En la «exposición» de 1939, las seis secciones son precedidas por unos párrafos sobre la fantasmagoría que caracterizarían la modernidad urbana. Fantasmagorías eran las proyecciones de sombras y luces que se pusieron de moda en los siglos anteriores… una especie de protocine.

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Paso a traducir esta introducción sobre la fantasmagoría.

La historia es como Jano, tiene dos caras. Bien mire hacia el pasado, bien al presente, ve las mismas cosas. ~ Maxime du Camp, París, vol. 6, p. 315.

El objeto de este libro es una ilusión expresada por Schopenhauer con la siguiente fórmula: para capturar la esencia de la historia es suficiente comparar a Herodoto con el periódico de la mañana. Lo que se expresa aquí es un sentimiento de vértigo característico de la concepción de la historia del siglo XIX. Corresponde a un punto de vista de acuerdo con el cual el curso del mundo es una interminable serie de hechos congelados en forma de cosas [things]. El residuo [resultado] característica de esta concepción es lo que se ha llamado «Historia de la Civilización», la cual hace un inventario, punto por punto, de las formas de vida y creaciones de la humanidad. Las riquezas así amasadas en el erario de la civilización aparecen como si estuvieran identificadas para siempre. Esta concepción de la historia minimiza el hecho de que estas riquezas deben, no sólo su existencia, sino también su transmisión a un constante esfuerzo de la humanidad – un esfuerzo por el que, además, estas riquezas son extrañamente alteradas.

Nuestra investigación se propone mostrar cómo, como consecuencia de esta reificante representación de la civilización, las nuevas formas de conducta y las nuevas creaciones basadas en la economía y las tecnologías que debemos al siglo XIX entran en el universo de la fantasmagoría. Estas creaciones son objeto de esta «iluminación» no sólo de manera teórica, por transposición ideológica, sino también en la inmediatez de su presencia perceptible. Se hacen manifiestas como fantasmagorías. Así aparecen los pasajes –primer caso en el campo de la construcción en hierro; así aparecen las exposiciones mundiales, cuya conexión con la industria del entretenimiento [ocio] es significativa. También se incluye en este orden de fenómenos la experiencia del flâneur, que se abandona a sí mismo a la fantasmagoría del mercado. Correspondiéndose con estas fantasmagorías del mercado, donde la gente aparece sólo como tipos, están las fantasmagorías del interior, constituidas por la imperiosa necesidad del hombre de dejar la huella de su existencia privada e individual en los cuartos que habita. En cuanto a la fantasmagoría de la civilización misma, encontró su gran campeón en Hausmann y su manifestación expresa en la transformación de París.

Aún así, la pompa y el esplendor con que la sociedad productora de mercancías se rodea a sí misma, así como su ilusorio sentido de seguridad, no son inmunes al peligro; el colapso del Segundo Imperio y la Comuna de París se lo recuerdan. Durante el mismo período, el más temido adversario de esta sociedad, Blanqui, le reveló, en su último escrito, los terroríficos rasgos de la fantasmagoría. La humanidad aparece ahí como condenada. Todo lo nuevo que pudiera esperar resulta ser una realidad que ya ha estado siempre presente: y esta novedad tendrá tan poca capacidad de dotarla de una solución liberadora como una nueva moda es capaz de rejuvenecer la sociedad. La especulación cósmica de Blanqui transmite esta lección: que la humanidad estará presa de una angustia mítica mientras la fantasmagoría ocupe un lugar en ella.

Comentario:

Más o menos se entiende: se produce una confusión entre presente y pasado: el presente se sigue interpretando con esquemas del pasado: en esto consisten las fantasmagorías.. Los objetos del pasado no se interpretan de forma nueva – como parece plantear WB que debería ocurrir.

Las fantasmagorías, más literalmente, serían proyecciones de sombras y luces, ilusiones, que nos impiden ver las cosas «como son». Y tienen que ver, parece ser, con la historia.

La mención al mercado y la mercancía, a la «reificación» de los procesos históricos – ver los productos de la historia como «cosas» – me hace pensar en el discurso del fetichismo de la mercancía de Marx. También el final de Blanqui, con el tema de la novedad…

Aún así, no comprendo por qué da tanta importancia a este asunto… Y por qué no está expresado con mayor claridad.

Si la explicación fuera en la línea de lo que se cuenta en la de la Wikipedia se entendería mucho mejor: «Al final de los años 20, WB empezó a recopilar materiales e ideas sobre la historia de la emergencia del capitalismo urbano de la mercancía (urban commodity capitalism) en París en torno a 1850». Y «en París, capital del siglo XIX Benjamin trata de la co-evolución de arquitectura, planeamiento urbano, formas artísticas y subjetividades».

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Sigue a continuación la traducción de los párrafos sobre  sobre el flâneur.

Baudelaire o las calles de París

I

Para mí todo se convierte en alegoría. ~ Baudelaire, Le Cygne

El genio de Baudelaire, que se alimentan de melancolía, es un genio alegórico. Con Baudelaire París se convierte por primera vez en objeto de poesía lírica. Esta poesía del lugar es lo contrario a la poesía de la tierra. La mirada que el genio alegórico vuelve sobre la ciudad revela, en su lugar, una profunda alienación. Es la mirada del flâneur, cuya forma de vida esconde tras un espejismo benéfico la ansiedad de los futuros habitantes de nuestras metrópolis. El flâneur busca refugio en la muchedumbre. La muchedumbre es el velo que transforma, para el flâneur, la ciudad familiar en fantasmagoría. La fantasmagoría en que la ciudad aparece ahora como paisaje, ahora como habitación, parece haber inspirado más tarde la decoración de los grandes almacenes, que ponían así a trabajar la flânerie para producir beneficio. En cualquier caso, los grandes almacenes son el nicho definitivo de la flânerie.

En la persona del flâneur, la intelectualidad se familiariza con el mercado. Se rinde al mercado pensando que está tan sólo mirando, aunque de hecho está ya buscando un comprador. En este estado intermedio, en el que aún tiene mecenas pero empieza a plegarse a las demandas del mercado (en la forma del folletín), constituye la bohème. La incertidumbre de su posición económica se corresponde con la ambigüedad de su función política. Esta última se manifiesta especialmente en la figura de los conspiradores profesionales, que son reclutados entre la bohème. Blanqui es el más destacado representante de este grupo. Nadie en el siglo XIX tuvo una autoridad revolucionaria comparable con la suya. La imagen de Blanqui pasa como un relámpago por las Litanías de Satán de Baudelaire. Sin embargo, la rebelión de Baudelaire es siempre la de un hombre asocial: está en un impasse. Su única comunión sexual es con una prostituta.

