En este post comento un pasaje del mediático libro de Piketty, El Capital del Siglo XXI, que vengo leyendo desde hace algunas semanas. De este modo, adopto la práctica, que desarrolla magistralmente el profesor Pérez de Lama, de reseñar partes concretas de alguna obra relacionada con la temática que aborda este blog. Como puede apreciar el lector sigo reflexionando sobre el suicidio, aunque desde una perspectiva totalmente diferente.
Imagen: Andy Warhol. 6 Dollar Signs. 1982
Fuente: http://www.artslant.com/la/articles/bloglist/230368-trixie-pitts
David Patiño Rodríguez
Una de las cosas que más llama la atención en la obra de Piketty es el cálculo de la evolución reciente que ha tenido la ratio valor de la riqueza/renta en los países europeos. La impresionante serie mostrada en el libro se prolonga hasta el siglo XVIII, en los casos de Francia y Reino Unido aunque es más reducida para el resto de países como por ejemplo, Alemania, para la que “únicamente” presenta datos hasta 1870. Dejando al margen algunas particularidades, principalmente de Italia y España que serán objeto de alguna otra reflexión en este blog en otro momento, nos centraremos en la explicación, dada por Piketty, a la peculiar evolución de la ratio en estos tres países que, según el autor, muestran un modelo que se siguió en toda Europa.
La evolución de la ratio se muestra en una serie de figuras similares para cada uno de los países y que tienen la forma de una U gigantesca. El principal hecho relacionado con esta evolución es la enorme destrucción de capital que se produjo en el período que va de 1913 a la década de los años 50 del siglo XX. La intensidad del proceso fue tal que Piketty lo etiqueta como el suicidio de Europa o la eutanasia de los capitalistas europeos. Según los cálculos el capital alcanza su máximo valor en los albores de la primera guerra mundial cuando significó entre 6,5 y 7 veces la renta nacional, siempre valorando las cifras a precios de cada año. La riqueza es objeto de una espectacular caída que la sitúa en 2 años y medio de PIB en 1950. El período es considerado por Piketty como bastante malo para los europeos en general y para los adinerados en particular. A partir de ese momento se produjo un fuerte crecimiento que llevó a alcanzar los niveles de 1913 en el siglo XXI. Piketty enumera las razones por las que se produjo esa evolución, así como muchas de sus consecuencias.
Quizás lo que más sorprenda es que la destrucción física del capital no fue la causa principal. Evidentemente su impacto fue muy importante, especialmente en Francia durante la IGM y en Francia y Alemania durante la IIGM fruto de los intensos bombardeos de los años 1944-45. La guerra, evidentemente, destruyó una enorme cantidad de edificios, infraestructuras, estructuras industriales, etc. pero esta destrucción no explica, ni de lejos, la caída de casi 4 años de PIB que se produjo. Piketty cuantifica la destrucción física en aproximadamente un año de renta nacional en el caso de Francia lo que representa entre un quinto y un cuarto de la destrucción total y en un año y medio, o un tercio de la caída, en el caso de Alemania. Como vemos, la desaparición física explica únicamente una fracción de lo destruido, incluso en los dos países más directamente afectados por el conflicto. En el caso del Reino Unido, la destrucción por la IGM fue insignificante y la generada por los bombardeos alemanes en la segunda se situó en torno al 10% del total, lo que contrasta con la destrucción del valor del capital acontecido en este país que fue de 4 años de renta nacional o más de 40 veces la destrucción física.
En realidad, el choque financiero provocado por los dos conflictos fue mucho más destructivo que los bombardeos. Existen dos grupos de factores que explican la vertiginosa caída de la ratio capital/renta en este periodo. Los capitalistas de estos países vieron cómo se reducía el volumen y el valor de sus posesiones. Por un lado, se colapsaron los activos situados en el extranjero y poseídos por los residentes de estos países. Por otro se hundieron las tasas de ahorro en todo el mundo y en especial en los países europeos. Ambos factores provocaron una caída sin precedentes en el volumen de la riqueza europea. Desde otro punto de vista, los precios de los activos se hundieron como consecuencia de los acontecimientos y en especial, tras los conflictos, por el nuevo contexto político de la posguerra caracterizado por la propiedad mixta y por una importantísima regulación de numerosos aspectos de la vida económica.
