El «General Intellect» de Marx explicado por Paul Mason, con algún comentario

Diagramas del proceso de producción según el Capital de Marx (izq) – e hipótesis según las matizaciones del General Intellect del Fragmento sobre las máquinas que aquí se comenta (dcha)

El «General Intellect» de Marx explicado por Paul Mason _ con algún comentario

Traducción del inglés y comentarios de José Pérez de Lama

Hace unos años se puso de moda hablar del General Intellect – bueno entre los post-operaístas o «negristas» como los llamaban algunos. Éste era un concepto propuesto por Marx en unas notas de trabajo – los célebres – de nuevo para algunos – Grundrisse – en las que hipotetizaba sobre la relevancia de las tecnologías y del conocimiento social en un capitalismo futuro que estuviera dominado por la automatización… La verdad es que nunca lo había comprendido del todo hasta leerme la explicación de Paul Mason. El texto original de Marx es bastante oscuro… Y las lecturas de estos últimos meses, sobre la idea de Mente según Bateson y sobre el Stack – la megamáquina-estructura de lo digital – según la describe Benjamin Bratton, pues me recordó el asunto, y volví a leerlo y aquí os lo pongo traducido. Está traducido, por supuesto, y me dice mi padre que la edición del libro en español/castellano está bien _ pero es que es una  de mis maneras de estudiar las cosas. Añado algunos comentarios sobre la interpretación de Mason al final (ver también el diagrama). Sigue la traducción del pasaje largo de Postcapitalism. A Guide to our Future de Paul Mason (2015; pp. 133-138) donde como digo hace en mi opinión una excelente introducción al asunto.

El General Intellect

Paul Mason, 2015

La escena es Kentish Town, Londres en febrero de 1858, en algún momento en torno a las 4 de la mañana. Marx es aún un hombre buscado por la policía en Alemania y desde hace diez años cada vez más es más pesimista respecto de la posibilidad de la revolución. Pero ahora ha sucedido un crash en Wall Street, los bancos están cayendo por toda Europa y él sigue luchando para acabar un libro sobre economía para el que se ha comprometido desde hace mucho tiempo. “Estoy trabajando como un poseso durante toda la noche”, confiesa, “para ver si puedo poner en claro al menos un esbozo antes de que caiga el diluvio”.

Marx cuenta con pocos recursos. Tiene una pase para la British Library que le da acceso a los últimos datos. Durante el día escribe artículos en inglés para el New York Tribune. Durante la noche viene rellenando 8 cuadernos con garabatos casi ilegibles en alemán: comentarios sueltos, pensamientos experimentales y notas para él mismo.

Los cuadernos, conocidos conjuntamente como los Grundrisse (que puede traducirse como las líneas maestras – Outlines) [1], fueron conservados por Engels, pero éste no llegó a leerlos. Se archivarían en la sede del partido socialdemócrata alemán hasta que la Unión Soviética los comprase en 1920. No serían leídos en la Europa occidental hasta el final de la década de 1960, y en inglés hasta 1973. Cuando finalmente se llega a ver lo que Marx estaba escribiendo aquella fría noche de 1858, los estudiosos admitirán que se trata de algo que desafía todas las interpretaciones de Marx hechas hasta entonces. Las notas escritas aquella noche se titulan el Fragmento sobre las máquinas (Fragment on Machines, en inglés). [2]

El Fragmento sobre las máquinas empieza con la observación de que con el desarrollo de la gran industria se cambia la relación entre trabajador y máquina. En la primera industria, estaba el hombre, una herramienta trabajada a mano y un producto. Ahora en lugar de la herramienta, el trabajador “inserta el proceso de la naturaleza, transformado en un proceso industrial, como un medio entre él y la naturaleza inorgánica, dominándola”. Da un paso a un lado del proceso de producción en lugar de ser su actor principal”.