II

Eran los mismos, se habían levantado del mismo infierno,
aquellos gemelos centenarios. ~ Baudelaire, Les sept viellards

El flâneur juega el papel del explorador en el mercado. Como tal también es el explorador de la muchedumbre. En el interior del hombre que se abandona a ella, la muchedumbre inspira una especie de ebriedad, una que es acompañada de unas ilusiones muy específicas: el hombre se satisface a sí mismo cuando al ver a alguien que pasa arrastrado por la muchedumbre lo clasifica precisamente, viendo directamente a través de los pliegues más profundos de su alma – todo sobre la base de la apariencia externa. Las fisiologías de la época abundan en la evidencia de esta singular concepción. La obra de Balzac ofrece excelentes ejemplos. Los típicos caracteres vistos al pasar producen tal impresión en los sentidos que uno no puede sorprenderse de que la curiosidad resultante empuje a ir más allá para captar la especial singularidad de cada persona. Pero la pesadilla que corresponde a la ilusoria perspicacia del mencionado fisonomista consiste en ver rasgos distintivos – rasgos propios de la persona – que se revelan como nada más que elementos de un nuevo tipo: de manera que en el análisis final la persona de la mayor individualidad termina por ser el espécimen de un cierto tipo. Esto apunta a una fantasmagoría angustiosa [agonizante] en el corazón de la flânerie. Baudelaire la desarrolla con gran fuerza en Les sept viellards, un poema que trata de las siete apariciones de un viejo de aspecto repulsivo. El individuo, presentado como si fuera siempre el mismo en su multiplicidad, da testimonio de la angustia del habitante de la ciudad que es incapaz de romper el círculo mágico del tipo incluso cultivando las más excéntricas peculiaridades. Baudelaire describe la procesión como «infernal» en su apariencia. Pero la novedad a la búsqueda de la que estuvo toda su vida consiste nada más que en esta fantasmagoría de lo que es «siempre lo mismo». (La evidencia que uno podría citar para mostrar que este poema transcribe los sueños de un comedor de hachís de ningún modo debilitan esta interpretación.)

III

¡Profundizar en los Desconocido para encontrar lo nuevo! ~ Baudelaire, Le Voyage

La llave a la forma alegórica en Baudelaire está ligada al significado específico que la mercancía adquiere en virtud de su precio. La singular desvalorización [debasement] de las cosas a través de su significado, algo característico de la alegoría del siglo XVII, se corresponde con la desvalorización de las cosas a través de su precio como mercancía. Esta degradación de la que las cosas son objeto al poder ser tasadas como mercancías es contrarrestada en Baudelaire por el inestimable valor de la novedad. La nouveuauté representa aquel absoluto que no es accesible a interpretación ni comparación alguna. Se convierte en la última trinchera del arte. El poema final de Les fleurs du mal: Le Voyage, «Muerte, viejo almirante, leva anclas ya». El viaje final del flâneur: la muerte. Su destino: lo nuevo. La novedad es una cualidad independiente del valor de uso de la mercancía. Es la fuente de la ilusión de la que la moda es incansable proveedora. El hecho de que la última línea de resistencia del arte coincida con la línea de ataque más avanzada de la mercancía – esto habría de mantenerse velado a Baudelaire.

Spleen e idéal – en el título de este primer ciclo de poemas en Les fleurs du mal, el préstamo léxico más antiguo de la lengua francesa se unía al más reciente. Para Baudelaire no hay contradicción entre los dos conceptos. Reconoce en el spleen la última transfiguración del ideal; el ideal le parece la primera expresión del spleen. Con este título, en el que lo supremamente nuevo se presenta al lector como lo «supremamente antiguo», Baudelaire ha dado la forma más viva a su concepto de lo moderno. El eje de toda su teoría del arte es la «belleza moderna», y para él la prueba de modernidad parece ser ésta: estár marcada por la fatalidad de ser un día antigüedad, y esto lo revela a cualquiera que asista a su nacimiento. Aquí nos encontramos con la quintaesencia de lo imprevisto que para Baudelaire es una cualidad inalienable de lo bello. La misma cara de la modernidad estalla con su mirada inmemorial. Aquélla era la mirada de Medusa para los griegos.

Comentario:

En la primera sección Fourier y los pasajes también sale el flaneur, paseante que habita los pasajes. Y el falansterio de Fourier se describe como una composición de pasajes. La combinación de ambas cosas me hace recordar a los situacionistas, y la New Babylon de Constant.

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Referencias

Walter Benjamin [traducción de Howard Eiland & Kevin McLaughlin], 1999, The Arcades Project, The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge Londres

Plano de Pinar del Río (Cuba) en 1841

Plano de Pinar del Río, Cuba, hacia 1841. Trazado por de Mariano Carlé Casadeval – en alguna fuente se lee que el plano es de 1844. Fuente de esta imagen: Wilfredo Denie Valdés, 2012, Apuntes para una historia de PInar del Río. Ediciones Convivencia, Pinar del Río; p. 29.

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Nuevos dibujo del plano y comentarios de José Pérez de Lama

Ando tratando de aprender sobre la ciudad de Pinar del Río en Cuba, donde mi abuelo, José Pérez Presmanes, vivió de forma permanente durante al menos diez años, entre 1910 a 1924, y donde tuvo negocios, y siguió viviendo intermitentemente, hasta su muerte en 1945. Antes, con once años, hacia 1891, procedente de un pueblo de Santander, San Mateo, se había ido a La Habana, a trabajar con un hermano de su madre.

Tratando de comprender cómo era aquella ciudad, Pinar del Río, situada en el occidente cubano, di en Internet con algunas imágenes de poca resolución de un planito levantado en 1841; más adelante encintré alguna un poco mejor. A partir de aquellas imágenes, que se reproducen a continuación, dibujé mi propia versión sobre la base de las fotoplanos actuales publicados en Guguel Maps, que también recojo aquí, con algunos comentarios generales sobre la ciudad.

El primero de los planos, arriba al inicio de la entrada, es el original, trazado hacia 1841 por Mariano Carlé Casadeval. Como se ve, la ciudad — entonces aún «villa» — eran unas pocas calles, y unas decenas de edificios.

Dos evocaciones diferentes del origen de la ciudad. Para tratar de entender un poco mejor este plano de Casadeval. En mi plano-diagrama, al final, intenté ir situando los diferentes lugares que se mencionan. Las evocaciones:

El desarrollo de la Ciudad de Pinar del Río comienza por la zona donde se encuentra el Río Guamá y se le da este nombre al sitio por este río y por los pinares existentes en sus márgenes por el Cabildo de la Habana el 19 de julio de 1641.

En sus inicios consistió en un primitivo vecindario que abarcaba un reducido número de viviendas construidas en las inmediaciones de los caminos de Abajo y del Sur, hoy nombrados Gerardo Medina e Isabel Rubio [el camino de Abajo, iría hacia la zona tabacalera de «Vueltabajo», el del Sur, al puerto de la Coloma].

