Unas notas sobre la iniciativa de la New European Bauhaus

Imagen de cabecera de la web de la New European Bauhaus, 2021/02/25. Fuente: https://europa.eu/new-european-bauhaus/index_en

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Unas notas sobre la iniciativa de la New European Bauhaus — con algunos antecedentes que quizás ayuden a entender escepticismos

José Pérez de Lama

Un poco de desahogo – aunque también hay algunas sugerencias. Espero que pueda ser una aportación a un debate que se dice se quiere pluralista.

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Se está hablando desde hace unos meses de esta iniciativa, una nueva escuela o red de escuelas de arquitectura europea o algo similar, relacionado con el Green Deal. La iniciativa viene directamente de la presidencia de la Comisión Europea. Aquí el mejor resumen reciente que he encontrado: https://europa.eu/new-european-bauhaus/about-initiative_en

En otras instancias se ha dicho que inicialmente habrá 5 primeros nodos del proyecto en Europa. Y en ciertos «mentideros» o «rumoródromos» se ha podido oír que quizás uno vaya a estar en Sevilla, España. Ya hubo al menos un acto en Sevilla sobre el proyecto, con la participación del alcalde Espadas.

Estas noticias me han generado, como creo que a la mayoría de los amigxs que vienen estando en estos ámbitos, desde la investigación, el trabajo o el activismo, sentimientos encontrados; los mixed feelings as they say in English, expresión que hoy me suena mejor tratándose de un proyecto europeo…

Algunos antecedentes: «Los visitantes no llegaron ayer»

El que suscribe, en particular, y como muchos sabéis, lleva literalmente 30 años implicado en estas cuestiones; al menos una década, entre los 80-90 muy intensamente, luego con algo de más distancia. De colegial aún, con otro colega, y era el final de los 70, con el impulso paterno, estudiamos montar algún negocio con paneles solares – igual ya lo he contado; aquello no progresó; mi amigo, finalmente, con buen criterio, se dedicó al mundo financiero y se hizo con los años bastante rico. Por mi parte, yo luego me hice colaborador de Jaime López de Asiaín en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, uno de los pioneros en España, por no decir en Europa, en estas cuestiones: arquitectura bioclimática se llamaba entonces. Recuerdo aún ir en el asiento de atrás del BMW serie 3 de color blanco de Jaime, el copiloto era Rafael González Sandino, más tarde muy querido profesor, a un curso en el verano del 82, al final de mi segundo año de carrera, — a Elvas, Badajoz. En el taller que dirigía Jaime, en el que yo participaba de «ayudantillo», estudiamos el concepto o las estrategias bioclimáticas – hoy diríamos ambientales – de uno de los barrios populares. Aquello está publicado en un libro de Jaime. De Elvas recuerdo también a Oriol Bohigas, poco antes de que se hiciera la gran estrella de urbanismo de Barcelona…

¿Cómo había empezado Jaime con aquello? – No lo tengo muy claro. Había pasado tiempo en Atenas con Doxiadis; también en Berkeley, donde tuvo relación con Christopher Alexander. Quizás fue allí. Antes de conocerlo, él ya había hecho algunos edificios con planteamientos bioclimáticos: la Escuela de Ingenieros de la US, con sus patios y su gran cerramiento con enfriamiento evaporativo – hoy Escuela de Ingeniería Informática, y algunos otros. Estos temas eran muy de Richard Neutra, uno de los grandes arquitectos modernos californianos, – de sus últimos años. Se que Jaime le tenía admiración. Igual también de ahí venía la cosa. La crisis del petróleo de 1973 había tenido no cabe duda un gran impacto, el Informe sobre los limites del crecimiento del Club de Roma… Los libros que manejábamos; recuerdo: Olgyay, Givoni, un par de autores franceses en Gustavo Gili.. Jaime había editado también varios cuadernos con portadas de color naranja que yo me sabía bastante de memoria…

