Transferencia social e investigación en las universidades

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Rosa Parks en autobús, evocando su acto de desobediencia civil de 1955; fuente: http://www.greatblackheroes.com/civil-rights/rosa-parks

Por José Pérez de Lama

Escribía Félix Guattari en Las tres ecologías:

Así, hacia donde quiera que uno mire encuentra esa misma paradoja dolorosa: por un lado, el desarrollo continuo de medios tecno-científicos, potencialmente capaces de resolver los problemas ecológicos y sociales dominantes sobre la superficie del planeta y, por otro, la incapacidad de las fuerzas sociales organizadas y de las formaciones subjetivas constituidas de ampararse de esos medios para hacerlos operativos. (Guattari, 2000: 14)

Escribiendo a mediados de la década de 1980, Guattari nos recordaba que nuestro desarrollo tecno-científico era ya entonces suficiente para resolver los principales problemas del planeta y sus habitantes, que describía con una doble cara, ecológica y social, – pero que, sin embargo, de lo que carecemos es de la organización social y de la constitución subjetiva – valores, pensamiento, decisión común… – para hacer efectivos estos potenciales. Uno de los corolarios a esta cita que suelo mencionar tiene que ver con la investigación: sus objetivos deberían centrarse, al menos en igual medida que en los aspectos estrictamente tecnocientíficos, en sus implementaciones sociales y en la construcción de otras subjetividades, – de otros imaginarios tecnológicos.

Producción de conocimiento más allá de las universidades

Más adelante Guattari nos explica como buena parte de los avances de nuestra civilización fueron liderados, no por la supuesta vanguardia del conocimiento, los científicos o la academia, sino por los movimientos sociales: los derechos civiles, y en particular los de las minorías – como en el caso de Rosa Parks, en la foto al inicio del post -, los derechos de las mujeres, la preocupación por la ecología…

Más recientemente, numerosos autores como por ejemplo Marina Garcés, – cuyo trabajo comentaba recientemente en este blog -, señalan cómo las universidades, – la inercia de las grandes instituciones, la burocracia… -, cada vez tienen menor capacidad de tratar las cuestiones que realmente preocupan a la sociedad, o de enseñar y promover gran parte de las cosas que afectan de verdad a la gente – que en su lugar recurren a Internet, la autoformación o la investigación-acción militante – podíamos hablar del mundo del dinero y la finanzas, la creación de nuevos espacios sociales, la defensa contra la gentrificación de los barrios, la cuestión de la vivienda o el cambio de modelo energético, por señalar sólo unas pocas a vuelapluma. En todos estos campos, la academia suele ir por detrás, en el mejor de los casos, estudiando a posteriori lo que ha ocurrido, dándole un cierto barniz teórico, o sistematizando lo que se ha producido fuera de ella… El caso del software y el hardware libre, la cultura maker o los usos de las tecnologías de comunicación por parte del del 15M serían tres buenos ejemplos de esto.

El caso de la transferencia social

El pasado curso recibí a una investigadora brasileña, Natacha Rena, que me explicaba como en Brasil, desde los gobiernos de Lula, la «extensión» se convirtió en una más de las funciones de la universidad, como lo son la docencia y la investigación por nuestros lares. La idea de la extensión allí – algo diferente que en nuestras universidades – es la de devolución a la sociedad por parte de estudiantes y académicos de lo que reciben por participar de los beneficios de la educación pública. Se trataría por tanto de una transferencia de conocimientos o de trabajo intelectual de las universidades a la sociedad en general, y no a las empresas como se entiende por aquí. Una transferencia que no se concibe en la forma de patentes o colaboraciones con empresas, sino con un carácter propiamente «social»,  como colaboración con instituciones, organizaciones y movimientos sociales. La profesora Rena matizaba, además, que en muchos casos, esta idea se plantea, no tanto como la donación de conocimiento de los que lo tienen, los académicos, a los que no lo tienen, sino como la generación de procesos de co-producción de conocimientos, prácticas, formas de hacer, etc. que tratan de componer diferentes conocimientos de unos y otros.