El caserío situado en las márgenes del Río Guamá a finales del siglo XVII comienza a crecer y en el año 1750 ya consistía en un pueblo enmarcado por este río y por el Arroyo Galiano, y su punto culminante era el Parque de la Independencia [esta denominación resulta algo confusa, porque sin duda será posterior; lo del «punto culminante» parece ser también topográficamente, esto es, una zona más alta; algo más abajo del parque, pero también en la parte más alta se construye en el año 1764 el «templo de la Parroquia del partido» de San Rosendo de Pinar del Río.] Fuente: http://www.ecured.cu/Pinar_del_R%C3%ADo_(municipio)#Historia

Y en otra fuente:

La organización del poblado de Pinar del Río no formó parte de un programa de las autoridades coloniales. Hay dos elementos que son claves, la presencia de un río, varios arroyos que surcan el territorio, el camino que atraviesa la región, a la vez que se va creando el hábito de pasar noche en un paradero junto al pinar del río cuando los carreteros, montunos o vegueros [campesinos que cultivaban el tabaco] se movían; a finales del siglo XVII, de 1688 a 1699, empiezan a levantarse las primeras casas, dispersas, rústicas, de guano, embarrado, yagua y muy frágiles entre el lugar que ocupa el río Guamá y donde está emplazado hoy el parque José Martí [falta por indicar este lugar en el mapa, de momento, pero está en el vértice más al este del triángulo formado por las tres calles principales a la derecha del mapa; en el encuentro de las calles numeradas con el 2 y 3 en mi plano de más abajo].

Las crecidas cíclicas del río Guamá y la fragilidad de las viviendas llevaron a los habitantes a tomar una decisión trascendental en 1750: mudar el poblado hacia un otero de sabana, donde está ubicado actualmente el Parque de la Independencia, en aquel entonces Plaza de Armas. Fuente: http://www.trabajadores.cu/20200910/en-pinar-del-rio-una-celebracion-diferente-video/

Se aclara en este párrafo el tema de la relación del río y los arroyos que me confundió inicialmente. Como se verá en mi plano, el río Guamá, que se supone que da nombre a la población, no aparece en el mapa de Casadeval, sino que lo que aparecen son arroyos menores, Yagruma al norte y Galeano al sur. También el pequeño lío entre el Parque de la Independencia que no acababa de entenderse en una ciudad del XVII y la Plaza de Armas que sí que parece más verosímil.

Me fue de gran ayuda para interpretar el mapa encontrar una versión moderna en un artículo de Gabino Ponce Herrero & María de Jesús Labori Capote (Contexto y racionalismo en Pinar del Río. Experiencias de planeamiento urbano en Cuba, en: Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, XXXII (126) 2000, págs. 727-745 – plano en pág. 729) que es el que se reproduce a continuación. En este artículo se pueden ver también diagramas de la ordenación urbana actual de la ciudad.

A pesar de la claridad de este segundo mapa, todavía no me terminaba de aclarar con la correspondencia entre las calles antiguas y las actuales por lo que probé a superponer los dos planos precedentes sobre los foto-planos de Guguel Maps, generando finalmente mi propio plan esquemático, donde situé las diversas referencias que se mencionan en los textos precedentes y en otros. Esto tiene cierto intríngulis, porque las calles y espacios varios han recibido diferentes nombres a lo largo del tiempo, en al menos tres etapas diferentes: la de la colonia española, la posterior de la independencia, y la de la Cuba revolucionaria-fidelista. Eso me parece que también lo aclaré bastante, contrastando diveresas fuentes, textuales y visuales.

Siguen entonces mis dos mapas. El primero es un diagrama con los principales elementos del plano de 1841, calcados sobre el foto-plano actual y orientados norte-sur para su más fácil comparación con los planos actuales. El segundo, por si alguien quisiera reproducir el procedimiento, manteniendo el fotoplano que usé de base.

Diagrama del plano de Casadeval de Pinar del Río Cuba, en 1841, redibujado por José Pérez de Lama, 2022. En este plano he situado también la ubicación estimada del negocio pirncipal de mi abuelo en Pinar del Río, una tienda de tejidos y ropa llamada La Francia, que estaba en la calle Martí, el antiguo Camino Real y calle principal de la ciudad a lo largo de su historia. En este negocio también participaron, como sociso gerentes, dos de sus hermanos, Hilario y Tirso. También dibujé el trazado del ferrocarril, aunque es posterior al mapa de 1841, pero me pareció relevante como elemento urbano que me ayuda a situarme. [Una versión con un poco de mayor resolución del diagrama superior está disponible aquí.]

Elementos principales del plano de Pinar del Río, Cuba, de 1841, trazados sobre el fotoplano de Google Maps. Dibujado por José Pérez de Lama, 2022.

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Para dar una idea que complementen los planos anteriores y hacernos una idea de cómo eran más concretamente aquellas calles, tres vistas del espacio urbano. Proceden de la preciosa web cubamuseo.net, donde se encuentra una extraordinaria colección de postales, fotografías y otros materiales históricos de Cuba. ¡Muchas gracias a Luis Díaz Mijares y colaboradores que han creado y mantiene esta web!

Las dos primeras son dos imágenes clásicas de la calle Martí (Real, Mayor) — con su urbanismo tan característico de pórticos o soportales que se ven en muchas otras ciudades y pueblos cubanos de esta zona — y quizás también de otras. Por los coches, la primera podría fecharse hacia finales de la década de 1910 o principios de 1920, y la segunda podría ser de finales de la década de 1930 — épocas ambas en las que mi abuelo andaría por allí.

Y para acabar, este pequeño hallazgo que me hizo mucha ilusión, también del mencionado repositorio de postales históricas de cubamuseo.net. Una «postal fotográfica« en la que sale la tienda de mi abuelo, La Francia, según se lee con claridad en el friso de la columnata, en una escena bastante curiosa. Reproduzco tras la foto el comentario de la web.

El pie de foto que la acompaña en la web donde la encontré:

Esta rara postal de tipo fotográfico nos muestra uno de los típicos desfiles de carnaval pinareño en la década del treinta. Tan interesante resulta la imagen de la carroza de la colonia china como la de la fachada de la tienda de artículos varios La Francia, una de las más importantes de la ciudad, que existió desde inicios de siglo». Fuente: Luis Díaz Mijares y colaboradores, http://cubamuseo.net/inferior-collection/177 Registro: L-51 | Una escena de los carnavales. Carroza de la Colonia China.

Yo aún no estuve ni en Pinar del Río ni en Cuba. No se si ya tedré ocasión de ir… Algunos de mis tíos y de mis primos sí que han estaod y tengo algunas fotos relativamente recientes del local de mi abuelo, cuya fachada se había conservado muy bien. De las propiedades y negocios de mi abuelo, que omo contaba se fue alló con once años, tras su muerte en 1945, primero con las herencias familiares y después con la Revolución, nos quedan solo estos recuerdos que vengo tratando de reconstruir. Una vida de aventuras bastante extraordinarias de la que ya apenas nadie reacuerda…
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Llevo un tiempo estudiando cosas de mi padre y su familia. Decía Perec: «Escribir: intentar meticulosamente retener algo, hacer sobrevivir algo». En eso ando. Vale.
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Carta de apoyo a la Casa Invisible de Málaga, nov 2021

Captura de pantalla de la web del Diario Sur, fotografía de Ñito Salas de la manifestación de apoyo a la Invisible, en circunstancias similares a las de hoy, en 2018. Fuente de la captura: https://www.diariosur.es/malaga-capital/fotos-manifestacion-para-conservar-sede-casa-invisible-malaga-20180310164046-ga.html

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José Pérez de Lama

Llegan las noticias de una nueva amenaza de desalojo del centro social la Casa Invisible en Málaga. Compañer*s de allí envían la carta que sigue, y que reproduzco, además de para dar mi apoyo, por el interés sobresaliente que tiene el escrito, a mi juicio, como reflexión sobre la ciudad y el habitar.