Marx había imaginado una economía en la que el principal rol de las máquinas era el de producir, y el principal rol de la gente era supervisarlas. Tenía claro que una economía así la principal fuerza productiva sería la información. El poder productivo de máquinas como la selfactina hiladora de algodón [3], el telégrafo o la locomotora a vapor estaba “totalmente desproporcionado respecto del tiempo de trabajo empleado en su producción (de la máquina), sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología o de la aplicación de esta ciencia a la producción”.

La organización y el conocimiento, en otras palabras, hacían una contribución mayor al poder (capacidad) productivo que el trabajo de fabricar y hacer funcionar las máquinas.

Dado aquello en lo que se convertiría el Marxismo – una teoría de la explotación basada en el robo del tiempo de trabajo – esta es una afirmación revolucionaria. Sugiere que – una vez que el conocimiento se convierte en fuerza productiva por su propio derecho, superando ampliamente el trabajo concreto empleado en crear una máquina – la gran cuestión se convierte no en la de los salarios frente al beneficio sino la de quién controla el “poder del conocimiento”.

Marx lanza así una bomba. En una economía en la que las máquinas hacen la mayor parte del trabajo, en la que el trabajo humano consiste sobre todo en la supervisión, la reparación y el diseño de las máquinas, la naturaleza del conocimiento dentro de las máquinas, escribe, tiene que ser “social”.

Usemos un ejemplo contemporáneo. Si hoy una desarrolladora de software usa un lenguaje de programación para escribir el código que conecta una página web a una base de datos, la desarrolladora estaría trabajando claramente con conocimiento social. No estoy hablando aquí específicamente sobre programación Open Source, simplemente de un proyecto normal de software comercial. Cada capa del proceso ha sido creada compartiendo información, agrupándola, ajustando el código y las interfaces.

Obviamente, la propia programadora no es la propietaria del código en el que está trabajando. Pero igualmente la empresa que la emplea tampoco puede ser propietaria más que de una fracción de éste. Puede legalmente patentar cada fragmento de código que produzca la programadora. La puede incluso forzar a firmar un acuerdo de que lo que escriba en sus ratos libres pertenezca a la empresa – pero el código aún contendrá miles de líneas de código escrita por otra gente que no pueden ser patentadas. [4]

Además, el conocimiento que se necesitó para producir el código aún está en el cerebro de la programadora. Podrá, si las condiciones del mercado lo permiten, cambiarse a un lugar de trabajo diferente y desarrollar la misma solución, si fuera requerida. Con la información, parte del producto permanece con la trabajadora de una manera en que no sucedía en la era industrial.

Ocurre lo mismo para la herramienta que está usando: el lenguaje de programación. Ha sido desarrollado por decenas de miles de personas que han contribuido con su conocimiento y experiencia. Si se descarga la última actualización, sin duda contendrá cambios basados en lo aprendido por todos los demás que lo están usando.

Y más aún, los datos de los consumidores – los registros dejados por cada interacción con el sitio web – también pueden ser propiedad de la empresa. Y sin embargo han sido socialmente producidos: Yo te envío un enlace, tú lo cliqueas, o lo retuiteas a 10.000 seguidores.

Marx no podría haber imaginado un servidor web. Aunque sin embargo pudo observar el sistema de telégrafos. Hacia 1858 el telégrafo, instalado en paralelo a las vías de ferrocarril por todo el mundo y terminando en todas las estaciones y sedes de empresas, era el sistema infraestructural más importante del mundo. Tan solo Gran Bretaña tenía una red con 1.178 nodos fuera de Londres así como varios centenares más conectando la City, el Parlamento y los muelles de Londres.

Los operadores telegráficos estaban altamente cualificados pero, como ocurre con los programadores de software, el conocimiento necesario para operar un teclado telegráfico era insignificante en comparación con el conocimiento materializado en la vasta máquina internacional que estaban realmente supervisando.