En el caso británico, el efecto de la caída de valor de sus posesiones en el extranjero fue especialmente importante, debido a la importancia que tenían en el año 1913. Esto hizo que las pérdidas de los capitalistas británicos fueran mucho mayores que las de franceses y alemanes. Este hecho compensó la escasa destrucción física de capital en relación a estos países. Las expropiaciones causadas por las revoluciones que acontecieron en este período así como los procesos de descolonización fueron las causantes de esta pérdida de capital. En general, la población adinerada de Francia y del Reino Unido y algo la de Alemania optó por reaccionar a estos hechos vendiendo, gradualmente, sus activos extranjeros para mantener sus estándares de consumo. El otro factor que redujo el volumen del capital fueron las bajísimas tasas de ahorro que se produjeron en muchos países europeos. Además, el escaso ahorro privado fue absorbido por los enormes déficits públicos que generaron los dos conflictos bélicos. Los ahorradores privados prestaron masivamente a sus gobiernos, financiando tales inversiones, en numerosas ocasiones, a través de la venta de sus activos extranjeros. En realidad el proceso no significó un mero cambio de titularidad de los activos pues los acreedores del estado fueron expropiados por la inflación posteriormente y aunque el proceso alcanzó niveles parecidos en los tres países analizados al final del período, al ser más rápido en Francia y Alemania se generó la impresión de que la riqueza privada británica se comportaba mejor. Las bancarrotas de numerosas sociedades por la crisis de los 30 que arrastraron a cientos de accionistas y tomadores de bonos son otro factor adicional que explica el enorme descenso producido en el valor de la riqueza que estamos explicando.
El otro conjunto de factores que desencadenaron el proceso de destrucción del valor del capital fue el hundimiento de los precios de los activos. Piketty hace una valoración muy positiva de este proceso y considera que fue el resultado de una elección política deliberada, encaminada a reducir el poder de las clases adineradas. Los activos redujeron fuertemente su precio como resultado de los fuertes controles en los alquileres, de las nuevas políticas de regulación financiera y de los nuevos impuestos que se establecieron a los dividendos y a los beneficios. Todo este conjunto de medidas políticas redujo de manera importante el poder de los accionistas, en la medida en que se reducía el precio de sus acciones. La caída en los precios de la vivienda y de las acciones que propiciaron estas medidas políticas representan una parte considerable, aunque minoritaria de la caída de la ratio capital/renta que Piketty cuantifica entre un cuarto y un tercio, en función del país[1].
Como vemos, Piketty describe un aspecto de la historia financiera de Europa que no era muy conocido y que sirve de base para explicar los acontecimientos que sucedieron posteriormente. Tanto el origen como la caída de los estados del bienestar pueden estar muy vinculados a esta pérdida y posterior ganancia de poder económico de los propietarios que determina, de manera inmediata, su poder político. Los extraordinarios acontecimientos que sucedieron entre 1913 y 1950 generaron una dinámica inédita en la historia propiciaron el advenimiento de la edad dorada europea que actualmente es recordada con añoranza por amplios sectores. Por otro lado, según esta explicación el estado del bienestar únicamente pudo nacer como consecuencia de una acción deliberada para reducir el poder de los capitalistas, si bien únicamente se pudo conseguir a través de un conjunto de acontecimientos tremendamente trágicos. Nos debe hacer reflexionar esta sucesión de acontecimientos, de cara a pensar en las posibilidades que pueda haber de recuperar unos servicios públicos que es posible que sean incompatibles con una estructura de la propiedad como la actual.
[1] Esta cantidad se corresponde, de manera simétrica, a lo que supuso la subida en los precio de los activos en la recuperación del valor de la riqueza a partir de los años 80 del siglo pasado.
Thomas Piketty (2014), «From Old Europe to the New World», Capital in the Twenty-First Century, Cambridge MA: Harvard University Press.
Muy interesante David!! Y ciertamente críptico, aunque vinieras comentándolo últimamente… Y, bueno, gracias por el «brindis» seguramente algo hiperbólico del principio! Saludos!!
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Todo lo bueno que se te diga es poco…gracias por el comentario. El libro es muy interesante y entre tus comentarios al capital del siglo xix y los míos al del siglo xxi nos puede quedar algo divertido…
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