La carta:

Carta de apoyo a la Casa Invisible, que afronta el cuarto intento de desalojo

Las arquitectas y arquitectos cuyo nombre aparece al final de este texto, manifestamos nuestro apoyo a la permanencia de la Casa Invisible, con ocasión de los hechos y reflexiones que a continuación se exponen.

El pasado mes de octubre el pleno del ayuntamiento de Málaga aprobó el desalojo de urgencia de la Casa Invisible, rompiendo unilateralmente el dialogo para reabrir el proceso de cesión en uso al proyecto actual al que se comprometieron en 2018, y rechazando el proyecto de rehabilitación integral por fases que se le propuso en 2016. Utilizando como excusa una ITE desfavorable que no obstante no genera nuevas medidas cautelares, pretenden desalojar con el fin de sacar a concurso la rehabilitación integral del edificio y su posterior cesión, sabiendo que será el criterio económico el que prevalezca sobre cualquier otra consideración.

La Casa Invisible, desde hace más de 14 años, en un proceso continuado de abajo a arriba, proporciona el ámbito, la logística, difusión, poder de convocatoria y agregación que contribuye al desarrollo de las potencias locales. Es un instrumento de desprecarización que acoge y promueve actividades que de otra manera no se darían en esta ciudad, iniciativas invisibilizadas en una ciudad tematizada y expuesta a los intereses de unos pocos. Con ello demuestra que la mediación mercantil no es imprescindible para la creación y sostenimiento de la cultura. Es un verdadero equipamiento del común, gestionado por sus propios usuarios, con una efectiva autonomía.

En este proyecto social y cultural es fundamental la dimensión arquitectónica y urbana. No se nos ocurre mejor modo de expresarlo que recordando a M. Heidegger cuando explica qué es el habitar y lo pone en relación sustancial con el construir, concluyendo que construimos en la medida que habitamos. Construimos en un proceso permanente de interacción con el espacio de habitación que es a su vez nuestro proceso personal de crecimiento en anhelos, obras y modos de estar en el mundo. Pero de un modo concreto: cuidando las cosas y criaturas que nos acompañan. Si reinventarnos es esencial en nuestro devenir humano y ese camino se realiza en un entorno físico y social, ¿por qué deberíamos relegar las decisiones sobre este proceso a los expertos?

El edificio fue construido en 1876 y necesita ser rehabilitado. El modo de actuación se ha ido gestando desde el año 2007, con la cooperación de numerosos profesionales, conscientes de su responsabilidad social. Ha tomado forma definitiva bajo la dirección de expertos solventes en el ámbito de la rehabilitación del patrimonio, con la colaboración de estudiantes y jóvenes titulados de la Escuela de Arquitectura de Málaga. Bajo la premisa de «máximo conocimiento-mínima intervención», y en una colaboración permanente con los habitantes/usuarios de la casa, han elaborado un plan de actuación para poner gradualmente al servicio de la ciudadanía los maravillosos espacios de este edificio sin necesidad de paralizar las actividades que acoge.

Este proyecto ejemplar, especialmente oportuno para el centro histórico de Málaga, se presentó al ayuntamiento en 2016, y por su rigor y validez contó en su día incluso con el apoyo de la Gerencia de Urbanismo de Málaga que no puso objeciones a su ejecución en fases, permitiendo el uso del resto del edificio y que la actividad de la Casa Invisible no sufriera interrupciones; además fue premiado en 2018 por el ministerio de Cultura por su innovación, cuidado de la sostenibilidad y participación de los usuarios.

El Proyecto de rehabilitación del edificio forma parte de una serie de requisitos jurídicos y técnicos acordados con el Ayuntamiento para la cesión del edificio en 2015 y 2018, que han sido cumplidos en su totalidad por la Casa Invisible, por lo que el desalojo debería ser paralizado, que el Ayuntamiento cumpla su parte de dicho acuerdo y que sean retomadas las negociaciones para la cesión de su uso, garantizando así la continuidad de la Casa Invisible.

Paisajes ejemplares de Nomad Garden

Imagen del encuentro «Paisajes circulares» organizado por Nomad Garden, Sevilla, 09/10/2021. Los coloquios tuvieron lugar debajo en un enorme ficus… Fotografía de Manu Trillo, de la web de Nomad Garden: https://nomadgarden.gardenatlas.net/garden/jardin-acondicionado-1/post/29423?filter=5

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Edición y comentario José Pérez de Lama

Tuve la suerte de que mis amigos de Nomad Garden me invitaran hace unos días  a un encuentro de título «Paisajes circulares» [enlace a la convocatoria original en el pie de foto superior]. El texto de la convocatoria me gustó mucho y les pedí permiso para reproducirlo. Así lo hago. Al final añadiré unos comentarios.

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El texto de Nomad Garden:

Recientemente, la lectura del libro de Julia Watson Lo-TEK sobre la emergencia de paisajes ejemplares a través de interacciones sostenidas y beneficiosas de comunidades con su entorno nos había hecho repensar algunas de estas inquietudes y para abordarlas, nos gustaría traer a colación una cita de dicha autora al antropólogo Fikret Berkes donde se resume alguna de las cualidades que sostienen estos paisajes:

  1. El conocimiento exhaustivo de las plantas y paisajes por parte de las comunidades implicadas. (recursos)
  2. La gestión de los recursos a través de prácticas, herramientas y tecnologías accesibles y distribuidas que propician la diversidad y no la agotan. (prácticas)
  3. La aparición de instituciones de gobernanza singulares, distribuidas y flexibles que permiten la autocorrección del sistema. (instituciones)
  4. El afloramiento de manifestaciones artísticas, creencias y ritos destinados a transmitir y actualizar dichos vínculos en la comunidad. (ritos)

[…] nos parece que la belleza de esta secuencia surge de su capacidad de integrar o conectar parcelas hoy tan separadas como el conocimiento, la economía, la política o las artes en un horizonte común encaminado a sostener la diversidad de la vida.

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Comentarios

[1] A mí me llamó la atención la idea de pensar en cómo sería posible construir estos que Watson llama «paisajes ejemplares». ¿Ejemplares por qué o para qué?, preguntaba yo aquel día. Para mí tendrían que ser ejemplares en nuestro actual contexto de emergencia climática. Serían paisajes que nos permitirían cuidar del mundo, «nuestra casa común». Y esas cosas, que en ciertos lugares suenan un poco extravagantes.