La memorias de los operadores telegráficos nos muestran claramente el carácter social de la tecnología. La regla número uno era que el límite de la velocidad a la que podías enviar la información era la velocidad a la que la persona en el otro extremo era capaz de recibirla. Pero en el complejo sistema telegráfico, en el que emisores y receptores en habitaciones repletas tenían que negociar el uso de la capacidad de líneas atestadas con operadores en lugares remotos, “manejar los egos era una parte tan importante del trabajo de un operador como el uso del teclado telegráfico. Los operadores considerados y dispuestos a ayudarse unos a otros hacían el trabajo más fácil; aquellos mandones, arrogantes u orgullosos hacían el trabajo muy difícil”. Su trabajo era social, el conocimiento materializado (embodied) en la máquina era social.

En el Fragmento sobre las máquinas estas dos ideas – que la fuerza motriz de la producción es el conocimiento y que el conocimiento almacenado en las máquinas es social – llevó a Marx a las siguientes conclusiones.

Primero, en un capitalismo fuertemente mecanizado, aumentar la productividad a través de un mejor conocimiento es una fuente de beneficio mucho más atractiva que extender la jornada de trabajo o acelerar el ritmo de trabajo: los días más largos consumen más energía, el aumento del ritmo de trabajo en última instancia se encuentra con los límites de la destreza y la resistencia humanas. Pero una solución tecnológica es barata y carece de límites.

Segundo, Marx argumentaba, el capitalismo basado en el conocimiento no pude sostener un mecanismo de precios en el que el valor de algo esté determinado por el valor de los inputs necesarios para su producción. Es imposible valorar adecuadamente los inputs cuando viene en la forma de conocimiento social. La producción impulsada por el conocimiento (knowledge-driven production) tiende a la creación ilimitada de riqueza, independientemente del trabajo gastado, Pero el sistema capitalista normal se basa en precios determinados por el coste de los inputs y asume que la oferta de todos los inputs es limitada.

Para Marx el capitalismo basado en el conocimiento crea una contradicción – entre las “fuerzas de producción” y las “relaciones sociales”. Estas constituyen “las condiciones materiales para hacer estallar el fundamento del capitalismo”.[5] Más aún, el capitalismo de este tipo se ve forzado a desarrollar el poder intelectual del trabajador. Tenderá a reducir las horas de trabajo (o a reducir su extensión), dejando tiempo a los trabajadores para desarrollar sus talentos artísticos y científicos fuera del trabajo, algo que se convierte en esencial para el propio modelo económico. Finalmente Marx propone un nuevo concepto que no aparece en ningún otro lugar – antes o después – en toda su obra, el general intellect. Cuando medimos el desarrollo de la tecnología, escribe, estamos midiendo el grado en que “el conocimiento social general se ha convertido en una fuerza de producción… bajo el control del general intellect”.

Las ideas esbozadas en el Fragmento fueron reconocidas en la década de 1960 como una completa partida respecto del marxismo clásico. En el siglo 20 la izquierda había visto la planificación estatal como la ruta de salida del capitalismo. Había asumido que las contradicciones internas del capitalismo residían en la naturaleza caótica del mercado, su incapacidad de satisfacer las necesidades humanas y su propensión a las crisis catastróficas.

En el Fragmento de 1858, sin embargo, nos vemos confrontados a un modelo diferente de transición: una vía de salida basada en el conocimiento, en la que la principal contradicción es entre la tecnología y el mecanismo de mercado. En este modelo, garabateado en papel en 1858 pero desconocido por la izquierda durante más de 100 años, el capitalismo colapsa porque no puede existir a la par que el conocimiento compartido. La lucha de clases se convierte en la lucha por ser humano y educado durante nuestro tiempo libre.

Fue el izquierdista italiano Antonio Negri quien describió el Fragmento sobre las máquinas como Marx más allá de Marx. Paolo Virno, uno de sus colegas, señaló que estas ideas “no están presentes en ninguno de sus otros escritos y que de hecho parecen alternativas a la fórmula habitual”.