Estas prácticas, por tanto, se sitúan, no en un marco asistencial más bien al margen de la actividad académica -, sino que como actividades que, en cuanto co-producción de conocimiento relevante para la sociedad, se consideran equivalentes en su importancia a la investigación en su sentido actual más convencional. En este mismo sentido, me viene a la mente la discusión de Marta Malo de la supuesta objetividad del concepto de I+D+i, que se concibe como la única forma reconocida de producción de conocimiento «científico».  Frente a este modelo, existe toda una tradición, bastante marginada, que podría describirse con otras siglas paralelas, IAP, y también por el término aún más implicado de investigación militante.

En Brasil existe un Plan Nacional de Extensión, y las actividades desarrolladas en estos ámbitos se consideran tan valiosas en las carreras académicas como las que se valoran hoy en nuestras universidades: los proyectos competitivos en convocatorias científicas competitivas y las publicaciones en revista indexadas. Resulta fácil ver como con esta otra forma de valorar el trabajo universitario se multiplicarían los perfiles del profesorado y de los investigadores y se enriquecería las conexiones entre universidad y sociedad.

La ocasión del VI Plan Propio de Investigación y Transferencia de la US

Desde hace unos meses se viene anunciado el VI Plan Propio de Investigación de la Universidad de Sevilla que entraría en vigor en 2017, siendo previsible que esté dotado con más 7 millones de euros anuales, que podrían alcanzar los 30 millones al cabo de los 4 años de su duración. Entre la novedades que se anuncian está la de que incluirá una serie de acciones para la transferencia de conocimiento. Sería una buena ocasión para incorporar a este plan un capítulo de acciones de «transferencia social».  No me cabe duda de que no será difícil establecer baremos para este nuevo capítulo tan objetivos como los que actualmente se aplican para otros ámbitos. Se podría dedicar una cantidad simbólica de un 0.7% al nuevo capítulo y así explorar nuevas formas de implicación entre universidades y sociedad, siempre necesarias y deseables.

#referencias

Marina Garcés, 2013, Un mundo común, Bellaterra, Barcelona

Félix Guattari, 2000, Las tres ecologías, Pretextos, Valencia

Marta Malo, 2004, Prólogo, en: Revista Derive Approdi et al, 2004, Nociones comunes. Experiencias y ensayos entre investigación y militancia, Traficantes de Sueños, Madrid; pp. 13-40 | disponible en: https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Nociones%20comunes-TdS.pdf

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3 comentarios en “Transferencia social e investigación en las universidades

  1. Fantástico como siempre, profesor Pérez de Lama. Atinando en las claves de la cuestión analizada. Me produce paradoja que dices cosas muy similares a las de las posiciones más liberales y que recientemente leí a Xala-i-Martí respecto a los procesos generadores de conocimiento.
    De mucho interés también analizar el efecto que pueda tener los índices que empleamos para medir las cosas…sobre los de impacto de los artículos científicos o sobre el PIB…

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    1. Muchas gracias por el comentario, profesor Patiño! 🙂
      Con lo del parecido a los argumentos neoliberales, supongo que te refieres a la crítica de las universidades, y sus dificultades para actualizarse… Puede ser, claro – la diferencia, quiero pensar, que tendría que ver con las soluciones que se pueden plantear – transformarlas, modernizarlas, darles más recursos – o sustituirlas por centros privados o cosas similares… Seguimos… Saludos _ jpl

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  2. Interesantísimo el tema elegido, pensado, reflexionado y debatido ampliamente… creo que el cambio necesario comenzaría con la revisión de la misión de la Universidad en la sociedad y esto nos llevaría a esa transferencia de la que nos hablaba la profesora Rena… a esa construcción del conocimiento y su donación a la sociedad.

    Como señalaba el profesor Pérez de Lama es el momento de que la US introduzca el concepto de transferencia social en el Plan Propio de Investigación.

    Gracias Jose.
    Saludos,
    Teresa Duarte.

    Le gusta a 1 persona

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