[2] Me tocó moderar una mesa que se centraba en el punto segundo, el de «la gestión de los recursos a través de prácticas, herramientas y tecnologías accesibles y distribuidas que propician la diversidad y no la agotan». A mí aquello me hizo pensar, por un lado, en las «herramientas convivenciales» de Ivan Illich, y en las «tecnologías intermedias o apropiadas» de E.F. Schumacher. Por otro, en el software libre, por aquello de las «tecnologías accesibles, distribuidas, que propician la diversidad…»

[3] La descripción de los «paisajes ejemplares» me recordó a las típicas definiciones de los commons o «procomunes» en las que se plantea una triple composición: [1] un recurso o producción, [2] una comunidad que lo sostiene o produce, se beneficia de lo que sea, y que se autogobierna en esta gestión, y [3] un conjunto de normas que regulan estas relaciones entre recursos y comunidad. La definición que nos proponía Nomad Garden añadiría de manera sugerente un paisaje que es producido por esta actividad en un cierto medio, y unas prácticas culturales, artísticas, rituales que lo explican, narran, representan, celebran, festejan y que de esta forma contribuyen a la construcción ¿de la identidad? – o como prefiramos llamarlo – de esta composición de medio, técnicas y formación social. Yo quizás lo llamara ecología en el sentido batesoniano del término, o ecología de las prácticas en el stengeriano — no se si por hacerme el interesante 🙂

Vale.

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Referencias

E. F. Schumacher, 1973, Small is Beautiful, Economics as If People Mattered, disponible en: http://www.daastol.com/books/Schumacher%20%281973%29%20Small%20is%20Beautiful.pdf

Wikipedia, Appropriate technology, en: https://en.wikipedia.org/wiki/Appropriate_technology

En este mismo blog, entradas relacionadas:

Revisitando a Iván Illich: convivencialidad, tecnologías, instituciones, 2018, en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2018/07/06/revisitando-a-ivan-illich-convivencialidad-tecnologias-instituciones/

Ciclos: vida, ecosistemas, fiesta, capital, cibernética … y algunas ideas sobre “economía circular”, 2016, https://arquitecturacontable.wordpress.com/2016/04/22/ciclos-vida-ecosistemas-fiesta-capital-cibernetica-y-algunas-ideas-sobre-economia-circular/

Comentario sobre el concepto de praxis instituyente en “Común” de Laval y Dardot, 2016, en: https://arquitecturacontable.wordpress.com/2016/04/17/comentario-sobre-el-concepto-de-praxis-instituyente-en-comun-de-laval-y-dardot/

Crítica del papa Francisco a los aires acondicionados – auténtico

Giotto, s XIII-XIV, San Francisco predicando a los pájaros, fresco en la Basílica de Asís. Fuente: https://www.gliscritti.it/blog/entry/4972
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Comentario y selección de José Pérez de Lama

Algunxs amigxs sabéis de mi manía con el asunto de los aparatos y sistemas de aire acondicionado, que es tanto personal, por los ruidos y el aire caliente de los vecinos, que impiden tratar de usar tu propia casa de manera bioclimática — abriendo las ventanas para ventilar enfriar la casa por las noches en verano — como de carácter más general, planetario, relacionado con las islas de calor urbanas y el consumo de energía, que como todos ya sabemos, o deberíamos saber, tenemos que reducir: todos los indicadores señalan que estamos en una emergencia climática.

En un curso en que estuve estos días, unos de los participantes — colegas arquitectos-artistas-filósofos — comentaron que andaban trabajando con la encíclica del papa Francisco sobre el cambio climático, de 2015. Me dieron curiosidad los comentarios de estos colegas y la busqué y me puse a leerla. Se titula «Laudatio Si. El cuidado de la casa común». Tiene ciento noventa y dos páginas. Francisco, dice al principio que se inspira en San Francisco de Asís, de quien ya tomó su nombre cuando lo hicieron papa. Se solía imaginar a San Francisco como un protohippy y un protoecologista por su amor a la Naturaleza y los animales. Laudatio si, alabado sea… era un expresión característica de San Francisco. El documento de momento está muy bien — llevo unas 45 leídas. Me sorprendió que se citen otros documentos de la Iglesia Católica que tratan del cambio climático ya en 2001… Y en fin, por lo que lo traigo aquí es porque al llegar al párrafo 55, está ordenado así, menciona la cuestión del aire acondicionado que se convirtió en una obsesión para mí. Y me hizo gracia, porque dos de los principales ruidosos usuarios de supersistemas de aire acondicionado de mi entorno son precisamente organizaciones religiosas católicas. A ver cómo se lo hago llegar para que tomen nota. Y mediten. Y dejen de poner los aires acondicionados como dicen, «como si no hubiera un mañana», que eso es efectivamente lo que puede pasar.

Reproduzco el párrafo entonces, forma parte de la sección VI titulada «La debilidad de las reacciones»:

55. Poco a poco algunos países pueden mostrar avances importantes, el desarrollo de controles más eficientes y una lucha más sincera contra la corrupción. Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar sólo un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida.

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La encíclica aquí:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

Algún comentario previo sobre los aires acondicionados, de cuando empezó la crisis del calor en los colegios, cuando fuimos quizás los primeros sobre la necesidad de resolverla con medios bioclimáticos más que con más aparatos de aire acondicionado:

https://arquitecturacontable.wordpress.com/2017/06/15/sobre-aire-acondicionado-calor-en-las-aulas-y-cambio-climatico/

Paisajes de la tristeza [y sus contrarios]

Imagen: Mural-pintada con un Fernando Pessoa anamórfico amenazado por los tecnócratas, o algo así… reivindicando los espacios de la Escuela de Arquitectura de Sevilla como lugares de expresión y experimentación, que hicimos algunos profesores y estudiantes en 1999 cuando trataron de prohibirnos montar instalaciones con los trabajos de curso en el hall, los pasillos…. La historia es más larga, claro, y algunos la recordarán aún.

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Selección y comentario de José Pérez de Lama

Este que sigue es un texto muy conocido, — y muy querido por mí, y seguro que por muchxs más–, de Gilles Deleuze y Claire Parnet, del libro Diálogos:

LA TRISTEZA, LOS AFECTOS TRISTES son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar.

Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en sus esclavos. El tirano, el cura, el ladrón de almas, necesitan persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos, o, como dice Virilio, de administrar y de organizar nuestros pequeños terrores íntimos. […]

No es fácil ser un «hombre» libre: huir de «la peste», organizar los encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia.

Claire Parnet & Gilles Deleuze, 1980, Sobre Spinoza, Diálogos,  págs. 71-72, Pre-textos, Valencia. [Edición original: Flammarion, París, 1977.]