La pregunta que queda es, ¿por qué Marx no profundizó en esta idea? ¿Por qué desaparece el general intellect como concepto excepto en esta página inédita? ¿Por qué este modelo de la disolución del mecanismo de mercado por parte del conocimiento social se pierde en la escritura del Capital?

La respuesta obvia – más allá de todas las discusiones textuales – es que el propio capitalismo en aquel tiempo no corroboraba la proposición. Una vez pasado el pánico de 1858, volvió la estabilidad. La socialización del conocimiento inherente al telégrafo y la locomotora de vapor no eran suficientes para hacer estallar los fundamentos del capitalismo.

En la siguiente década, Marx construyó una teoría del capitalismo en la que la emergencia del general intellect no hace estallar los mecanismos de cambio y en la que no se hace ninguna mención al conocimiento como fuente independiente de beneficio. En otras palabras, Marx abandonó las ideas específicas que había esbozado en el Fragmento sobre las máquinas.

La emergencia del marxismo del siglo 20 como una doctrina del socialismo de estado y de la transición impulsada por la crisis no fue un accidente; estaba basada en el Marx del Capital.

Aquí, sin embargo, no me ocupa la historia del Marxismo sino la pregunta de si hay una vía hacia el poscapitalismo basada en la emergencia de la tecnología de la información. Resulta claro del estudio del Fragmento que Marx al menos imaginó algo así.

Imaginó que la información producida socialmente se materializaría en las máquinas. Imaginó esto produciendo una nueva dinámica, que destruiría los viejos mecanismos para la creación de precios y beneficios. Imaginó al capitalismo siendo obligado a desarrollar las capacidades intelectuales de los trabajadores. E imagino la información viniendo a ser almacenada (acumulada?) y compartida en algo que llamó general intellect – que era la mente de todo el mundo sobre la Tierra conectada por el conocimiento social, en la que toda mejora beneficia a todos. En resumen, imaginó algo parecido al info-capitalismo en el que vivimos.

Más aún, imaginó cual sería el principal objetivo de la clase trabajadora si este mundo llegara a existir: liberarse del trabajo. El socialista utópico Charles Fourier había predicho que el trabajo se convertiría en algo parecido al juego. Marx no estaba de acuerdo. En su lugar, escribió que la liberación vendría a través del tiempo de ocio: “El tiempo libre ha transformado naturalmente a sus poseedores en sujetos diferentes, que  entran entonces en el proceso directo de producción como esos sujetos diferentes… en cuyas cabezas está el conocimiento social acumulado”.

Esta es posiblemente la idea más revolucionaria de Marx: la reducción del trabajo a un mínimo podría producir un tipo de ser humano capaz de aplicar la totalidad del conocimiento social acumulado; una persona transformada por vastas cantidades de conocimiento producido socialmente y que por primera vez en la Historia hubiera más tiempo libre que tiempo de trabajo. El trabajador imaginado en el Fragmento no está tan lejos de la persona educada universal vislumbrada por Peter Drucker. [6]

Pienso que Marx abandonó este experimento mental porque tenía escasa relevancia para la sociedad en que vivió. Pero tiene una enorme relevancia para la nuestra.

#notas a a la traducción

[1] Grundrisse, en alemán, significa literalmente trazado o (más modernamente) planta de un edificio, aunque el significado se extiende en el ámbito del pensamiento a algo equivalente a plan, fundamentos, bases. Grund es suelo a la vez que base, razón o motivo; y -riss(e) se usa como trazo, siendo el dibujo de alzado en Arquitectura, por ejemplo, Aufriss, y la planta, Grundriss. Layout en inglés, tiene una connotación diferente a la de planta en castellano, creo que más próxima a la alemana, que sería más bien la de organización-distribución-composición sobre el plano horizontal… Los Grundrisse en inglés están subtitulados efectivamente Foundations of the Critique of Political Economy (Rough Draft), y las ediciones más antiguas en español, en SigloXXI, por ejemplo, no incluían el término Grundrise y se titulaban directamente Elementos fundamentales para una crítica de la economía política (borrador).