Durante los años posteriores a Elvas, con el «Seminario de Arquitectura Bioclimática» que estaba en la Escuela de Arquitectura ,– en realidad era el propio despacho de Jaime –, hicimos viviendas – incluso un barrio en Osuna, Sevilla-, que monitorizamos ya con proto-sistemas informáticos y en el marco de programas de investigación europeos (la casa del pintor Paco Cuadrado) – unos dispositivos que se llamaban «Tiny-talk» –, y comprobamos – o comprobó más precisamente mi colega desde entonces José María Cabeza, — unos dos años más joven que yo, hoy catedrático de estas cosas –, que funcionaban bastante como habíamos calculado. Aquellos primeros cálculos de Osuna y de la casa de Paco Cuadrado, los adapté yo de una revista que tendría que buscar para saber cuál era – con alguna orientación de Jorge Gómez Calvo, un arquitecto algo mayor que también era miembro del Seminario, pero que murió muy joven.; también con ,os conocimientos de Física II, una asignatura hueso de la Escuela, pero que a nosotros, con aquellos proyectos en que andábamos metidos, nos parecía de lo más útil. Después, aún en los 80, hicimos al menos dos colegios bioclimáticos, sería con la Junta de Andalucía. Y luego trabajamos para el plan director de la Exposición Universal Sevilla 1992, redactando dos manuales de recomendaciones — para el diseño de los espacios abiertos del que me encargué yo y para la edificación que hizo sobre todo Cabeza. También teníamos un apartado con lo de los espacios abiertos en el documento del Plan Director de la Expo. Tras aquello, año 87, tenía yo 24 o 25 años, decidí irme a estudiar a UCLA con el profesor que más admirábamos por entonces, – su libro de 1969, Man, Climate y Architecture, era una de las «biblias» que usábamos… era el ya mencionado Baruch Givoni. Yo antes había ido con una beca IAESTE a Israel/ Palestina a hablar con él…Givoni vino luego con una cierta frecuencia a la Expo para asesorar en varias cuestiones. Diría que las torres de enfriamiento evaporativo, las de la Avda de Europa, derivan muy directamente de sus ideas — según contaba de una cosa que se le ocurrió en la ducha y luego testeó más formalmente y formuló analíticamente…

En plan recuerdos de juventud, sería 1988, Jaime fue a MIT a dar una conferencia sobre los espacios abiertos de la Expo. Yo volé desde Los Ángeles. Jaime estaba durmiendo en el famoso edifico serpenteante de Aalto en el campus… en algún momento saludé a los famosos Olgyay. Jaime entonces era muy conocido internacionalmente, lo de la Expo era muy extraordinario y había mucho interés en un experimento de tal calibre, hasta entonces nunca se había hecho nada igual. Yo llegué al MIT con el pelo muy-muy corto y los pantalones vaqueros destrozados – era la moda punk entonces, como ahora ocurre otra vez. Pensaba que Jaime me iba a decir que diera con él la charla, ya que yo había sido el encargado de la cuestión bioclimática de los espacios abiertos en el plan director de la Expo. Pero creo que se asustó con mi aspecto – y lo que sí hizo fue que cuando llegó a Sevilla llamó a mi madre – se habían hecho amigas las familias – y le dijo que me había visto un poco raro. ¡Jaja! Por suerte mi familia estaba curada de espanto.

Un poco más tarde, a mediados de los 90, Jaime y otros colegas jóvenes, ganaron el concurso para la adaptación – bioclimática – del Pabellón de África de la Exposición Universal, que se convirtió en la Escuela de Ingenieros de Cartuja. Y algo después, en el nuevo plan de estudios de Arquitectura, el plan de 1998, Jaime, logró que fuéramos la primera Escuela de Arquitectura en España que tenía una asignatura, optativa, centrada en estas cuestiones, se llamó «Arquitectura y Medio Ambiente». Entre las actividades docentes del viejo «Seminario de Arquitectura Bioclimática» – después «Seminario de Arquitectura y Medio Ambiente» –, de aquella asignatura del Plan 98, e incluso de un máster que Jaime dio en la UNIA-La Rábida durante bastantes años, muchos de los arquitectos formados en estos campos en Andalucía, y seguramente en muchos otros lados, empezaron con nosotros. Los colaboradores del Seminario se fueron sucediendo durante todos aquellos añosy esa historia, con la del trabajo bioclimático de Jaime, habría que hacerla alguna vez. Diría que Sevilla – por lo menos – tiene una importante deuda con Jaime López de Asiaín. Y es algo que a uno le dejan perplejo que no se haya reconozca tan poco a Jaime. Es cierto que Jaime siempre fue bastante «chuleta», que durante años todos esto del medio ambiente y la arquitectura significaba ir muy a contracorriente de la corriente más oficial, y que nunca fue demasiado próximos a los grupos de poder político de aquellos años, como quizás lo fueron otros con mayor reconocimiento del status quo de entonces y de ahora. Si algo he aprendido durante esta vida es que tener la razón o tener buenas razones, por ser más modesto, es algo que por sí solo sirve más bien poco – e incluso que si uno insiste demasiado, puede hasta ser perjudicial. Lo que influye y determina lo que ocurre en el mundo son otras cosas – aún no se bien cuales son.