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A partir de este texto pensaba y me preguntaba si no existirán en nuestras ciudades «paisajes de la tristeza», que siguiendo a Deleuze-Parnet-Spinoza podríamos imaginar como los paisajes que reducen la potencia de obrar, de hacer. Leía por ahí también cosas sobre «los afectos como infraestructuras», entre otros, del traductor de Deleuze al inglés, Brian Massumi: plantea que ciertos afectos pudieran estar construidos como elementos a partir de los cuales se desarrolla la vida en un determinado entorno. Algo que me recuerda un poco a algunas cosas situacionistas… Y andaba relacionando estos hipotéticos paisajes de la tristeza con los «paisajes del miedo», incluso con los «paisajes de la violencia», o por otro nombre, recurrente en los últimos años, «paisajes de la necropolítica» (Mbembe; o E. Weizman cuando habla de que el urbanismo y la arquitectura pueden ser una «violencia lenta»).

Por otra parte, también me gustaría  cuestionar la idea spinoziana de la alegría como aquello que aumenta la potencia de obrar, que me parece un pensamiento demasiado de jóvenes, y que fácilmente podría caer en el hiperactivismo.  Tengo que pensar un poco sobre eso. Sí me resulta claro que la tristeza, o al menos ciertas formas de tristeza, reducen — o quizás incluso llegan a acabar con — nuestra potencia de hacer.

Y volviendo a los paisajes, se trataría de buscar y de producir lo contrario a estos paisajes de la tristeza. Ya os contaré cuando vaya avanzando. Tengo prometido un texto a mis amigos de Alicante sobre estas cosas. Y no debería tardar mucho. Seguramente no es nada nuevo, pero igual la perspectiva diferente nos permite ver mejor algunos aspectos.

«Lo visible está siempre en medio de lo invisible», y suele ser lo determinante [lo invisible] en la mayoría de las situaciones. Eso decía, más o menos, sin ninguna intención espiritualista, John Dewey.

Salud y aire.

Los cuasi-objetos de Bruno Latour explicados por Izaskun Chinchilla

Imagen: Solar Powered Toilet de Caltech, 2020, premiado por la Fundación Gates. La heces son transformadas, con la mediación de energía solar y del sistema que se ve en la imagen, en agua limpia, fertilizantes para plantas e hidrógeno para ser usado para producción de energía con fuel-cells. Me pareció un cuasi-objeto muy latouriano. / https://www.caltech.edu/about/news/caltech-wins-toilet-challenge-23635 — Twitter screenshot 08/08/2021

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Los cuasi-objetos de Bruno Latour explicados por Izaskun Chinchilla

Selección y comentario de José Pérez de Lama

Izaskun Chinchilla, 2020, La ciudad de los cuidados. Salud, economía y medio ambiente, Los Libros de la Catarata, Madrid

Bruno Latour, 1993 [edición original en francés de 1991; traducido por Catherine Porter], We Have Never Been Modern, Harvard, Cambridge

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Reproduzco a continuación unos párrafos del libro de Izaskun Chinchilla que me hicieron volver a querer leer el Nunca fuimos modernos de Bruno Latour, que comentaré aquí próximamente.

El libro de Chinchilla, por otra parte, es un libro muy interesante — trataré de usarlo en mis clases sobre la ciudad –, que me parece efectivamente muy latouriano en su planteamiento: se propone construir esto que llama «ciudad de los cuidados» desde los objetos — o cuasi-objetos –, desde el diseño de espacios públicos concretos, — mediante el ingenio, el talento y el oficio de arquitecta combinados con prácticas de autonomía y de participación ciudadana. La primera parte del libro en que cuenta trabajos en la ciudad con niños y niñas en el marco de lo que se conoce en inglés como public engagement fue la que más me gustó.

* Otro día trataré de escribir sobre esto del public engagement, que me recordó a la extensão universitaria en Brasil, y que a mí juicio sería algo a pensar seriamente como una política que introdujera en vector de transformación en nuestras universidades.

Transcribo el texto bastante completo de esta sección del libro de Izaskun Chinchilla, sin limitarme estrictamente a las referencias a Latour. Chinchilla presenta aquí un ejemplo que ilustra su interpretación de Latour, que lo hace muy comprensible – me parece –, mientras que en el libro original de Latour hay pocos ejemplos y a veces cuesta imaginar del todo a qué se refiere. En otros posteriores de Latour, como en Reassembling the Social, sí que me parece que lo explica mejor, con mayor detalle. Sigue la transcripción del texto de Izaskun Chinchilla, entonces, con algún comentario.

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Izaskun Chinchilla, 2020, La ciudad de los cuidados. Capítulo 4: Los bolardos frente al mobiliario de piezas sueltas [pp. 104-107]

Los bolardos. Prohibiendo con objetos

[…] La protesta contra las leyes que limitan la libertad en la ciudad es habitual (recordemos el «prohibido prohibir» de 1968), pero se protesta mucho menos contra lo que [se] considera natural en la ciudades: lo que llamaremos «las prohibiciones embebidas en objetos». Los bolardos son una especie de prohibición encarnada en un objeto. A priori, le dicen al conductor de un vehículo: «No está permitido que aparques en esta acera». Pero el mensaje va más allá. Si sólo se buscaratransmitir este mensaje habría bastado con una línea amarilla sobre el pavimento. Los bolardos son más contundentes en la comunicación implícita. Dicen: «La institución que gobierna esta ciudad desconfía de que vayas a cumplir esta regla y ha dispuesto un sistema para que, en caso de la desobediencia, tu vehículo resulte dañado».

Pero lo bolardos no hablan sólo a quienes conducen vehículos. También lanzan contundentes mensajes a las y los peatones. Las personas mayores, después de haberse golpeado la pierna y haberse garantizado un ostentoso moratón, o las madres y padres que tratan de moverse por la ciudad con un carrito de bebé (no hablaremos de los carritos para las y los gemelos) también reciben un contundente mensaje. Algo así como: «Esta calle ha sido diseñada para mediar en un conflicto permanente y cruento entre el vehículo y las instituciones. Este conflicto tiene un rango de importancia mayor que tu propio confort. Los problemas que te pueda causar este objeto son daños colaterales de importancia menor». Los bolardos, como el resto de señales de tráfico […] perpetúan y afianzan un mensaje político demoledor: «La ciudad se planifica y gobierna atendiendo fundamentalmente al diálogo con el vehículo privado. Al peatón se le dedica una atención menor porque se estima que podrá adaptarse al paisaje urbano que resulte del diseño urbano realizado para los vehículos».

Bruno Latour llama «cuasi-objetos» a estos objetos que afectan nuestra actuación, para distinguirlos de los objetos naturales [*] y hacer alusión a que son fruto de un largo proceso de diseño y fabricación donde el contenido social y su programa que busca un efecto sobre el colectivo han sido aspectos importantes en la toma de decisiones [Latour, 1993: 55]. Latour concede una importancia decisiva a este tipo de objetos en el entorno de convivencia y a su capacidad de persuasión implícita, y sostiene que estos cuasi-objetos son tan poderosos que configuran la sociedad mientras que las construcciones más políticas o científicas que forzaron su existencia permanecen invisibles. [1993: 53]

* Comentario: En We Have Never Been Modern Latour los llama inicialmente «cuasi-objetos-cuasi-sujetos» para expresar su carácter híbrido entre los objetos [la Naturaleza] y los sujetos [la Sociedad o la Cultura]. En el post que dedicaré al libro trataré de explicar algún detalle más sobre esto.