[2] En la edición de los Grundrisse – al menos en la que yo tengo en inglés (1993, Penguin Classics, Londres) -, lo que se describe como el Fragmento no aparece como tal sino que son una serie de secciones sucesivas [pp. 690-706] que comienzan con una de título El proceso de trabajo. – Capital fijo, medios de producción. Máquina. – Capital fijo. Trasposición de los poderes del trabajo en poderes del capital en el capital fijo y circulante. En qué medida el capital (máquinas) crea valor. – Lauderdale. La máquina presupone una masa de trabajadores. El ahora célebre pasaje en que Marx usa la expresión general intellect, – que como curiosidad aparece en minúsculas en la edición en inglés -, es al final del llamado Fragmento, en la página 706 de la edición que menciono, donde dice: «La naturaleza no construye ninguna máquina, locomotora, ferrocarril, telégrafo eléctrico, selfactina… Éstos son productos de la industria humana; material natural transformado en órganos de la voluntad humana sobre la Naturaleza o de la acción humana en la Naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana, conocimiento objetivado (hecho objetos). El desarrollo del capital fijo nos muestra hasta que grado el conocimiento social general, knowledge (sic en el original), se ha convertido en fuerza de producción directa y cómo por lo tanto las condiciones del proceso de la vida han venido a estar ellas mismas bajo el control del general Intellect y han sido transformadas a su medida. Hasta que grado son producidas las fuerzas de producción social, no solo en la forma del conocimiento, sino como órganos directos de la praxis social; del proceso real de la vida.» [p. 706; traducción del editor de estas notas, usando el original en alemán]. Como curiosidad para los aficionados el texto original en alemán – un poco más largo, donde parece que Marx emplea la misma expresión general Intellect: “Die Natur baut keine Maschinen, keine Lokomotiven, Eisenbahnen, electric telegraphs, selfacting mules etc. Sie sind Produkte der menschlichen Industrie; natürliches Material, verwandelt in Organe des menschlichen Willens über die Natur oder seiner Betätigung in der Natur. Sie sind von der menschlichen Hand geschaffne Organe des menschlichen Hirns; vergegenständlichte Wissenskraft. Die Entwicklung des capital fixe zeigt an, bis zu welchem Grade das allgemeine gesellschaftliche Wissen, knowledge, zur unmittelbaren Produktivkraft geworden ist und daher die Bedingungen des gesellschaftlichen Lebensprozesses selbst unter die Kontrolle des general Intellect gekommen und ihm gemäß umgeschaffen sind. Bis zu welchem Grade die gesellschaftlichen Produktivkräfte produziert sind, nicht nur in der Form des Wissens, sondern als unmittelbare Organe der gesellschaftlichen Praxis; des realen Lebensprozesses.” [https://de.wikipedia.org/wiki/General_intellect]

[3] “Self-acting machine” se tradujo en la época al castellano, divertidamente, como “selfactina”.

[4] Este párrafo no se si es del todo correcto es su redacción original, aunque sí que estimo que comunica el sentido de lo que argumenta Mason.

[5] En el original en que parece complacerse Mason y cuyo espíritu me parece que me cuesta mantener en la traducción: «These form ‘the material conditions to blow [capitalism’s] foundation sky-high’.»