Volviendo a mi propia trayectoria: viendo el plan que había con lo del medio ambiente – muy poco interés social – y siguiendo mi afición por las cosas que empiezan, tras aquella década larga de bioclimatismo dejé la cuestión medioambiental en un segundo plano, y me centré durante la década siguiente en la emergencia del nuevo mundo digital. Y sólo más recientemente, estas dos cosas, que ahora desde la UE y el gobierno de España, se llaman transición verde y transición digital, efectivamente empezaron a converger.

Por fin algo sobre la New European Bauhaus: ¿cuáles eran las preguntas?

«Vaya batallita» diréis. Pero quizás la conclusión de la batallita — eso de que tener sólo buenas razones suele servir para poco — enlaza bien con lo que me sugiere el «newspeak» de la New European Bauhaus –; con esta perspectiva, relativamente personal pero creo que representativa de más gente, como decía de más de 30 años.

Posiblemente, desde el 98 (el año en que empezó), aunque con algunas interrupciones, vengo dando clases de aquella asignatura pionera que fundó López de Asiaín. Fue en cierto momento la asignatura optativa de la Universidad de Sevilla con más estudiantes matriculados, 6 o más grupos, 400 o 500 estudiantes, si no me equivoco… Al principio dábamos, al menos mis colegas más próximos y yo, una introducción a la «arquitectura bioclimática». En el 2010, con el nuevo-nuevo plan «boloñés», los redactores, seguro que tras un complejo proceso de debate con muchos participantes, nos redujeron aquella asignatura de tanto éxito, de seis a dos grupos – haciendo aparecer, eso sí, otras cuatro o cinco asignaturas sobre sostenibilidad y medio ambiente distribuidas entre todos los demás departamentos – en cierto modo parecía buena noticia. ¡El tema había pasado de ser algo semiclandestino y contracultural en la Escuela de Sevilla de los 80, a convertirse en una transversalidad! Oh my dog! También, por aquellos años, se inició un máster, el Máster de Ciudad y Arquitectura Sostenibles, promovido por otros grupos de la Escuela, que aún sigue, y que quizás con algún altibajo, – sobre todo con la crisis de 2008-12… de la que la universidad quizás aún no se haya podido recuperar –, ha tenido años de gran interés.

Pero, a lo que iba. Ya de una vez. En la nueva asignatura de «Arquitectura y Medio Ambiente», que este año he compartido con otros dos herederos – de diferentes maneras, de Jaime López de Asiaín, jubilado ya desde hace más de una década – mis colegas han enseñado bioclimatismo y bioconstrucción, e introducción a los procesos de simulación. Yo por mi parte he tratado sobre: 1/ la propuesta de Green New Deal de Rifkin (2008 & 2011) y de Pettifor (2007) y algo mencionamos de la New European Bauhaus; 2/ los debates sobre Antropoceno, Capitaloceno y Chthuluceno según Haraway; 3/ los debates sobre decrecimiento, según Latouche, entre otros; 4/ el modelo de la Doughnut Economy de Kate Raworth; 5/ las propuestas ecofeministas.

Lo que trato de decir con la enumeración de estos temas, no se si resulta evidente: muchos tenemos profundas dudas de que la cuestión de la transición verde sea un problema fundamentalmente técnico y financiero, – al cual la New European Bauhaus pueda dar un bonito barniz de arte y cultura; – como el Estilo Internacional – heredero de la Bauhaus – dio a la Modernidad y al capitalismo industrial-desarrollista de la posguerra.

Las preguntas que nos parecen importantes están sobre la mesa, como dice Isabelle Stengers, pero son la que raramente se plantean — no parecen plantearse en este proyecto europeo. Los problemas técnicos están en buena parte resueltos, y si no, están en vías de resolución. Diría que hace mucho, que sabemos qué habría que hacer en todas estas cuestiones técnicas – aunque por supuesta se haya avanzado y mucho desde los 80 – por ejemplo con los sistemas de producción de energías renovables, los materiales y sistemas constructivos, o las grandes aportaciones de la digitalización en múltiples ámbitos.