Volvamos a nuestros bolardos. Pensemos que antes de la colocación de los bolardos, un partido político presentara un proyecto de ley en el Parlamento donde se defendiera algo como: «En el espacio público se otorgará prioridad a la gestión de flujos del vehículo privado. Cuando ésta requiriese molestias importantes para el tránsito de peatones, se sacrificará el interés de éstos en favor de la buena gestión del tránsito vehicular». Esta ley sería objeto de un extenso debate y tendría pocas posibilidades de ser aprobada con esa redacción. Sin embargo, los bolardos invaden nuestras aceras y nos conforman como sociedad: nos hace aceptar, de facto, esa propuesta de ley, interiorizar que el vehículo tiene prioridad y el peatón tiene que resignarse. Incluso nos hace sentirnos con más derechos cuando conducimos que cuando caminamos. La presencia de objetos como los bolardos ha establecido la hegemonía del vehículo sobre el espacio común sin que nadie haya concitado un debate previo sobre ello, adaptando nuestras vidas y nuestra percepción de la ciudad a la ideología implícita que ostentan estos objetos.

Para Latour, estos efectos implícitos se han vuelto inmorales e «inconstitucionales» [*], ya que configuran nuestras vidas sin haber sido objeto de diálogo político. Es lógico que nos anime a reclamar: «Queremos una identificación meticulosa de los cuasi-objetos, que deje de hacerse extraoficialmente, que deje de hacerse por debajo de la mesa». Latour propone un «parlamento de las cosas» donde los equilibrios entre [¿en?] el espacio común se reconfiguren. Latour reclamaría que expertos independientes en movilidad, partidos políticos, asociaciones de vecinos, representantes de [personas] mayores y AMPA tuvieran que discutir el diseño de los bolardos y su normativa de colocación e incluso [su] sentido y conveniencia.

* Comentario: Esto de «inconstitucional», que quizás resulte algo pintoresco sin contexto, se debe a que Latour propone la idea de que en la Modernidad compartimos una «Constitución» que otorgaba lugares separados a la Ciencia y a la Política, a los objetos y los sujetos, y que ahora con la proliferación de lo que llama cuasi-objetos e híbridos ha dejado de funcionar. El uso del término Constitución sería similar al de «contrato social», algo más bien conceptual-ideal.

Latour, junto con otros autores como Michel Callon, sistematizó esta visión en lo que llamaron la Teoría del actor-red, donde se acepta que los agentes sociales son tanto humanos como no humanos (bolardos, semáforos, urnas de votar, vacunas), denominando a los primeros «actores» y a los segundos «actantes». [*] «Si limitamos lo que consideramos a acción a lo que hace un humano intencional y planificadamente resulta difícil ver como actúan un martillo, una cesta o una etiqueta». Sin dejar de afirmar que son los primeros, los humanos, los que siempre comienzan la acción, tenemos que tomar en consideración todo lo que afecta al desarrollo de la acción. [Volviendo al caso de los bolardos, l]as franjas resaltadas en el suelo hacen que los conductores reduzcan la velocidad, y deben ser consideradas, por tanto, como «actantes». La visión del mobiliario urbano bajo esta perspectiva cobra una nueva relevancia social y política que incide directamente en la filosofía de los cuidados.

* Comentario: A partir de aquí me he permitido editar un poco el texto original de IC para que se entienda con mayor claridad, en esta situación algo descontextualizada.

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Comentario final

El ejemplo de Izaskun Chinchilla a mi juicio nos permite entender mejor como los objetos y las construcciones y redes tecnológicas condicionan y limitan lo que podemos y no podemos hacer. Pienso en las plataformas digitales, por ejemplo, que se nos presentan como asuntos de eficacia o de entretenimiento y que, como explican Latour y Chinchilla, de manera más o menos velada incorporan dimensiones de mucha mayor complejidad y profundidad que afectan a nuestras formas de vida. A esto es a lo que venimos desde hace tiempo llamando «tecnopolíticas». En We Have Never Been Modern, Latour llega a decir en algún lugar que querer hacer ver y querer hablar de estas cuestiones en nuestras sociedades que siguen pensándose a sí mismas como modernas en ocasiones llega a parecer tabú.

Más sobre esto en un próximo post.

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Referencias

Izaskun Chinchilla, 2020, La ciudad de los cuidados. Salud, economía y medio ambiente, Los Libros de la Catarata, Madrid

Bruno Latour, 1993 [edición original en francés de 1991], We Have Never Been Modern, Harvard, Cambridge

__, 2007 [edición original de 2005], Reassembling the Social. An Introduction to Acto-Network Theory, Oxford

Ciudades para nuestras nietas: «El parque», relato sci-fi

 

Texto de Alejandro Jiménez Gómez – con la colaboración de Juan Manuel Cordero García, Pedro A. Guillén Fernández & Saúl Moguer Ayala. La imagen-collage digital también del mismo equipo.

Los autores escriben el relato como parte de su trabajo durante un curso en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, 2021, el segundo año de la pandemia. El título del curso era «Ciudades para nuestras nietas». La imagen de arriba, en el que se ponen en relación materiales de Foucault-Deleuze con la famosa pintura de Edawar Hopper, formaba también parte del trabajo de curso de los autores. Quizás no tenga tanta relación con el relato… ¿Quién sabe? El afuera, las soledades, la relaciones de saber-poder, la noche…

El equipo docente del curso lo formamos José Pérez de Lama con Jose Sánchez-Laulhé como asistente honorario. En el curso, como su titulo quizás sugiera, nos dedicamos a pensar y estudiar bastante colectivamente sobre las ciudades del futuro, tratando de componer cuestiones medioambientales, de cuidados, tecnopolíticas… No es la primera vez que ocurre, pero los estudiantes obtuvieron en su gran mayoría la calificación de sobresaliente. No fue un año fácil, pero nos pareció que entre todos habíamos logrado generar un espacio de pensamiento y encuentro que nos pareció de bastante valor. Nota introductoria de José Pérez de Lama

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Volvió a pasar la vista por el parque frente a él

El viejo Diamantino, que tantos recuerdos le había dejado. Atrás quedaban ya los vidrios rotos y el olor a gasoil. Él venía de un mundo distinto, donde la humanidad, el concepto que entonces tuvieran de tecnología y progreso, enfrentaba constantemente a la naturaleza, donde la economía era un incendio que todo lo devoraba.

Y, sin embargo, siempre habían estado allí las plantas y las aves, las mismas que aún cantaban. También había niños, claro, aunque su juego era algo distinto.
Uno de los chiquillos pasó a su lado, casi lo golpeó en la carrera. Saltó entre los neumáticos del tobogán y pasó rápidamente al tiovivo, donde otros dos le esperaban. La primera vuelta emitió un bostezo metálico, mientras el rotor iba convirtiendo ese entusiasmo en energía.