[6] Peter Drucker, considerado el fundador de la teoría moderna del management, inventó el concepto del «knowledge worker». Puede verse: https://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Drucker

#comentarios

El texto de Paul Mason se explica bastante bien por sí mismo. Aún así hago un par de comentarios. Un lector ha hecho un comentario muy agudo… (¡gracias!). Considerad estos míos como preguntas o dudas más que como afirmaciones… A ver si podemos ir consultando a alguien más experto…

(1) El primero, señalado por Mason, pero que no deja de sorprenderme. Para los aficionados a Marx – ya se que los lectores son una ínfima minoría – y ya lo decía Engels en su entierro si mal no recuerdo, su principal contribución fue la teoría de la plusvalía – estrechamente relacionada con su versión de la teoría del valor-trabajo. De atrás para alante: todo el valor creado en el proceso de producción lo es por parte del trabajo. Por eso llama trabajo vivo a la fuerza de trabajo – frente al trabajo muerto almacenado en máquinas o equipos o materias primas -, o capital variable, porque es el que aumentan su valor en el proceso, frente al capital fijo (trabajo muerto) cuyo valor es trasladado al producto final sin modificación por el trabajo vivo.

Lo que Mason – y parece ser que Negri y demás – interpretan de los párrafos del Fragmento es que las tecnologías suficientemente avanzadas (procesos automatizados como los asociados a los algoritmos podíamos imaginar) también crean valor en el proceso de trabajo, reduciendo o incluso minimizando la contribución del trabajo, de las fuerzas de trabajo humanas en el proceso. Es algo cataclismático, podríamos decir. Hmmm… (Ver el diagrama al principio del post comparando el proceso de producción clásico propuesto en El Capital con el que se derivaría de las notas del Fragmento).

En revisión, ver comentarios al post al final:

(2) Mason, – y según explica Virno – parecen decir que tras anotar estas ideas en los Grundrisse, la había eliminado del Capital, su obra principal en el campo de la economía política. Por un lado y con mi modesto conocimiento de la obra diría que es cierto. Por otro diría que leyendo con atención los capítulos dedicados a la «plusvalía relativa» – en los que trata entre otras cosas sobre cooperación, máquinas, gran-industria… – el asunto sí que se podría considerar presente aunque de forma poco evidente. La plusvalía relativa explica entre otras cosas como los capitalistas tratan de aumentar su beneficio (plusvalía) a través de la incorporación de nuevas formas de organización y de la innovación tecnológica que aumenten la productividad. Si los cambios tecnológicos según Marx eran capaces de aumentar la productividad (esto es, reducir los costes de producción para hacer un producto igual o mejor) se deduce que las tecnologías (entendidas posiblemente en un sentido amplio) de alguna manera también crean valor.

Volviendo a la definición de valor de Marx – del valor-trabajo – se ve que efectivamente está también ahí: «El tiempo de trabajo social necesario, en un lugar y un estado de desarrollo tecno-científico determinados -, para producir una determinada mercancía.» Aquí el estado de desarrollo técnico-científico sería el factor que incorpora la cuestión tecnológica y ¿su participación en la creación de valor?

Ps a raíz del comentario/ Quizás la diferencia tendría que ver con la visión relativamente estática que propone la abstracción del primer volumen del Capital de Marx – para la que la fuerza de trabajo es la única que crea valor -, y el contraste con una visión más dinámica – un mundo como el actual, que podría describirse como un mundo del dominio de la plusvalía relativa (según el sistema de Marx) -, en el que el estado de equilibrio, que permite  que precio y valor se aproximen, es más excepción que regla. La carrera de la innovación exponencial… Me pierdo ya por aquí, pero igual la teoría marginalista es mejor en esta situación para explicar el precio de la mercancía, aunque quizás no su «valor»…

Aunque creo que hay algo más: La idea de que ciertas máquinas automáticas son capaces de producir más valor del que se ha gastado (horas de trabajo) en producirlas. El software libre podría ser el caso… Un desarrollador cobra sus horas de trabajo y el software se emplea en llevar a cabo la tarea para la que se ha desarrollado; pero además puede ser usado en otras tareas similares sin límite y sin que se «desgaste»…

(3) Lo que parece atraer a Mason y a los post-operaístas – y a mí – de todo estos es precisamente lo que Marx llama el  General Intellect, que sería el reconocimiento de este estado de desarrolllo tecno-científico como un conocimiento social general, del conjunto de la sociedad. Tendría que ver con lo que se vienen llamando ecosistemas tecno-sociales: formación general de la sociedad, prácticas sociales establecidas, maneras de aplicar el conocimiento, etc.