Pero las preguntas, a la vez más fáciles y más difíciles, siguen ahí… ¿No es el dominio del capitalismo sobre la sociedad, la política, la vida cotidiana… lo que ha dado lugar a la crisis ambiental, planetaria de la actualidad? ¿No sería necesario desacoplar las tecno-ciencias de las grandes empresas y el dominio del capital? ¿No tendríamos que tratar de poner la vida en el centro en lugar del beneficio? ¿No habría que tratar de inventar nuevos equilibrios entre gran capital global, sector público, economías y comunidades locales, bienes del común… naturaleza y otros seres vivos, incluso?

Hoy se pueden hacer ya edificios que producen energía en lugar de consumirla, – los ejemplos abundan –, seguro que también ciudades… las noticias en los medios sobre cuándo alcanzarán funcionamientos neutrales en carbono algunas de las ciudades más avanzadas en este ámbito se multiplican. Tenemos el doble de recursos de los que serían necesarios a escala global para que toda la población del planeta puediera vivir con más que suficiente dignidad, leíamos estos días – y sin entrar aquí en detalles, la afirmación no nos parecerá inverosímil.

El asunto clave son las preguntas y los problemas que queramos plantearnos. Y no se si estos son las que de partida quiere plantear la nueva Bauhaus. ¿Hubiera sido más inspirador pensar en una nueva William Morris and Company en lugar de en otra Bauhaus?

¿Qué podemos esperar?

¿Qué podemos esperar, entonces, como decía alguien ilustrado? Pues, no se… Yo espero que a pesar de todas las reticencias aquí expresadas, la Nueva Bauhaus pueda ser un espacio de experimentación que trate de formular preguntas que nos importen a todxs; espero que haya amigxs – o no amigxs –, con nuevas energías, que puedan trabajar allí, y que tengan oportunidades de profundizar en cosas que ya están haciendo y que me parece que van en buena dirección – por citar media docena rápidamente, más como ilustración del tipo de trabajos que me parecen relevantes que otra cosa: mi colega Pablo DeSoto con sus investigaciones sobre el Antropoceno, los Nomad Garden, el Atelier de Architecture Autogeree de París, SATT de Madrid, TPX y Gil Fournier con los MARES también en Madrid, Antonio Abellán y la Huerta Bizarra de Murcia, Ecosistema Urbano, Gianluca Stasi, Recetas Urbanas, Cotidiana Coop., Izaskun Chinchilla, José María Torres Nadal y sus colegas de Alicante-Murcia… Vicente Guallart y equipo de Barcelona… — Disculpadme lxs amigxs y colegas que no os haya puesto por aquí… Seguro que hacer una buena base de datos de «gurús», recursos, saberes, herramientas, prácticas… será muy buena cosa… Algo de eso ya dice el texto que enlazaba de la Nueva Bauhaus…

Toda esta gente colaborando con arquitectos más técnicos, con ingenierías, ecólogos… con científicos de muchos tipos… con organizaciones sociales, con financieros, con instituciones… Vale. Aquí lo dejo de momento.

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Dos posdatas/

También esperaría, o más bien desearía –, que las cosas éstas, seguro que muy «cool», de la New European Bauhaus – puedan estar en continuidad con las escuelas y otros espacios de formación existentes. No me parece que hagan falta tanto 5 o 10 nuevas escuelas en Europa, como transformar todo el tejido de formación y profesional, y el industrial…

Y también, que las herramientas concretas que pueda desarrollar la Bauhaus sean convivenciales y útiles – y que se pongan a disposición de la sociedad, profesionales y no profesionales. Llevamos demasiados años en que los conocimientos que tendrían que servir «para hacer el mundo mejor» cada vez funcionan más como un «capital intelectual o cultural o técnico» como les gusta decir a algunos… Y no se si eso es lo adecuado para una emergencia — ¿O es que no estamos en una emergencia y entonces todo da un poco igual? Eso no dejo de preguntármelo, la verdad, ante la actitud general de tranquilidad, cuando no de indiferencia…

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Leo hoy en Tuiter:

«Hay una edad en la que enseñamos lo que sabemos: pero después viene otra edad en la que enseñamos lo que no sabemos: esto se llama buscar. Quizás,  venga aún otra edad para otra experiencia: la de desaprender.» Roland Barthes — citado por @holdengraber 25/02/2021

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