Se encendió una pequeña bombilla a su derecha, una mera verificación de que el sistema funcionaba. No era como si hiciese falta, en cualquier caso: aquel día hacía un sol radiante, y los árboles fotovoltaicos bastaban para suplir las necesidades de la ciudad. Y si no, siempre estaba el pavimento.

Eso sí que se le antojaba imposible. Los suyos eran tiempos del coche y el sedentarismo. Del encierro. De pronto no sólo se promovía la actividad física, sino que eran esos mismos pasos los que alimentaban las ciudades. Esos juegos. Esa vida.

Incluso decían que podían extraer energía de las bacterias de la tierra, de limpiar el aire, aunque él no comprendía más allá del viento. Eran unos tiempos extraños los que le había tocado vivir.

Sí, todo era nuevo, diferente y, sin embargo, no cambiaría nada de aquello. Porque allí seguían estando su parque y sus aves, porque habían solucionado las crisis. Le sonrió a su nieta, mientras daba otra vuelta más.

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20 años pensando y experimentando sobre el mundo digital — catálogo de artículos de J. Pérez de Lama

Imagen: Medialab cyberpunk en Tánger, al lado de la antena que hacía la conexión wifi con la otra orilla en Tarifa, durante la primera convocatoria de Fadaiat, en 2004. Aparecen en la imagen, entre otros Jaume Nualart e Iván Pizarro que fueron en muy buena parte, junto con psand.net, los ingenieros responsables de la conexión. Foto de Indymedia Barcelona.

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Cita introductoria: Thinking, in Arendt’s sense, is not a process for evaluating information and argument, for being right or wrong, for judging oneself or others to be in truth or error. All of that is important, but not what Arendt had to say about the evil of thoughtlessness that I want to bring into the question… ____ Donna Haraway, 2016

Pensar, en el sentido de Arendt, no es un proceso de evaluar información y argumento, para estar en lo cierto o no, para juzgar si uno mismo o los demás están en la verdad o en el error. Todo eso es importante, pero no lo que Arendt tenía que decir sobre la maldad del no pensar que yo quiero traer [aquí] a colación…

José Pérez de Lama

Algunas notas de trabajo para la introducción

Hice esta recopilación, para visibilizar y, quizás, valorar mejor la labor de un par de décadas intentando pensar, haciendo teoría y práctica, sobre las maneras en que lo digital afectaba nuestras vidas, a la arquitectura y las ciudades; — sobre cómo tratar de dar forma a aquel «futuro que aterrizaba sobre nosotros» — como decíamos entonces — tomando prestada una expresión de Howard Rheingold [Smart Mobs, 2002]. Uno de los modestos placeres de hacerse mayor, es ver si ciertas intuiciones se verifican o no, poder ver qué ocurre con las propuestas, iniciativas y proyectos propios y ajenos, cómo se transforman, triunfan o fracasan, perduran o desaparecen… and so on.

La mayor parte de los escritos, según sugería Haraway en el epígrafe introductorio, y seguramente siguiendo a Deleuze y Guattari, no son científicos en el sentido algo pacato – y excluyente – de lo que se entiende hoy en día por este término, sino que son, diría uno, más bien artísticos o filosóficos, empeñados en contribuir a la producción de ciertos mundos, en tratar de inventar el presente y el futuro, más que en explicar las cosas tal como existen o tratar de predecir lo que ocurrirá… Trataban de contribuir a la producción de nuevos acontecimientos de lo real que decían Deleuze y Guattari… De hacer worlding como dice más recientemente Donna Haraway [Staying with the Trouble, 2016] retomando un concepto de A.N. Whitehead… Leyendo estos días los Diálogos de Gilles Deleuze y Claire Parnet, donde se prefiguran muchos temas de Mil Mesetas, he recordado muchas cosas olvidadas, que explican buena parte de nuestras, — o al menos de mis –, actitudes de finales de la década de 1990 y principios de los 2000.

Por aquel entonces nos imaginábamos como parte de una contracultura y de un movimiento social, político dentro del cual escribir académicamente hubiera sido una vergüenza — la academia, ya sabemos, siempre estará al servicio de la reproducción y ampliación del mundo tal como existe. Lectores aquellos años del subcomandante Marcos o de Lipstick Traces de Greil Marcus, donde plantea que los tres movimientos artísticos más importantes del siglo XX habían sido Dadá, el situacionismo y el punk, haber tratado de hacer lo que hoy se llaman papers académicos habría sido una profunda vergüenza. Seguir leyendo 20 años pensando y experimentando sobre el mundo digital — catálogo de artículos de J. Pérez de Lama

Serie elecciones 2019: ciudad eco-feminista y ciudad productiva-distributiva

Imagen: Marta Ponferrada Espejo, 2017, esquema de las características de una ciudad feminista, de La ciudad eco-feminista. Espacios públicos y privados para una sociedad más sostenible e inclusiva, Trabajo Fin de Grado, Escuela Técnica Superior de Arquitectura Universidad de Sevilla, p. 15.

Serie elecciones 2019: ciudad eco-feminista y ciudad productiva-distributiva

José Pérez de Lama / versión beta

Tercera o cuarta entrega de mis modestas aportaciones al debate pre-electoral. Esta plantea algunas cuestiones sobre ciudad y urbanismo, en torno a las dos etiquetas que aparecen en el título, ciudad eco-feminista y ciudad productiva-distributiva.

Hace ya unos meses asistí a una reunión convocada por mi amigo Fernando Pavón para intercambiar ideas sobre los programas electorales para las elecciones municipales que entonces aún no tenían fecha.

La ciudad que queremos / la ciudad que a lo mejor podemos

Como había participado ya en sucesivos grupos de este tipo, cada cuatro años…, y de la última vez, muy poco se había avanzado en las políticas reales, la primera idea que propuse es partir de enfrentar la ciudad que queremos – eslogan que ya habíamos usado en Sevilla en… 1999… y que luego incluso una alcaldesa del PP usó como propio en una campaña ante nuestra (relativa) sorpresa -, con la ciudad que – a lo mejor podamos; esto es, la ciudad que queremos en diálogo con la ciudad que a lo mejor podríamos… “La lista de los reyes magos” a grandes rasgos ya la teníamos de hace cuatro años… pero contando con la experiencia de estos cuatro años con grupos del cambio en los gobiernos municipales, igual era bueno, plantear estos dos escenarios más o menos confrontados entre sí.

Aparece entonces otra idea, que podría expresarse con la noción de estrategias: dando por supuesto que la ciudad que queremos fuera un/el horizonte deseable, qué objetivos, políticas y medidas se pueden realistamente plantear – quizás incluso con diversos escenarios de mayorías/minorías, etc. – para que, sin caer en la fantasía o la delusion que se diría en inglés, pensar en la ciudad que podemos, pero que apunte hacia la que supuestamente queremos, con mayor pragmatismo y eficacia que las acciones más o menos oportunistas y las reacción contra las medidas de los gobiernos de turno que suelen caracterizar – con demasiada frecuencia – a las oposiciones políticas y a los movimientos sociales urbanos. Seguir leyendo Serie elecciones 2019: ciudad eco-feminista y ciudad productiva-distributiva