La conclusión que propone Mason – y que entiendo que también planteaba los postoperaístas es que la lucha por el control de este General Intellect, por el control del conocimiento tecno-cienifico y su orientación – se hace un tema centra de nuestro tiempo. Negri y Hardt lo llamaban en Imperio el devenir maquínico de la multitud; mi propia versión a partir de aquello y de Haraway era el del los devenires cíborg de la multitud.

(4) Esto último es lo que me ha recordado otras cosas con las que vengo trabajando últimamente como son la idea de Mente y de ecología mental en Bateson y Guattari, que tendría que ver con la interacción entre conocimiento/maneras de pensar colectivos-sociales y construcción/transformación de nuestros entornos (territorio, ciudades, espacios de trabajo, vida cotidiana…) y más recientemente, lo que ando leyendo estos días, del Stack de Benjamin Bratton, una forma de interpretar la actual sociedad de las redes digitales como una megaestructura o megamáquina emergente en la que se componen el conocimiento objetivado en infraestructuras y algoritmos con la propia Tierra y sus habitantes, todos los cuales evolucionan transformándose y produciendo mundos en el marco de sus interacciones. Trataré de hacer una reseña de esta última referencia en breve.

Aquí lo dejo. Vale.

#referencias

Paul Mason, 2015, Postcapitalism. A Guide to the Future. Penguin. Random House, Londres [pp.133-138]

Karl Marx, 1993 (1857-58) Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy (Rough Draft), Penguin Classics, Londres

Otras:

Gregory Bateson (traducción de J. Pérez de Lama), 1970, Form, Substance, Difference, en G. Bateson, 2000, Steps to an Ecology of MInd, Chicago University Press, Chicago | en este blog

Benjamin Bratton, 2015, The Stack. On Software and Sovereignty, The MIT Press, Cambridge

Michael Hardt, Antonio Negri, 2000, Empire, Harvard University Press, Cambridge

Félix Guattari, 2000 [1989], Las tres ecologías, Pretextos, Valencia

José Pérez de Lama, 2006, Devenires cíborg. Arquitectura, urbanismo y redes de comunicación, Secretariado de Publicaciones Universidad de Sevilla, Sevilla

10 comentarios en “El «General Intellect» de Marx explicado por Paul Mason, con algún comentario

  1. Gracias por otro fantástico artículo, y por ofrecer una perspectiva distinta de Marx, profesor.

    Solamente un apunte que no acabo de entender bien y es cuando Ud., menciona lo siguiente:

    “Si los cambios tecnológicos según Marx eran capaces de aumentar la productividad (esto es, reducir los costes de producción para hacer un producto igual o mejor) se deduce que las tecnologías (entendidas posiblemente en un sentido amplio) de alguna manera crean necesariamente valor.”

    Desde un punto de vista marxiano, el valor del capital constante se transmite al bien producido en forma de desgaste, uso y/o amortización.

    Cuando se produce una mejora de la productividad como consecuencia de un cambio tecnológico (o un abaratamiento del capital constante), ocurre que se pude producir un mayor número de unidades con el capital constante nuevo que con el anterior, lo que se traduce en una merma en el “valor” aportado/trasladado por este capital constante, a cada unidad producida.

    Entiendo que valor y coste son dos conceptos distintos y que atendiendo a la definición de plusvalía, no puede existir la generación de valor (real) por parte del capital constante.

    De hecho, este es el problema primigenio al que llevan dándole vueltas los economistas y que nos lleva a la insalvable y más famosa ley de Marx; la tendencia decreciente de la tasa de beneficio. Ya que cuando se introducen nuevas tecnologías en el proceso de producción para aumentar su eficacia, por norma general, los activos reemplazan a la fuerza laboral, lo que provoca un aumento de la composición orgánica del capital y en respuesta a esto, una bajada de la tasa de beneficio.

    En resumidas cuentas, creo que una mejora tecnológica, desde el punto de vista marxiano, no crea valor, al contrario, lo que hace es eliminar valor, al ser sustituido el capital variable (lo único que crea valor, el capital constante sólo cede/traspasa su valor pero no lo crea), por capital constante (o al menos, por no haber aumentado la tasa de plusvalía al mimo nivel que el incremento del capital constante).

    Aunque sí es cierto que el abaratamiento (o la mejora tecnológica) de los elementos del capital constante, pueden funcionar en el corto plazo como una contratendencia a la tendencia principal de la ley en un mercado concreto. Supongo que a esto último es lo que se refería.

    Gracias otra vez por ofrecernos muchas lecturas y bibliografías interesantes a las que acercarnos desde esta siempre interesante ventana.

    Un cordial saludo.

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    1. Gracias por el comentario y la crítica. Corrijo un poco lo escrito… para plantearlo más como pregunta que como afirmación. –

      Tu comentario sobre el modelo clásico me parece impecable.

      Pero eso que no encaja para nada en el modelo clásico es efectivamente lo que parece sugerir Marx en estas notas de 1858, aunque luego lo abandone – o eso por lo menos es lo que interpretan algunos como Negri y trata de explicar Mason: que en ciertas condiciones «las máquinas avanzadas» se convierten en fuerzas de producción «directas» – y no sólo medios…

      Por eso lo llamaba «cataclismático» – igual medio-inventé una palabra por no decir catastrófico.

      Según esto, el proceso de producción no sólo trasladaría el valor del capital fijo al nuevo producto (amortización…) sin añadir nada al valor del producto final (de ahí el adjetivo «fijo»), sino que este capital «tecnológico», que por tanto ya no sería «fijo», también contribuiría a la producción de valor… ¿Tipo los algoritmos..? Para mí es una pregunta más que una afirmación… Empecé a leer el original de Marx, pero me cuesta entenderlo, la verdad…

      Buenos reviso todo de nuevo… 🙂 _ mis comentarios finales

      Seguimos, gracias; saludos!!

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    2. He añadido lo siguiente en el texto en relación con tu comentario _ gracias de nuevo. Preguntas más que respuesta:

      Ps/ Quizás la diferencia tendría que ver con la visión relativamente estática que propone la abstracción del primer volumen del Capital de Marx – para la que la fuerza de trabajo es la única que crea valor -, y el contraste con una visión más dinámica – un mundo como el actual, qun mundo como el actual, que podría describirse como un mundo del dominio de la plusvalía relativa (según el sistema de Marx) -, en el que el estado de equilibrio, que permite que precio y valor se aproximen, es más excepción que regla. La carrera de la innovación exponencial… Me pierdo ya por aquí, pero igual la teoría marginalista es mejor en esta situación para explicar el precio de la mercancía, aunque quizás no su «valor»…

      Aunque creo que hay algo más: La idea de que ciertas máquinas automáticas son capaces de producir más valor del que se ha gastado (horas de trabajo) en producirlas. El software libre podría ser el caso… Un desarrollador cobra sus horas de trabajo y el software se emplea en llevar a cabo la tarea para la que se ha desarrollado; pero además puede ser usado en otras tareas similares sin límite y sin que se «desgaste»…

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      1. Creo que ahora sí lo entiendo.

        Trabajo (energía) que puede ser vuelto a utilizar con un coste marginal cero.

        Una nueva sustancia a medio camino entre el capital constante y el capital variable.

        Una idea muy interesante.

        Gracias por los comentarios, profesor.

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      2. Buena, explicación… He preguntado a algunos compañeros que han estudiado mucho mejor que yo a Marx, Negri y demás _ a ver cuál es su interpretación. Cuando tenga noticias vuelvo a comentar. Salud y gracias a usted!

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